Virus Bornae causa depresión,esquizofrenia y trastorno bipolar ..s.o.s

Rainchaman

INVESTIGACION
El virus de la locura
Un agente infeccioso, que provoca lesiones cerebrales graves en animales, puede causar algunas enfermedades mentales en humanos


ROSIE MESTEL
New Scientist/El Mundo

En un hospital veterinario situado a 50 kilómetros al oeste de Berlín una yegua pura sangre agoniza. El animal anda en círculos, tambaleándose. Aprieta la cabeza lastimeramente contra la pared del establo. Cuando el veterinario le cruza las patas, la yegua no corrige su postura, como lo haría un animal sano, sino que permanece quieta en esa posición, con la cabeza inclinada al suelo. No hay esperanzas; sólo queda evitar que siga sufriendo.

Otro caballo ha muerto víctima de la enfermedad de Borna, nada insólito en esta parte de Alemania. La enfermedad fue descubierta hace un siglo, cuando 2.000 caballos murieron, también tras una penosa agonía, en el pueblo de Borna. Desde los años 20 se sabe que la causa de la enfermedad es un virus. Pero ahora, en los 90, se están realizando descubrimientos aún más extraños sobre esta enfermedad. Resulta que el virus Borna no sólo infecta a los caballos, sino también, a los seres humanos. Hans Ludwig, de la Universidad Libre de Berlín, y Liv Bode, del Instituto Robert Koch de Berlín, han provocado una gran controversia al asegurar que este virus podría ser la causa de más de la mitad de los casos de depresiones clínicas en los humanos. También afirman que han descubierto el fármaco contra la infección. «El virus puede infectar a los humanos y causar enfermedades mentales», asegura Ludwig. «Y estamos a punto de curarlas».

En los últimos años, Bode y Ludwig han publicado un gran número de artículos a un ritmo casi frenético. En 1994, descubrieron proteínas del virus Borna en muestras de sangre de enfermos de depresión. En 1995, también encontraron restos de ARN viral. Al año siguiente lograron extraer el virus de muestras de sangre de enfermos mentales, dos de ellos con depresión aguda y otro con alteraciones obsesivas compulsivas. Cuando inyectaron el virus a conejos, los animales inmediatamente comenzaron a andar dando tumbos y redujeron su actividad.

El pasado mes de enero, sin embargo, se produjo el gran acontecimiento. Bode, Ludwig y su equipo publicaron un artículo en The Lancet en el que afirman que la amantadina (clorhidrato de amantadina), medicamento empleado en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, puede interrumpir la división del virus de la enfermedad de Borna en cultivos de laboratorio. Cuando los investigadores administraron el fármaco a una mujer que padecía la enfermedad bipolar en fase aguda, desaparecieron los síntomas y todos los rastros del virus en la sangre del paciente. «Fue muy emocionante observar ambos efectos simultáneamente», ha declarado Bode. «Y ya hemos observado otros casos parecidos al que describimos».

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En desacuerdo

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Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo en que el virus pueda infectar a seres humanos o causar trastornos mentales. «Es una cuestión extremadamente controvertida. De hecho, algunas personas están muy nerviosas», ha declarado Juan de la Torre, virólogo del Instituto de Investigación Scripps de la Jolla, California. «Hay investigadores rigurosos que opinan que todo ésto es fraudulento; otros piensan que el virus causa trastornos neurológicos y mentales. Y luego hay gente como yo, y muchos más, que simplemente creemos que es muy pronto para sacar conclusiones».

Hasta la década de los 80, el estudio del virus Borna correspondía a la ciencia veterinaria. Fue descubierto en caballos y, posteriormente, se comprobó que también afectaba a ovejas, reses, gatos y avestruces. Más tarde, los científicos consiguieron infectar a ratas, ratones, gallinas y conejos en el laboratorio, así como a musgaños, especie de primates primitivos y a macacos. En ocasiones estos animales morían por graves lesiones cerebrales, pero otras veces sobrevivían, según la forma y el momento en que quedaban infectados. No obstante, en todos los casos, el virus se alojó en las zonas del cerebro que regulan las emociones (el hipocampo y el hipotálamo), y causó alteraciones en el comportamiento y en los hábitos sexuales, apatía y cambios en la jerarquía social de los animales.

Si el virus puede infectar a una amplia diversidad de especies, sin excluir los primates, no resulta descabellado pensar que también podría introducirse en los humanos. Y si es así, ¿por qué no habría de afectar la mente, como lo hace en los animales, causar esquizofrenia e, incluso, depresión? Este era el razonamiento lógico que sustentaba la hipótesis, de modo que en 1985 comenzó a recibir apoyo.

Ese año, un equipo de investigadores estadounidenses y alemanes, dirigido por Rudolf Rott, de la Universidad de Giessen, obtuvo muestras de sangre de 979 pacientes psiquiátricos escogidos al azar, y de 200 personas normales que formaron el grupo control. Posteriormente llevaron a cabo la prueba de los anticuerpos del virus de Borna, con el objetivo de comprobar si los enfermos habían estado infectados alguna vez. La prueba dio negativo en todos los participantes del grupo de control. Y positivo en un pequeño porcentaje de los enfermos.

«Abrimos la esclusa del dique», recuerda una de las autoras del artículo, Hilary Koprowski, de la Universidad Thomas Jefferson de Filadelfia. Desde entonces se han publicado muchos informes de experimentos en los que entre un 4% y un 40% de los enfermos mentales da positivo en la prueba de anticuerpos del virus Borna; en la mayoría de los casos se trata de esquizofrénicos o de enfermos de depresión unipolar o bipolar. Sin embargo, saber qué estudios son realmente válidos resulta algo difícil, opina Ian Lipkin, experto en biología molecular de la Universidad de California en Irvine. «Todo es muy subjetivo. Es probable que muchos de los datos sean dudosos». Sin embargo, Lipkin cree posible que el virus Borna pueda infectar a los seres humanos e, incluso, causar ciertas enfermedades mentales.

Mientras, los investigadores se empleaban a fondo en el intento de aislar el virus. Desde hacía 70 años sabían que el virus existía, porque habían conseguido que se reprodujera en cultivos celulares o en animales de laboratorio. Es decir, podían infectar a animales sanos administrándoles una mezcla de células cultivadas o de tejidos cerebrales de animales enfermos. No obstante, el virus seguía siendo un agente infeccioso esquivo. Nadie había sido capaz de verlo con el microscopio electrónico. No se sabía nada de su tamaño, ni si estaba compuesto de ADN o de ARN. Poco después, en 1990, Lipkin descubrió las primeras huellas genéticas del virus y, en 1994, en colaboración con el equipo de Ludwig, determinaron entre todos la secuencia de todo el genoma del virus (De la Torre también lo consiguió trabajando por su cuenta). El virus Borna, una cadena sencilla de ARN, es pariente lejano del virus de la rabia, pero es lo suficientemente distinto como para considerarlo miembro de una nueva familia de virus. Una vez que el virus fue clonado, se abrió la segunda esclusa del dique. La prueba de anticuerpos, después de todo, resultaba limitada. Sólo confirmaba que el paciente había sufrido una infección en algún momento. Sin embargo, no se podía descartar que dichos anticuerpos se hubiesen producido como reacción a otra proteína, y que su acoplamiento al virus Borna se debiera a una coincidencia. La detección del ADN o del ARN de un virus es mucho más fiable. Es una prueba directa de que el virus se encuentra en el organismo en el momento en que se lleva a cabo la prueba.

Después de que Bode y Ludwig detectaron en 1995 el ARN del virus de la enfermedad de Borna en enfermos de depresión, al menos otros cuatro equipos de investigadores de distintas partes del mundo también han descubierto huellas del virus en pacientes mentales, por lo general enfermos de depresión o de esquizofrenia. En algunos casos, más de la mitad de los pacientes estaban directamente infectados, mientras que ninguna de las personas del grupo control daba positivo. Y en este último año, los investigadores también han descubierto ARN viral en el cerebro de cadáveres humanos, aunque no todas las muestras provenían de personas que habían sufrido enfermedades mentales.

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Esquizofrenia

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De la Torre descubrió el virus de Borna en cerebros de cadáveres que presentaban lesiones en el hipocampo, posiblemente causadas por una infección viral. Lipkin lo detectó en cerebros de esquizofrénicos, pero no en los de personas que habían padecido otras enfermedades neurológicas. Y un equipo de investigadores dirigido por Kazuhiki Ikeda, neuropatólogo del Instituto de Psiquiatría de Tokio, descubrió el ARN viral en un pequeño número de cerebros de enfermos de esquizofrenia y de Parkinson, así como en cerebros normales.

Los estudios con muestras de tejido cerebral y de sangre sugieren que el virus Borna puede infectar a humanos y quizá causar enfermedades mentales, pero las pruebas no son del todo irrefutables. Los experimentos se han realizado con un número de muestras muy pequeño y en algunos casos no han seguido un buen protocolo. En nada ayuda, afirma Lipkin, que en un campo como éste, donde existen muchas presiones por la competencia y las expectativas de los pacientes, «haya una tendencia a hacer las cosas deprisa para publicarlas lo antes posible».

Lo que no significa que los funcionarios del sistema sanitario no estén siguiendo atentamente el debate. En 1995, un equipo dirigido por el virólogo Kazuyoshi Ikuta, de la Universidad de Hokkaidop, en Sapporo, Japón, descubrió que el 5% de los donantes de sangre eran portadores del virus Borna, lo que planteaba la peligrosa posibilidad de que el virus se transmitiera por transfusiones de sangre. «Fui al Centro para el Control de Enfermedades de Atlanta la semana pasada, y me preguntaron ¿Qué vamos a hacer?», cuenta Juergen Richt, experto en el virus Borna, de la Universidad de Giessen. «Me dijeron que si los resultados del estudio son correctos habría un gran problema con las transfusiones de sangre». Richt, por su parte, asegura no estar muy preocupado porque desconfía del estudio de Ikuta. Lo que hace dudar a Richt son los resultados del experimento que realizó con Koprowski, publicados en el número de abril de Journal of Neurovirology. Según sus datos, los laboratorios que frecuentemente hacían la prueba del ARN del virus Borna obtuvieron más resultados positivos que aquellos donde nunca antes se habían hecho esas pruebas.

Richt cree que la causa es el método empleado para detectar el ARN viral: el de la transcriptasa inversa (PCR, en inglés), sumamente susceptible de contaminación. «Con esta técnica puede detectarse hasta la presencia de un par de moléculas», afirma. «Por tanto, basta que haya diez moléculas en la pipeta o en el aire del laboratorio para obtener un falso positivo». En un segundo experimento, cuyos resultados aún no han sido publicados, dirigido por Peter Staeheli, virólogo de la Universidad de Freiburgo, también se descubrió que los laboratorios no se ponían de acuerdo sobre qué muestras contenían el virus, aunque pocas daban positivo.

Sin embargo, Ludwig no se desanima por las críticas. Se reafirma en sus convicciones, basándose en sus 30 años de experiencia en el estudio del virus Borna. «Si otros laboratorios no consiguen detectar el virus, quizá sus técnicas no son lo suficientemente sensibles».

Bode añade que según sus estudios, sin publicar, realizados con muestras de sangre de enfermos mentales, obtenidas en diferentes fases de depresión bipolar, sólo se registraban resultados positivos dos semanas después del episodio depresivo agudo.

«Es posible que el virus esté en el cerebro todo el tiempo, pero sólo pasa al flujo sanguíneo cuando comienza a replicarse intensamente. Esto podría ser la explicación de que distintos grupos den resultados diferentes en la prueba del virus», asegura. Y así continúa el debate, con afirmaciones, refutaciones, y bastante acrimonia. «¿Por qué quiere escribir un artículo sobre el virus de Borna?», pregunta Koprowski, uno de expertos convencidos de que el virus no causa enfermedades mentales. «¿Por qué no se pone a hacer algo más divertido?».

De todos modos, existen motivos para pensar que algún día se aclarará la relación entre el virus Borna y las enfermedades mentales.

Algunos científicos están preparando experimentos a gran escala, muy rigurosos, con muestras de tejido cerebral y de sangre de enfermos mentales y de personas sanas, y otros exigen que se establezcan normas para las pruebas de anticuerpos del virus Borna.
Yo opino que es cierto que causa esas enfermedades mencionadas y más, incluso trastornos compulsivos de la psique, es increíble el aumento de estas enfermedades... Lo cual me da a pensar que es evidente 😈
Tu que opinas?
Increíble S.O.S

Al-Khelaifi
#1Rainchaman:

Lo cual me da a pensar que es evidente

Que es evidente?

1 respuesta
Soltrac

Increíble S.O.S

Nujabes

.. sos

Nyhz

Se vienen cositas.

Perkele

#2

Fornax

Ojalá un virus que inhabilitase a quienes hace hilos de mierda

MoonKai

Y positivo en un pequeño porcentaje de los enfermos

Podría ser un coadyuvante y se podría estudiar, pero en ningún caso apunta a causa única con la información que traes y mucho menos para todas las enfermedades que comentas y además añades porque potato xDD

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