Cuando voy a defecar, aunque sea en mi propia casa, tengo que limpiar la parte donde voy a depositar el ojo que no ve pasando papel higiénico o algo.
En verdad nunca cago fuera de casa, salvo en la excursión de fin de curso a París, el baño del restaurante tenia un mecanismo que ponía un plástico envolviendo la parte del retrete donde se planta el culo, y con un botón se cambiaba por otro limpio. No me pude resistir a probarlo.