Ebrio me duermo en los parques

Preparados, listos... ¡ya!

Mis estimados mediavidensis,

lo sé, lo sé. Nadie esperaba que fuese yo; pero aquí he venido a molestar y a entretener en formas desiguales, espero *suspiro*. ¿Mi ración de attwhorismo, de demostrar cuánto sé, de buscar el reconocimiento en esta nuestra comunidad? Bah, me la suda. Escribo queriendo y del pito me saliendo.

¿De qué irá lo que estoy a punto de excretar? Respondo a esto en potencia de ahorrarte el leer más, de tan considerado que soy, de nada. Aunque de lo que se trata es de disfrutar el proceso, en este caso mediante mis palabras. El mensaje —y, de haber, la moraleja—, pierde peso. Es más la pornografía textual, textente. Porque a mí me gusta escribir y puede que a ti leer, mediavidero mío.

1. Llevo unos meses... interesantes; de cambios, de escarceos también con la bebida. Pero descuidad. Aún castigando mi hígado en tardes y noches disolutas he dejado de comprar para casa, tal punto de control he superado, checkpoint!

2. Me ha ocurrido en algunas ocasiones etílicas resolver situaciones yéndome a parques, quizás sea la llamada de la naturaleza (no fisiológica sino... espiritual (?)) y, eventualmente (porque no siempre), dormirme allá

Así que sumando 1 y 2, junto con mi gilipollez y tiempo libre en estas vacaciones, me he tomado la molestia de prepararos una historieta, para el solaz del pueblo, aun España, con sus balcones y banderas ondeantes. Amén.

Bueno, como introducción no ha estado tan mal, ¿sí? ¿He generado el suficiente interés? Qué... vayamos a por mi tontería.

(¡Joder, cuánta puta cuarta pared rota, eh jajaja!)

—Hola Hache, ¿cómo estás? ¿Has pensado ya por dónde empezar?, ¿qué historia quieres contar?
—¡Coño Back!, ¿qué haces por aquí? ¿Vienes a ayudarme a ordenar un poco mis pensamientos para que pueda cagar algo decente con estas letras?
—Bueno, la verdad es que yo siempre estoy aquí atrás, lo sabes. Sí, he venido para que te decidas en hasta dónde retrotraerte. Sabes que hay cosas que ya no recordamos, de tan mala nuestra memoria. Obviamente no podemos ir hasta allá lejos. ¿Qué te parece empezar por la intensa de las siete tetas, con su broma y tus pantalones mediobajados, y terminar por la de anoche?
—Pues no suena mal, Back. ¿Pero solo dos historias durmiente en parques? ¿Será suficiente para contar la gilipollez que trae este hilo?
—Qué pretendes, ¿contar todas las veces cualesquiera que has ido a un parque o quieres comentar solo las que, etílico, te has quedado dormido (que recordemos)? Eso sí, intenta entretener.
—Pues... había pensado aquella, la del sexo con M1.
—Bah, no, eso sobra. Céntrate en el tema del alcohol, la noche y despertarte mirando a la bóveda celeste. La vez de las siete tetas y la vez de anoche.
—Vale, vale, B. Así lo haré.
—Okey, H, un beso. Nos vemos en las pajas.
—Un beso.

Mi gran amigo y compañero de trabajo, C., se ha ido. Él seguirá creciendo, de tan bueno que es. Cómo lo aprecio. El punto, chicos, es que hizo, como persona decente que es, una fiesta de despedida. La cosa empezó bien. Éramos... no sé, catorce cuando llegué. ¿Qué había hecho antes? Ah, sí, acababa de estar con la hermosa Denna. Allá se encontraban sobre todo compañeros de trabajo, como es lógico. Corrían las cervezas y las tapas, y por mi lado los gintonics ([xintóniks]). Rápido, Gwen, la novia de C., se sumó conmigo y me cogió el ritmo. Apenas la conocía, tan solo una vez la había visto y de forma puntual. También estaba su prima de ella, de visita. Ambas son de la Bretaña francesa y muy majas. Es relevante que las presente porque mi toxicidad creció a su favor.

Las horas pasaban y las gentes marchaban. Hubo un momento en el que éramos ya solo cinco: C., Gwen, la prima de Gwen, yo y la hermana de C. Hache, tío, el puto burro delante, ¿cómo hace eso? He puesto a HdC de última porque la chiquilla iba muy afectada, lo suficiente como para que su hermano decidiese volver a casa con ella en taxi. Por tanto, el menda se quedó con las francesas que tenían ganas de juerga, y tan contento, porque a mí no me faltaban.

Lo divertido de salir con gentes que apenas conoces, siempre que sean majas, es que sales de tus círculos habituales, lo que da pie a nuevas experiencias y a conocer locales. Así fue, Gwen nos llevó por diferentes sitios; en especial recuerdo el Next Level Arcade Bar. Un lugar chulo con un montón de máquinas recreativas a disposición también para jugar a dobles, e incluso un DDR.

Si no recuerdo mal aquel fue el último local en el que estuvimos. Lo cierto es que íbamos bastante hasta arriba. Creo que esta es la razón de por la qué la prima (la chica en la foto) me ganó al Tekken

Bien, continuemos. Sin sexo llegó la hora de la despedida. Ellas se quedaban por la zona y yo tendría que ir hasta mi casa. Es aquí cuando me viene ese convencimiento resoluto: «Tengo batería en el móvil, por tanto música, ¡debo ir dando un paseo hasta casa! ¡Es una idea cojonuda!» Todo esto me dije MUY convencido. Lo cierto es que no es para tanto, cosa de una hora y media caminando, pero cuando se van haciendo eses o uve dobles ese tiempo crece un cuanto

Entendéis aquel fenómeno que existe, latente, en el fondo de la mente; como cuando sabes que no quieres hacer algo pero así lo haces, pues piensas que es lo más conveniente, o lo más estético o, simplemente, te gusta empujar un poco los límites. Como esas mujeres quienes en odiando a los gatos siguen acercándose a ellos, acariciándolos. Pues lo mismo. Considero que en la vida hay muchos momentos performativos en los que se debe romper el statu quo y avanzar de manera creativa y estética. Porque sí. Como cuando hago de James Bond en el súper, hablando con mi solapa. Es por esto que, aún con mi vergüenza, llegado al barrio decidiera sacarme la camisa e ir a pesho-lobo-descubierto. Como performance está de puta madre. Eran en torno a las 6 de la mañana, hacía calor, no había videntes. Muy bien, Hache, el intento de justificación.

Así fue como surgieron una tras otra estas ideas brillantes, y otras que no recuerdo ni resumo. Debía concentrarme en continuar avanzando a base de 'W'. Miré a la luna de noche. El cielo desencapotado, cristalino. Y... ¡boom! «Tío, tío, tío. Pero mira qué puta pasada de luna, debe de estar al 98%, por qué no... ¿por qué no vas al Cerro del Tío Pío, te subes a la colina más alta y, en mirando a las estrellas y a esa Diana y dominando la panorámica madrileña, te pones a escribir algún poema?». Joder, me convencí. Estaba muy dentro del rollo. Así que cambié de objetivo, me olvidé de ir a mi casa, marqué la dirección en el GPS y allá que me fui:

Todo era dominado por la noche más oscura. Reinaba el silencio, acuchillado por los gritos de los grillos y algunos pitidos furtivos de los coches en la lejanía. Con bastante dificultad pude subir a la loma más alta, trastabillando. Saqué la camisa de mi bolso, la extendí sobre la yerba y me tumbé sobre ella. Mi pecho expuesto bañado por la luna llena y las estrellas. Bucólico, idílico y perfecto para, al punto, quedarme dormido JAJAJAJA

Al final me acabé despertando cosa de una hora y media después, aún afectado, lleno de picaduras de insectos, que a pesar de doler menos que un desgarro vaginal, supongo, resultaron bastante molestas. El frío era altísimo. Con el amanecer llegó el rocío e incluso había comenzado a lloviznar. Creo que por eso me desperté. Me puse la camisa entonces y me encaminé a mi morada.

Como un crápula, hijo de la noche, fui caminando por Vallecas hasta mi casa. En las calles a partes iguales otros como yo (aunque dudo que de parques durmientes) y trabajadores. Llegué a mi casita. Hacía calor. Muy convencido de hacerme una cenadesayuno activé el hervidor de agua y encendí el aire acondicionado. Entré en mi habitación para cambiarme, pues siempre que llego a casa me cambio. Me tumbé un segundo en la cama para quitarme el pantalón y...

...de repente eran las 10 de la mañana. Yo seguía tumbado sobre la cama. El pantalón llegó hasta mis rodillas, tal había sido su paseo. Me hice una composición de lugar. Me levanté y entré en el salón. Muy fresco para aquel entonces, jaja. Apagué el aire acondicionado y me acerqué hasta el agua hervida que ya no era caliente. Recapacité un segundo y me dije: «Joder, Yass, te has putoquedado dormido en un parque»

Hace una noche salí libre por mi tierra; en vacaciones y de visita estoy. Recuerdo que de camino a Galicia mi amigo me dijo que otro en común acababa de abrir su local en nuestra ciudad. El sitio se llama RagnaRock (ese concepto con el que tanto flirteo últimamente). La historia es que paseando no encontraba el lugar. Contacté con mi amigo para pedirle indicaciones y, resultando que estaba muy cerca, me mostró el local y se sumó a tomar algo conmigo. Le invité, por enseñarme el sitio, a un roncola agenciándome yo un primer gintonic. Serían las 20 de la tarde y ahí empezó el tema.

Tras su marcha y mientras yo me tomaba la segunda, me encontraba escribiendo un cuento para niños. H, no es necesario que cuentes el punto cuento, ni que lo resumas. La idea es lo de los parques. Una historieta entrañable sobre un dragoncito muy pequeño, una niña de largos rizos verdes y un ganso parlante. En esto que aparece una amiga acompañada de otra chica. Como yo llevaba un rato en aquella terraza ahora llena pude, diligente, ofrecerles asiento a ambas. Todo un caballero de los micromachismos.

Ocurre que ellas, justo, estaban esperando a que abriese el RagnaRock, así que cojonudo. Estuvimos en aquella terraza tomando algo y arreglando el mundo. Sobre todo ellas hablaron de sexo y chicos. Yo, como uno más y empático, aportaba mi visión sobre el asunto. Corrían las risas y las pullas, hasta que llegado el momento fuimos allá.

Genial. Muy genial. El reencuentro con mi amigo fue intenso y le deseo lo mejor con el negocio. Tras más de un lustro sin vernos celebramos con licores gallegos y modernos. Desde licorkafé (LK para los asiduos), hasta thunderbitch. Y mucha cerveza. Nos sentamos la díada de niñas y yo en una de aquellas redondas mesas con forma de escudos vikingos. Charlando, arreglando sociedades y orgasmos, su buen hacer.

Había a nuestro lado una tercera niña sola en una mesa. Por supuesto, como uno es extravertido, no pude dejar de hablar con ella y de invitarla a sumarse a nosotros. Ella, gaditana, estaba por Galicia para un curso de inglés (?). Ya eramos cuatro entonces y cuatro con ganas de risas y buenos momentos. Lo divertido de todo esto es que mi amiga tenía hapkido pronto por la mañana; su amiga tenía que continuar con su TFG; y la gaditana tenía el peso del curso de inglés. Así que como todos debíamos irnos temprano, de tranquis que dirían algunos, nos excedimos hasta la saciedad jajaja

En resumidas cuentas, nos seguimos regando de cervezas y chupitos y risas y alegrías y, sí, muchas conversaciones sobre tíos. Llegado el momento nos tomamos la última en un local cercano, rondaban las cuatro o cinco de la mañana. Es entonces cuando mi amiga y su amiga se despidieron quedando yo con la gaditana. Dimos un paseo y, wait for it, nos fuimos a un parque. Ah, la maravilla de los morfeicos parques y el su influjo que tienen sobre mí.

Allá sentados, charlando me, obviamente, quedé dormido. —Un parque. Alcohol—. Hasta dos veces la andaluza me llamó la atención. Aquí ya nadie respeta el descanso. Entonces, recapacitando, decidí que debía irme a dormir realmente, y no sobre flores y bichos. Nos despedimos como pudimos y llegué a casa bailando una suerte de entre mambo y jota. Hache, deja de pensar en aquella vez solo, ebrio en la playa, cantando «Ay mi pescadito deja de llorar», no va de eso esto.

Y esto es. He aquí el blog y diario de hda para mediavida. Quien, aparentemente, tiene de los parques, cuando ebrio, una parafilia. Si, como pretendo, organizo una nueva KDD de MV Madrid intentaré huir de jardines y campos, pues lo que quiero es conocer y disfrutar de la gente y no dormir la mona al raso celeste.

¿Y vosotros... qué, también sois parquedurmientes?

Un beso.

Que empiecen los juegos del hambre.

—Bueno, Hache, ya has parido tu mierda. Es, en efecto, un gran truño. Espero que te quedaras satisfecho.
—Pues la verdad es que sí, B., una amiga mediavidera me dijo que debía escribir esta gilipollez. Y otra me dio alguna idea sobre qué poner.
—¿Crees que deberías aclarar que no hay ningún invent?
—Sabes que no es necesario, me sobran las exageraciones. Las florituras y pleonasmos están bien, pero esto es mi blog y no un cuento. En un cuento me hubiese tirado a mi amiga, a su amiga, a la andaluza y a las francesas con mis 35 mediavideros.
—Ya. Bueno. Es tu puto blog.