Una maldición gitana

Altoresso

Me dieron tres días libres por saldar a un moroso. Ahora me doy cuenta de que he estado bajo mucha presión los últimos meses. El secuestro de mi perro, la descatalogación progresiva de Gredos, el aumento insoportable del precio de la pechuga de pollo. Estaba harto, y me pasé.
Bajé a la feria que ponen en la capital por Carnavales y me pedí unos trece o catorce whiskys, de cantina en cantina, miradas turbias y olor a axila. Música noventera tocada por la desesperación. Llevaba también una micra de una mala coca sobrante y me di la desfachatez. Acabé hablando con unos holandeses toda la tarde y nos prometimos mayores dosis. A eso de las tres de la mañana, ya tenía yo geolocalizada a una hembrita, se acerca una gitana al grupo, gordeta, peluda y malcarada.
Quería leernos la buenventura y le he soltado una parrafada cabalística, ninguneando cualquier atisbo suyo. Se ha enfadado y ha comenzado a lanzar improperios bárbaros, lacerando mis oídos con graznidos hebreos, racca, malefetum, racca. Se le vaciaron las cuencas de mirada y cuando se sintió vindicada me dijo en castellano que estaba maldito y tendría que beberme su pis para salvarme y que no la encontraría. Para hacerme el valiente le espeté un vafanculo y seguí a lo mio.
La cosa empezó a torcerse ahí mismo. Me pusieron una última etílica copa y perdí cualquier contacto objetivo con el entorno.
Desperté entre vómitos al lado de unos mendigos que me miraban con lástima. No tenía cartera ni móvil y cuando he tratado de sacudirme la cabeza de la peor resaca he estado a nada del desmayo. Empiezo a caminar y descubro que no tengo ni jodida idea de donde estoy, y entonces leo el nombre de una calle y caigo en la cuenta de que estoy en otra maldita isla.
Yo había desfasado en Tenerife y ahora estaba en la otra realidad, las Palmas. Voy a preguntarle a alguien por una comisaria y me veo reflejado en el esmerilado de una puerta de cristal y tengo una larguísima barba canenta y el pelo largo como de años. Empiezo a gritar, me mareo, me tiro de los pelos por si fuera una broma y ya comienza la gente a reunirse en redor mío, que si ambulancia, que si policía, tales eran mis gritos.
Me relajo justo después de que alguien vacíe una botella de agua sobre mi, y vuelvo a tener un desmoronamiento al ver que voy vestido de mariachi. Para calcular el tiempo que ha pasado, agarro un oportuno periódico de un kiosko y leo: “Ayuso promete acabar la legislatura sin el refrende de la ultraderecha” , otro titular : “La presidenta de España, luces y sombras de un país moribundo.”
Tengo un pelo en la bolsa escrotal, tres o cuatro veces mas largo que el resto, al que atribuyo propiedades transreales, si tiro de él soy capaz de alternar entre las multiples posibles vías. Normalmente bastan dos tirones para despertar de una mala pesadilla pero esta vez lo arranco.
Todo se torna negro. Vuelvo a estar en la feria, tengo la mirada perdida, alguien me grita: “que si quieres que te ponga más hielo muchacho…..” Se acerca una gitana, no, la misma gitana, y nos ofrece los destinos, con mucho respeto le dio que sí, ella se ríe, y me dice
¿A qué estaba bueno el meado?

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JackWhy

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Perkele

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Oridana

Has vuelto 🥰

Kimura

Escalofriante relato. Uno de los mejores exponentes de la distopia patria mas tétricos y lúgubres.

zErOx

La madre que te pariot.

PEPEPAKO

La maldición es ser gitano, no se me ocurre cosa peor.

Fxcking

No te rayes

SuperMatute

Ay el payo, mal calbonco le salga y cuanto más te duela más corras y cuando pares te reviente

Larkos

Altoresso

Diosito

z4eR

sioq

P

Pregúntale a Dresler, a gitano no lo gana nadie.

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Versatil

Un humilde servidor, al amanecer anterior al de ayer, estaba presente cual anonadado predisgitador, sentado en mi yurbe, vi a un individuo al fondo de mi estrecha calle. Había vuelto el pregonero

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