Lo que me sorprende de este museo ya no es lo mal que están las caras.
Es lo jodidamente mal que están las proporciones del cuerpo, tapadas por ropa.
Se ven unos torsos que parecen lavadoras de los años 20. Cuellos que ni Mr Fantástico, unos hombros/clavículas que ni los que caen de lo alto de un rascacielos.
Todo muy muy bizarro. Tengo que ir a ver esta mierda.
Estuve hace poco con mi novia, algunas de cosecha propia:
Decir que fue unas de las mejores experiencias vividas, el nivel de humor no intencionado y casposidad roza la estratosfera.
Salí de allí encantado, eso sí, creo que la indignación de mi novia fue tan alta que me va a estar recordando el haber tenido que pagar 30€ por las entradas el resto de mis días jajaja.
#63 A ver es que ir al Museo de Cera borracho con tus amigos puede ser una de las mejores inversiones que se pueden hacer
#70 Te diría que es un actor españooool que ha hecho ..... insertar aquí texto sin importancia .....
Peeeero en verdad sólo se le recordará porque hizo de Conan cuando era niño, sí, del mismísimo Einste... Schwarzenegger (vaya, he fallado al escribir el nombre a la primera).
Conan adulto
Conan niño -> Jorge Sanz
Cada vez que subo a Madrid quiero ir, pero no encuentro a quien engañar xD
Este museo debería estar protegido por la UNESCO
La próxima que vaya a Madrid a ver si tengo tiempo y me paso por el museo de cera, para echar unas risas no tiene que defraudar
Manolete amigos, Manolete en la camilla de la plaza.
Tienen una sala del toreo bastante imaginativa:
PD: También tienen un tren del "terror" controlado por Windows 3.1 (sí, tienen el PC al aire por allí tirado). Una joya.
Para que lo entandáis mejor, tienen el típico "simulador" de feria donde te puedes montar. Al principio te preguntas, ¿qué hace un cacharro de esos en un museo de cera? Pero después de ver figuras como la de los reyes Católicos o Carlos II dices, ¿y por qué no?
La cuestión es que la atracción no está muy bien del todo. Nos incrustaron a 12 personas dentro de ese cubículo y me tocó en la puerta donde ésta, por deficiencias técnicas, no se cerraba totalmente. Así pues, me pasé toda la película agarrándome fuertemente a la barandilla por si acaso aquella chatarra terminaba de colapsar, a la vez que comprobaba si mis lentillas se habían caído. Y no, no se habían caído, es que a esa pantalla no le habían pasado un trapo desde el pleistoceno.
