Coyote Sunrise

Altoresso

La voz de negro cubano al teléfono, grave y honda, me hizo prefigurar a una mole con un cordón de oro y zapatillas estrafalarias. Lo esperé en la cafetería que me había indicado, con un sobre marrón donde puse 9.000 euros y me senté mirando hacia la puerta. Entró un tipo, flaco, con unas converse roídas, pelo largo hasta los hombros y un conato de alopecia al modo de tonsura. Tenía los dientes amarillos y se había bajado de un dacia blanco.

La voz si era la misma. “Yo nunca he estado en Santabroma, pero he sacado a medio pueblo de allí”.

Estuve en Cuba tres años atrás y conocí a una mujer fascinante. Negra, bembona y leedora de espíritus, la conocían en su pequeño pueblo como la señora de los muertos, tenía cuarenta y cinco años y había enviudado cuatro veces.
Había ido a cuba para beber, follar y tocar los cojones, después de que mi padre se suicidara y se me apareciera todas las noches, tan tangible como la cama donde saltaba todas las madrugadas. Haciendo los mismos comentarios ilógicos, demoledores.

Comprando una botella de ron reparé en Camila, la señora de los muertos, trabamos la mirada y ella se sentó en el volado de la acera. Me hizo una seña y me acerqué, y me dijo que dejara la mamadera que tenía a mi padre bebiéndome la sangre con un amarre feo y cochino.

Esa noche me llevó a su choza, bebió mi ron, fumo sus puros, grito y me sacó al viejo de encima, de una vez para siempre.
Pasé los siguientes tres años leyendo sobre santería yoruba y establecí contacto, a costa de mucho dinero, con sacerdotes de linaje africanos. Mientras me carteaba con Camila y ella me iba señalando quien era de verdad y quien era de mentira.

Entonces monté un consultorio, tras traerme a tres negros con el don y gané mucho dinero, muchísimo, realizando poderes y pactos entre dirigentes políticos y demonios proclives.
La cocaína no es el mayor de los males del congreso, la gente ignora que el escenario humano es tan solo una presentación del tablero espiritual.
Así como el ángel Gabriel se le apareció al profeta Daniel y le dijo que quiso socorrerlo antes pero que el “ángel” de Persia ( un poderoso demonio) lo había retenido en Persia. La gente ha olvidado la existencia de un plano superior que tiene su poderoso influjo sobre nosotros, y de esto sabe mucho la Iglesia.

Uno a uno fueron enfermando mis negros, y si no era la enfermedad era el desánimo, hasta que me señalaron que había un poder contra mí, que venía y me mataría. Y que ellos querían separarse de mí para sobrevivir. Hablé con Camila del asunto, después de conseguirle un teléfono y me dio a su vez un número de un tal “Coyote” y me dijo: tienes que sacarme de Cuba y llevarme contigo a tu casa, pues sólo allí podre salvarte.
Viaje hasta México y le entregué 9.000 euros. Me describió el itinerario, con el pasaporte cubano irían a Jamaica, de allí fácil cruzaban a República Dominica, luego Nicaragua y luego México, y ya tendría los papales listos para cruzarla a España.
Todo ese tiempo lo pasé o bebido o narcotizado con fuertes ansiolíticos, cuando no ambas cosas, pues era tal mi estado nervioso que no podía estar ni un instante en paz.

Recibí una llamada de un número oculto. El Coyote me informó de que Camila había muerto nada más salir de Cuba, su contacto le había referido que a pocas millas de la costa se había derrumbado y antes de tocar el suelo ya estaba muerta.

Ha pasado algo de tiempo.
Miro a mí alrededor y está todo blanco. Mullido. Oigo los pasos acolchados acercarse, y ese tintineo de losa en la mesa metálica con ruedas.
Creo que esta semana está Esther en el turno de mañana. Es gracioso que sea precisamente ella, una cubana, la que me traiga la medicación pautada por el jefe de Psiquiatría.
Es terriblemente gracioso.

1
Earh

Ame que fume

Ryok

5
TitoPhil

que si quiere bolsa señora

3
wOlvERyN

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