Ser rico es una maravilla. Tener en una cuenta corriente doscientos mil euros mediado el día quince del mes es ser pobre. Si tienes hijos, casa, mujer y tienes mucho dinero…, imagina que de pronto caes en regocijo o te animas o puedes cerrar bien cualquier puerta y te quedas en paz bebiendo moderadamente y tienes apoyo médico y psicológico y asesoramiento y no pierdes el trabajo, el grandioso trabajo que tienes. ¿Cómo se permanece en el éxito?
Hay ángeles de guardia.
Para acabar, me despierto una tarde especial, que se crea una efeméride. La resaca te agranda, te libera, te consiente. Miras al horizonte y reconforta, puedes sostenerle la mirada. La calle es una mascota, espera que salgas, para abrazarte.
Pero me pongo algo de ropa premium y unas nuevas zapatillas de correr. Y salgo por la ventana, y empiezo a andar, y salgo a una callejuela y veo la montaña, contraída y nerviosa, puedo abarcarla, tengo que mirarla de una vez. La tengo a tre metros de mí, quizá un poco menos, hay una subida ligera, cursa por un barranco de desagüe.
Me acuerdo de la pareja de jóvenes que conocí en el trabajo, tuvieron a un hijo de cuarenta años por un milagro, su mujer le hizo la vida feliz, engloreció. Me da un vértigo gustoso, me acaricia, tengo que moverme, apoyo los pies en las rodillas y como. No quiero ser reconstruido, no quiero ser victimario ni víctima. La única no binariedad que me interesa es entrar en el samsara.
Oigo una voz, fuerte, me hace pensar en una alfombra, tupida y limpia de polvo. “Vete”. Como imantado, desciendo por el barranco, llegó a la arena seca, se me hunden las manos, tropiezo con una piedra y de rodillas tengo a la montaña en mi justa línea de visión. La marea está bajando, afirmo, y bravas olas estallan lejos de mi. Huele a pene, me dan ganas de llerar. No más llerar. Mira mi huevo.
“Aléjate” me dice la voz. Y entonces veo un falo en el lejano remolino. “Méteme en el agua”. Me relaja porque entiendo que hay un señor, no un ser vivo, un señor en el agua y además me habla.
Empieza a llover, y estoy seco y tengo los ojos anegados de sequez. Pero me salgo del agua y me alejo del cuerpo, del caballero. “Tengo algo para otro pero se sólo se lo daré si me sacas de la montaña”. Sí te voy a sacar, es una sensate, tiene sentido….sí; pero un pensamiento muerw en mi interior y nace y sobre él mengua una emoción, que le da una torta a las perezosas hormonas del mal rollo y me desarmo de valor y saco al señor de la montaña y me siento mal y lo llevo hasta la orilla.
Es un afortunado señor.
“Vuelve mañana, saca a otro señor, escucha, te servirá…casi ninguna persona cree que los malos son los otros, que el enemigo está dentro, pero los ladrones roban fuera de las casas, no busques dentro, y no te envalentones si te señalan como el bien o el problema de otros….nadie lo hace, tú si, tú lo harás más”.
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