Canto solo, sí. Lo hago. Pero no canto canciones, no. No canto melodías que haya escuchado. No. Lo que ocurre es que a veces... ¡me descubro cantando una palabra o una frase! Igual llevo media hora o más dándole vueltas a la palabra, erre que te erre, poniéndole ritmillos. No tienen sentido. Entro en trance de este modo. Quizás en la ducha, quizás mientras estoy trabajando. ¿Me ayuda a concentrarme? Creo que sí. Pronto me olvido de nuevo de que tengo esa palabra en la boca y continúo pensando en mis cosas mientras la pronuncio recurrentemente. Es una suerte de mantra, como el Oṃ dharmico; solo que no me lo propongo. Insisto, puede ser sobre cualquier cosa, cualquier palabra que me entre, cualquier oración o parte de oración que acabase de decir o escuchar en algún momento.
En público me cohíbo, claro, es cuando estoy relajado, en privado. Mi pareja me manda callar muchas veces.
¿Estoy solo?