La poesía es un arma cargada de futuro

hda

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.

Gabriel Celaya, de "Cantos iberos", 1955

Es un poema que siempre me ha gustado. Me encanta el mensaje. ¿Qué opináis?

Aquí el grande Paco Ibáñez cantándola:

4
Ivlas

Yo tuve la suerte de poder verlo en Cadiz en el Falla, acabamos todos cantando juntos para rematar la velada.

Los pelos como escarpias.

1 respuesta
hda

#2 a Ibáñez lo pude ver en 2016. Qué magna labor, tantos premios se merecería como divulgador de la poesía hispanoamericana, sin duda. Y tanta acción social. Qué labor. Se merece un hilo propio, Ibáñez.

¿Y de Celaya qué me dices?

1 mes después
leonsegui

Gracias a mi conducta vagamente antisocial
temo no verme nunca encaramado a un pedestal:
no alegrará mi efigie el censo de monumentos,
no vendrán las palomas a rociarme de excrementos.

Y es una pena, la verdad,
porque sería muy bonito
seguir de adorno en mi ciudad
sobre un bloque de granito.

Pues qué penita y qué dolor,
no tendré estatua, no señor.

Gracias a mi postura más bien anticlerical
no será un siglo de éstos cuando entre al santoral:
no acudirán beatas a pedirme un milagrillo,
no vendrán los ladrones a vaciarme mi cepillo.

Y es una pena, la verdad,
porque tenía cierta gana
de echarle un ojo a la deidad
mientras me doran la peana.

Pues qué penita y qué dolor
no tendré culto no señor.

Gracias a que mi musa se las da de cerebral
son pobres mis compases para expresión corporal:
no danzarán mis prosas las reinas de discoteca,
no vendrán los carrozas a hacer su gimnasia sueca.

Y es una pena, la verdad,
porque sería algo inefable
cambiar la torpe realidad
y ser o Borges o bailable.

Pues qué penita y qué dolor
no tendré el Nobel, no señor.

Gracias a mi tozuda decisión existencial
no cabe entre mis planes dar ningún salto mortal:
no gozará las honras funerales mi alma en pena,
no vendrán los gusanos a tirar de la cadena.

Y es una pena, la verdad,
porque sería algo divino
ver cómo todo es vanidad,
y yo en decúbito supino.

Pues qué penita y qué dolor
no tendré esquela, no señor.

Y todo es vanidad, Krahe

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