La Comuna de París

Don_Verde

COMUNA DE PARIS

La Comuna de París (Francés: La Commune de Paris) fue un breve gobierno popular que gobernó París del 18 de Marzo al 28 de Mayo de 1871. Unos la consideran de orden socialista, otros anarquista, según si el que comenta es uno u otro. Marx la describe como una vindicación de los ideales socialistas, a lo que Bakunin responde que al no depender ella de una vanguardia y al no haberle tomado el poder al Estado o intentado crear un estado revolucionario, la comuna era anarquista.

En un sentido formal, la Comuna de París de 1871 fue simplemente la autoridad municipal que ejerció el poder en esa ciudad durante los dos primeros meses de la primavera de 1871. Pero las condiciones en las que ella se formó, su controvertidos decretos y su sangriento final hacen de ella un interesante episodio de la historia contemporánea.


Destrucción de la Columna Vendomme


Mujeres y niños llevando los cañones hacia Montmatre


Los obreros toman las herramientas empeñadas durante el asedio

Trasfondo

La comuna fue posible gracias a un levantamiento popular de todas las tendencias revolucionarias dentro de París después de que la Guerra Franco-prusiana terminase con Francia derrotada . La guerra con Prusia, comenzada por Napoleón III («Louis Napoleón Bonaparte») en julio de 1870, se desarrolló desastrosamente para Francia, y en septiembre del mismo año tras la derrota en la Batalla de Sedán, los diputados repúblicanos derrocaron el Imperio y proclamaron la República[1] . Dias después París quedó bajo el asedio del ejército enemigo.

La brecha entre ricos y pobres en la capital se había ampliado enormemente en los últimos años y la escasez de comida, sumado al constante bombardeo prusiano, llevó a un descontento general. Los trabajadores se estaban volviendo más receptivos a ideas más radicales. Una demanda específica fue la de que París debía poseer un gobierno autónomo, con una comuna elegida por la propia población, algo que ya disfrutaban la mayor parte de las ciudades francesas, pero que era negado a París por un gobierno temeroso de la indócil población de la capital. Un deseo más vago pero también relacionado fue el de un sistema de gestión de la economía más justo, si no necesariamente un sistema socialista, resumido en el grito popular de la république démocratique et sociale !

En enero de 1871, cuando ya habían transcurrido 4 meses de asedio, Louis-Adolphe Thiers, futuro jefe ejecutivo (más tarde presidente) de la Tercera República Francesa[1] , buscó un armisticio. El Canciller Otto von Bismarck en representación de los prusianos, incluyó la ocupación de París dentro de los términos de la paz del Tratado de Fráncfort. A pesar de las penalidades del asedio muchos parisinos estaban resentidos de que se hubiese permitido a los prusianos una breve ocupación ceremonial de su ciudad.

Por aquel tiempo varias decenas de miles de parisinos eran miembros armados de una milicia de ciudadanos conocida como la «Guardia Nacional», la cual se había expandido mucho para ayudar a defender la ciudad. Algunos batallones en los distritos más pobres elegían a sus propios oficiales y poseían algunos cañones que habían sido creados en París y pagados por suscripción pública. La ciudad y su Guardia Nacional habían resistido el ataque de las tropas prusianas durante seis meses. La población de París fue desafiante al enfrentar la ocupación y limitaron la presencia prusiana a una pequeña área de la ciudad, vigilando además los límites de ésta.

Comenzaron movimientos para formar un «Comité Central» de la Guardia Nacional. Louis-Adolphe Thiers, presidente del gobierno Francés, la nueva Tercera República, se dio cuenta de que en aquella inestable situación cabía la posibilidad de que este comité se constituyera en un centro alternativo de poder al del gobierno oficial. Además, estaba preocupado por que los trabajadores se armaran con las armas de la Guardia Nacional y provocaran a los prusianos.

Los eventos en esta etapa son confusos, pero lo que está claro es que antes de que los prusianos entraran a París, la Guardia Nacional, ayudada por civiles, se las arregló para alejar del camino de los prusianos los cañones (que consideraban de su propiedad) y almacenarlos en «distritos seguros». Uno de los principales «parques de cañones» estaba en las alturas de Montmartre.


Batería prusiana apuntando a París


Prisioneros de la Comuna trasladados a Versalles


Cadáveres de comuneros

El alzamiento y naturaleza de la Comuna

Los prusianos entraron en París brevemente y la abandonaron de nuevo sin ningún incidente. Pero París continuó cercada mientras el problema de las indemnizaciones de las guerras seguía afectando.

Al mismo tiempo que el Comité Central de la Guardia Nacional estaba adoptando una posición cada vez más radical y ganando firmemente autoridad, el gobierno no podía permitirle indefinidamente tener 400 cañones a su disposición. Y así, como primer paso, el 18 de marzo Thiers ordenó a sus tropas coger los cañones almacenados en las cimas del Montmartre. En vez de seguir las instrucciones, los soldados, que no tenían la moral muy alta, fraternizaron con la Guardia Nacional y los residentes locales. Cuando su general, Claude Martin Lecomte, les ordenó disparar a una muchedumbre desarmada, le apearon de su caballo. Más tarde fue fusilado, junto con el General Clément Thomas, un antiguo comandante de la Guardia Nacional, responsable de la represión contra los obreros durante la rebelión popular en junio de 1848, que fue recogido por una muchedumbre cuando estaba paseando en los Boulevards.

Otras unidades armadas se unieron a la rebelión, que se esparció tan rápidamente que el Presidente Thiers ordenó la evacuación inmediata de París de las fuerzas regulares que aún le seguían siendo leales, tales como la policía y administradores. Él mismo huyó, a la cabeza de sus hombres, a Versalles. El Comité Central de la Guardia Nacional era ahora el único gobierno efectivo en París: casi inmediatamente renunció a su autoridad y organizó elecciones para una comuna, propuestas para el 26 de marzo.

Los 92 miembros de la Comuna (o, mejor dicho, del "Concilio Comunal") incluía habilidosos trabajadores, algunos «profesionales» (tales como doctores y periodistas), y un gran número de activistas políticos, desde reformistas republicanos, además de varios tipos de socialistas, hasta jacobinos que tendían a mirar nostálgicamente la Revolución Francesa. El carismático socialista Louis Auguste Blanqui fue elegido presidente del Concilio, pero esto ocurrió en su ausencia ya que había sido arrestado el 17 de marzo y estuvo retenido en una prisión secreta durante la vida de la Comuna. La Comuna de París fue proclamada el 28 de marzo, aunque los distritos locales con frecuencia retuvieron las organizaciones por el asedio.

A pesar de las diferencias internas, el Concilio tuvo un buen comienzo al mantener los servicios públicos esenciales para una ciudad de dos millones de habitantes; también fue capaz de alcanzar un consenso sobre ciertas políticas que tendían hacia una democracia social progresista más que a una revolución social. Debido a la falta de tiempo (la Comuna pudo reunirse menos de 60 días en total) sólo unos pocos decretos fueron implementados. Éstos incluían: remisión de las rentas, que habían sido aumentadas considerablemente por caseros, hasta que se terminase el asedio; la abolición del trabajo nocturno en los cientos de panaderías de París; la abolición de la guillotina; la concesión de pensiones para las viudas de los miembros de la Guardia Nacional muertos en servicio, así también como para sus hijos; la devolución gratuita de todas las herramientas de los trabajadores, a través de las casas de empeño estatales; se pospusieron las obligaciones de deudas y se abolieron los intereses en las deudas; y, alejándose de los estrictos principios "reformistas", el derecho de los empleados a tomar el control de una empresa si fuese abandonada por su dueño.

El Concilio terminó con el alistamiento y reemplazó el ejército convencional con una Guardia Nacional de todos los ciudadanos que podían portar armas. La legislación propuesta separaba la iglesia del estado, hacía que todas las propiedades de la iglesia pasaran a ser propiedad estatal, y excluía la religión de las escuelas. Se les permitió a las iglesias seguir con su actividad religiosa sólo si mantenían sus puertas abiertas al público por la tarde para que se realizasen reuniones políticas. Esto hizo de las iglesias el principal centro político participativo de la Comuna. Otra legislación proyectada trataba de reformas educativas que permitirían la educación y la práctica técnica fueran disponibles para todo el mundo.

La Comuna adoptó durante su breve existencia el anteriormente descartado Calendario de la I República Francesa, así como la bandera roja en vez de la tricolor.

La carga de trabajo fue facilitada por varios factores, aunque se esperaba de los miembros del Concilio (que no eran «representantes» sino «delegados» y podían ser inmediatamente cambiados por sus electores) que realizasen algunas funciones ejecutivas aparte de las legislativas. Las numerosas organizaciones ad hoc establecidas durante el asedio en las localidades («quartires») para satisfacer las necesidades sociales (cantinas, estaciones de primeros auxilios, etc.) continuaron creciendo y cooperando con la Comuna.

Al mismo tiempo, estas asambleas locales perseguían sus propias metas, normalmente bajo la dirección de trabajadores locales. A pesar del reformismo formal del Concilio de la Comuna, en conjunto la composición Comuna era mucho más revolucionaria. Las tendencias revolucionarias incluían anarquistas y socialistas, blanquistas y republicanos liberales. La Comuna de París ha sido celebrada por anarquistas y socialistas marxistas continuamente hasta la actualidad, en parte debido a la variedad de tendencias, el alto grado de control por parte de los trabajadores y la notable cooperación entre los diferentes bandos revolucionarios.

En el IIIe arrondissement, por ejemplo, se proporcionó material escolar gratuitamente, tres escuelas se transformaron en entidades laicas y se estableció un orfanato. En el XXe arrondissement, se proporcionó a los escolares ropa y comida gratuita. Existieron muchos casos más de este tipo. Pero un ingrediente vital en el relativo éxito de la Comuna en su etapa fue la iniciativa mostrada por trabajadores sencillos en el dominio público, que se las arreglaron para tomar las responsabilidades de los administradores y especialistas removidos por Thiers.

Friedrich Engels, el más cercano colaborador de Marx, mantendría después que la ausencia de un ejército fijo, las políticas autónomas de los "quartiers" y otras características tuvieron como consecuencia que la Comuna no fuese como un estado en el sentido represivo del término: era una forma de transición en dirección de la abolición del estado como tal. Su posible desarrollo futuro, sin embargo, seguiría siendo una pregunta teórica: después de sólo una semana fue atacada por elementos del nuevo ejército (que incluía antiguos prisioneros de guerra liberados por los prusianos) creado rápidamente en Versalles.


Destrucción del Ayuntamiento de París


Mur des fédérés

La Comuna fue asaltada desde el 2 de abril por las fuerzas del gobierno del ejército de Versalles y la ciudad fue bombardeada constantemente. La ventaja del gobierno era tal que desde mediados de abril negaron la posibilidad de negociaciones.

La zona exterior de Courbevoie fue capturada, y en un intento retrasado de las fuerzas de la Comuna para marchar sobre Versalles fracasó ignominiosamente. La defensa y la supervivencia se transformaron en las principales consideraciones. Las mujeres de la clase trabajadora de París servían en la Guardia Nacional e incluso formaron su propio batallón, con el que más tarde pelearon para defender el Palacio Blanche, pieza fundamental para Montmartre. (Es importante también señalar que incluso bajo el gobierno de la Comuna las mujeres aún no tenían derecho a voto, ni tampoco existían miembros femeninos en el Concilio.)

Una gran ayuda también vino desde la comunidad extranjera de refugiados y exiliados políticos en París: uno de ellos, el polaco ex-oficial y nacionalista Jaroslaw Dombrowski, se convirtió en general destacado de la Comuna. El Concilio estaba influenciado por el internacionalismo, por lo que la Columna Vendôme, que celebraba las victorias de Napoleón I y era considerada por la Comuna como un monumento al chovinismo, fue derribada.

En el extranjero, había reuniones y mensajes de buena voluntad enviados por sindicatos y organizaciones socialistas, incluyendo algunos en Alemania. Pero las esperanzas de obtener ayuda concreta de otras ciudades de Francia fueron pronto abandonadas. Thiers y sus ministros en Versalles se las arreglaron para evitar que saliera de París casi toda la información; y en los sectores provinciales y rurales de Francia había siempre existido una actitud escéptica hacia las actividades de la metrópolis. Los movimientos en Narbonne, Limoges y Marsella fueron rápidamente aplastados.

Mientras la situación se deterioraba, una sección del Concilio ganó una votación (a la que se oponía Eugène Varlin —un corresponsal de Carlos Marx— y otros moderados) para crear un «Comité de Salvación Pública», modelado a imagen del órgano jacobino del mismo nombre formado en 1792. Sus poderes eran extensos y despiadados. Pero ya casi había pasado la hora en la que una autoridad central fuerte podía haber ayudado.

El 21 de mayo una puerta en la parte occidental de las murallas de París fue forzada y comenzó la reconquista de la ciudad por parte de las tropas de Versalles, primero ocupando los prósperos distritos occidentales donde fueron bien recibidos por los vecinos que no habían dejado París tras el armisticio.

Las fuertes lealtades locales que habían sido una característica positiva de la Comuna se convirtieron en una cierta desventaja: en lugar de una defensa planeada globalmente, cada «quartier» luchó por su supervivencia y fue derrotado cuando llegó su turno. Las redes de calles estrechas que hicieron inexpugnables distritos enteros en revoluciones anteriores habían sido en gran parte reemplazadas con anchos bulevares[2] . Los de Versalles disfrutaban de un mando central y disponían de artillería moderna.

Durante el asalto, las tropas del gobierno fueron responsables de la matanza de ciudadanos desarmados: se disparó a los prisioneros que estaban fuera de control y las ejecuciones múltiples fueron algo común. El 27 de mayo, en un gesto fútil de desafío, una multitud asedió y asesinó a 50 rehenes, varios de ellos sacerdotes, que habían sido retenidos por la Comuna. En total, las pérdidas del gobierno rondaron los 900 hombres.

La resistencia más acérrima llegó en los distritos más de clase trabajadora del este, donde la lucha continuó durante ocho días de combates callejeros (La Semaine sanglante, la semana sangrienta). El 27 de mayo sólo quedaban unos pocos focos de resistencia, los más notables los de los más pobres distritos del este de Belleville y Ménilmontant.

A las cuatro de la tarde del día siguiente cayó la última barricada, en la rue Ramponeau de Belleville, y el mariscal MacMahon lanzó una proclama: «A los habitantes de París. El ejército francés ha venido a salvaros. ¡París está liberada! A las cuatro en punto nuestros soldados tomaron la última posición insurgente. Hoy se ha acabado la lucha. El orden, el trabajo y la seguridad volverán a nacer».

Las represalias comenzaron en serio. Se declaró un crimen haber apoyado a la Comuna en cualquier modo, de lo que se podía acusar —y se acusó— a miles de personas. Varios miles de comuneros fueron fusilados masivamente (de diez en diez) en lo que ahora se llama «El Muro de los Comuneros» en el Cementerio de Père-Lachaise mientras que otros miles de personas fueron llevados a Versalles u otras localidades en las afueras de París, para ser juzgados. Pocos comuneros escaparon, principalmente a través de las líneas prusianas hacia el norte. Durante días columnas de hombres, mujeres y niños hicieron, escoltados por militares, un camino hacia barrios o campos baldíos de Versalles convertidos en prisiones temporales o más bien en campos de concentración. Quizás sean los primeros campos de concentración que registra la Historia. Más tarde muchos fueron juzgados y varios condenados a muerte, aunque otros muchos fueron ejecutados sumariamente; otros fueron condenados a trabajos forzados; otros más fueron deportados temporalmente o de por vida a islas francesas del Pacífico prácticamente deshabitadas, como fuera el caso de la maestra socialista Louise Michel. Nunca se ha podido establecer de manera segura el número de asesinados durante la Semaine sanglante. Algunos testigos, como Prosper Olivier Lissagaray, autor de una conocida obra sobre la Comuna, señalan que en realidad fueron dos semanas de ejecuciones. Algunas estimaciones son de 30.000 muertos en los combates por París y muchos más heridos. Según Lissagaray y otros testigos de la época los ejecutados durante las dos semanas sangrientas que siguieron a la toma de París fueron 50.000, sin hacer distinción de edad o sexo. Varios centenares de obreras parisienses, conocidas como "petroleras", fueron también fusiladas en los muros del cementerio de Père Lachaise. Unas 7'000 personas fueron desterradas a Nueva Caledonia. Para los presos (sólo algunos centenares) hubo una amnistía general en 1889. París estuvo bajo la ley marcial durante cinco años.

Retrospectiva de la Comuna

La clase acomodada de París, y la mayoría de los antiguos historiadores de la Comuna, vieron aquel hecho como un clásico ejemplo del «dominio de la muchedumbre», terrorífico y al mismo tiempo inexplicable. La mayoría de los actuales historiadores, incluso aquellos de derechas, han reconocido el valor de alguna de las reformas de la Comuna y han deplorado el salvajismo con el que fue reprimida. Sin embargo, han encontrado difícil de explicar el odio sin precedentes que la Comuna despertó en las clases medias y altas de la sociedad. Odio sin justificación contra un gobierno que además de ser grandemente pluralista, no tomó nunca medidas enérgicas contra sus enemigos. Según Lissagaray, mientras la Comuna estaba de fiesta y celebrando sus moderadas reformas, Versalles sólo pensaba en "...desangrar a París".

Por esa misma causa, en las izquierdas, hay quienes han criticado a la Comuna por mostrarse demasiado moderada, especialmente dada la situación política y militar de cerco en la que se encontraba. Karl Marx encontró agravante que los miembros de la Comuna «perdieran valiosísimos momentos» organizando elecciones democráticas en vez de terminar de una vez por todas con Versalles. El banco nacional de Francia, ubicado en París con la reserva de millones de francos, fue dejado intacto y desprotegido por los miembros de la Comuna. Tímidamente pidieron prestado dinero del banco (que, obviamente, obtuvieron sin ninguna vacilación). Los miembros de la Comuna optaron por no coger los recursos del banco por miedo a que el mundo entero los condenara. De esta manera, se movieron grandes sumas de dinero desde París a Versalles, dinero que terminó por financiar el ejército que dio fin a la Comuna. En el momento de retirada de Thiers y sus generales y tropas, los comuneros y en particular los dirigentes de la Comuna, permitieron que la técnica militar principal de París partiera íntegra hacia Versalles en manos de la reacción, sin intervenirla. La vacilación de tomar esas armas y entregárselas al pueblo fue fatal para la Comuna. Según los socialistas radicales y comunistas, la Comuna tenía que asegurarse la ciudad y el país antes de darle una vida tan idealmente democrática.

Algunos comunistas, izquierdistas, anarquistas y otros simpatizantes han visto a la Comuna como un modelo para, o como base de una sociedad liberal, con un sistema político basado en la democracia participativa como eje de la administración. Marx y Engels, Bakunin y posteriormente Lenin y Trotsky intentaron sacar lecciones teóricas (en particular en lo que concierne a «la marchitación del estado») desde la limitada experiencia vivida por la Comuna. El crítico Edmond de Goncourt obtuvo una lección más pragmática: tres días después de La Semaine sanglante escribió «... El derramamiento de sangre ha sido total, y un derramamiento de sangre como éste, al asesinar la parte rebelde de la población, sólo pospone la siguiente revolución... La vieja sociedad tiene por delante 20 años de paz...».

La Comuna de París ha sido parte de las citas de muchos líderes comunistas. Mao se refería a ella con bastante frecuencia. Lenin, junto a Marx, consideraban la Comuna un ejemplo real de la dictadura del proletariado. En su funeral su cuerpo fue envuelto en los restos de una bandera roja preservada desde la Comuna. La nave espacial Voskhod 1 portaba parte de un estandarte de la Comuna de París. También, los bolcheviques renombraron la nave de combate Sebastopol como "Parizhskaya Kommuna" en honor a la Comuna.

¿Qué pide la Comuna?

El reconocimiento y la consolidación de la República como única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y con el libre y constante desarrollo de la sociedad. La autonomía absoluta de la Comuna, que ha de ser válida para todas las localidades de Francia y que garantice a cada municipio la inviolabilidad de sus derechos, así como a todos los franceses el pleno ejercicio de sus facultades y capacidades como seres humanos, ciudadanos y trabajadores. La autonomía de la Comuna no tendrá más límites que el derecho de autonomía igual para todas las demás comunas adheridas al pacto, cuya alianza garantizará la Unidad francesa.

Declaración de la Comuna de París al Pueblo Francés, 19 de abril de 1871

https://www.fideus.com/esdeveniments%20-%20comuna%20de%20paris.htm


Tal día como hoy, la última barricada de la Comuna de París, defendida por un solo héroe anónimo, como suelen serlo la mayoría de heroes, caía y con ella la última resistencia de la Comuna en los barrios obreros del este de París. Para muchos, un pequeño párrafo de la Guerra Franco-Prusiana, para otros, el primer alzamiento revolucionario socialista exitoso (entre comillas). Comunistas y anarquistas analizaron este suceso con lupa y detalle y fue de relevancia vital para el desarrollo de las ideas de Marx o Bakunin. Sin más, Vive la Commune!

13
B

No me lo he leído todo, que lo haré desde luego, y no soy un experto del tema, solo lo he estudiado brevemente.

Se pueden sacar muchas reflexiones y enseñanzas de este episodio, pero para mi la principal es que una vez estas en ese momento de ruptura con el viejo mundo, que no te tiemble la mano, y si te tienes que manchar las manos de sangre adelante, porque los defensores del viejo régimen no van a tener piedad contigo.

Para mi es uno de sus principales errores, y creo que viene reflejado en tu escrito.

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B

hoy en dia las cosas se cambian con la educacion no con la violencia, estas revoluciones guerreras estaban muy bien en su epoca pero no son extrapolables a nuestro tiempo.

2 respuestas
Fox-ES

#3 No te has leído el hilo, verdad?

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B

#4 yo si y tu?

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Don_Verde

#2 Como bien dices, las conclusiones a sacar del suceso son múltiples y dependiendo del prisma del cual se mire. Quizás no llegue al extremo de aceptar el ataque preventivo (la autodefensa siempre), pero si debió de ser el máximo indicativo para las revoluciones posteriores que, una vez que se alcen contra el poder establecido, este intentará recuperarlo a toda costa, sin ningún tipo de miramientos ni contemplaciones. Y que una vez que se inicie, esos gobernantes poderosos que pueden luchar entre ellos por territorios u otras cuestiones, se unirán sin lugar a dudas para aplastar el cambio de paradigma.

Bakunin dedicó un largo, larguísimo escrito analizando en detalle la Comuna en el cual le cargaba los muertos a los jacobinos y a su manía de hacer política parlamentaria mientras Versalles no paraba de actuar pasándose su propia ley por el Arco del Triunfo con tal de acabar con esa revuelta. Tampoco tengo demasiado conocimiento del tema, aunque algo he leído, pero creo sinceramente que estaba condenada al fracaso desde el comienzo, en eso coinciden Marx y Bakunin (y no es fácil que estos dos coincidan en algo).

spoiler

#3 Durante el gobierno de la Comuna se calcula que se ajusticiaron a 100 personas aprox, la mayoría acusados de espionaje o sabotaje y el obispo de París, que no le dio tiempo a salir por patas. La violencia fue la brutalísima represión sufrida por los parisinos para que no se les ocurriese volver a alzarse jamás contra la République. Tan bestia fue que la siguiente vez que pasó un suceso de alteración del orden público remotamente parecido fue Mayo del 68...1968.

Aunque comparto tu postura de que la revolución armada, actualmente, es inviable. Las veces que han funcionado ha sido por que el estado estaba en colapso total y el pueblo tenía "fácil" acceso al armamento. Hoy en día tienen un siglo y algo de estudios respecto a esta problemática y han aplicado soluciones efectivas, tanto que no se me ocurre forma alguna de que volviese a ocurrir algo así en un país occidental, salvo un colapso sistémico mundial o alguna catástrofe por el estilo.

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Fox-ES

#5 No fue ninguna revolución guerrera.

vuvefox

#6 Me lo he leído entero. Hay una cosa que no termino de comprender del todo, la primera es por qué hubo gente que facilitó la entrada del ejército de Versalles si la comuna era por y para el pueblo y tenían el antecedente de la guardia Nacional tan cercano.

Supongo que como en todos los regímenes tendrían su oposición, en el artículo parece que la comuna fue la gran salvación del pueblo. Pero siempre desconfío de las relatos que solo hablan bien o mal de una cosa , se que hay alguna crítica en el texto pero lo he visto muy homenaje. Que cosas tuvo malas esta comuna para que la reconquista de Versalles tuviera también desde dentro?

Otra cosa de la que me gustaría dejar mi opinión y preguntar. Al parecer cuando empezó la invasión cada quartier lucho por ellos mismos, ese "egoísmo" es una gran desventaja y me choca mucho porque la comuna se caracteriza por totalmente lo contrario. No sé si podrías analizar un poco este aspecto más social que histórico. Mi opinión es que muchas veces la gente de bajo nivel socioeconómico (el típico trabajador) muchas veces no termina de comprender los ideales comunistas y realmente se deja llevar por el sentimiento del momento y por las ganas de dejar de ser oprimido , y por la ganas de cambio y tomar ellos el control (algo que ellos jamás habrían pensado posible y es lógico que quieran obtenerlo ). Aunque la dirección de la comuna fue muy moralista con sus ideales (por decirlo asi), pero cuando llegó el momento creo que la sociedad no supo corresponderles y se dejó llevar por la supervivencia y el egoísmo. Supongo que la época de la guardia Nacional fue un movimiento puntual y que después no hubo una educación necesaria para surtir en un cambio de mentalidad efectivo, digamos que fue el sentimiento del momento lo que provocó esa organización pero no termino de calar en la mentalidad colectiva . También fueron dos meses muy escasos.

Básicamente quería incidir sobre el aspecto social, como vivió la gente la transformación, por que había oposición a esos cambios en la ciudad (que tenía que haberlos) y por qué la gente no abandonó su quartier y se volvió a organizar en montmatre para defender la tan maravillosa comuna.

Siento la redacción que estoy desde el móvil y en medio de una charla. Gran aportación.

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Don_Verde

#8 A lo primero, la Comuna no era un régimen de consenso o impositivo, dentro de ella existía oposición y había simpatizantes del gobierno republicano de Thiers. Solo hasta que comenzó el asalto masivo de las fuerzas de Versalles se tomaron más en serio los opositores internos y tampoco fueron nunca excesivamente opresores. Entraron por el Oeste de París, la zona más burguesa y acomodada en la época, así que casi con toda probabilidad se le ayudo desde dentro para entrar en París. Es más, en la zona de Courbevoie recibieron al ejercito republicano entre vítores y aplausos...no sabían que algunos de ellos acabarían también fusilados por apoyar a la Comuna.

Respecto a lo segundo, la lucha individual de cada quartier no lo englobaría como egoísmo, si no al rechazo de esos quartier de aceptar una autoridad militar superior que organizase la defensa. Esto provocó el desastre, pero no creo que ni aunque se hubiesen organizado con una estructura militar rígida hubiesen sobrevivido contra las fuerzas republicanas. Estás actuaciones...¿proto-libertarias? ¿pre-libertarias? no son la mejor idea para el conflicto militar, es el gran fallo de las revoluciones socialistas no-marxistas, que sin una férrea organización y jerarquía no puedes enfrentarte a un ejercito profesional o con estructura militar organizada.

Los comunistas o anarquistas en la comuna, aunque nos guste tirarnos flores respecto al suceso, no eran la mayoría ni mucho menos. La inmensa mayoría de la población y del gobierno de la comuna eran jacobinos, viejos revolucionarios franceses que ya en la época estaban divididos en un sector favorable a un proceso revolucionario como la Revolución Francesa, a lo Robespierre, mientras otros ya criticaban esa forma de actuar y buscaban una forma de organización y de revolución distinta. Este último sector fue el que controló en la práctica la comuna, con fuerte influencia de personajes socialistas que veían con espanto volver a cometer los mismos errores que cometieron los revolucionarios que asaltaron la Bastilla.

La Guardia Nacional continuó existiendo hasta el final, fue la organización que se encargó de la defensa de la Comuna, pero no hubo un intento efectivo de los gobernantes de la Comuna, salvo muy al final y ya sin poder evitar la debacle, de intentar ideologizar o imponer una forma de actuar o visión. Desde un punto de vista actual, nos puede parecer que en un contexto de tanta emergencia, no imponer un orden y jerarquía es una locura, pero hay que entender que los parisinos ya vivieron una revolución antes...y conocieron bastante bien la dama guillotina y las locuras del Terror (Rojo y Blanco, que solo se acuerdan de Robespierre), asi que hay que entender que volver a las viejas formas del régimen republicano revolucionario no fuesen bien recibidas por la mayoría de la población.

Es más, esa es la gran crítica del marxismo hacia la Comuna, que cayó por blanda y por perder el tiempo en políticas y no emplear ese tiempo en organización militar y en controlar París totalmente purgando de disidentes y demás. La crítica anarquista viene a ser que esta la Comuna no terminó de arrancarse de todo ese sustrato burgués y acabó perdiendo el tiempo en parlamentarismo en vez de concienciar y difundir los ideales socialistas que hubiesen servido para no tener oposición interna. En la realidad, tanto unos como otros entienden de que no se podía mantener un régimen de una ciudad contra todo el poder de un estado como el francés. Marx abogaba más por lograr un pacto con Versalles, Bakunin, que durante el periodo estaba en la Comuna de Lyon (hubo más comunas, pero Thiers y el gobierno de Versalles acabaron pronto con las demás y cortaron las vías de comunicación), era más partidario de buscar apoyo social en el campo y en el extranjero (y se pilló un mosqueo con los campesinos franceses por "pasar del tema" de aupa :P )

Pdt: El artículo es marxista...no hasta extremo que he leído otras veces, pero se le notan las costuras. Intenté buscar un articulo desde una posición más anarquista o algo más mediado, pero no es tan sencillo. Fuera de los sectores socialistas, el suceso se examina con brevedad y poca profundidad alegando su escaso tiempo de existencia, así que es casi obligado buscar fuentes de caracter socialistas o irse al otro extremo que prácticamente ven la Comuna como el Directorio de Robespierre.

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vuvefox

#9 tirar de retroscopio y criticar a toro pasado es muy fácil. Habria que ver a marx en el gobierno, a ver que hubiese hecho. Pero claro teniendo en cuenta los antecedentes de la guillotina pues es lógico que se pasarán de blandos para intentar no caer en el mismo error.

Lo del quartier verlo como negativa a asumir una autoridad.... Uf no se, es difícil concretar el por qué a menos que esté registrado pero eso le suena a "excusa comunista". En dos putos meses la gente no tendría tiempo para un cambio tan radical de mentalidad, no creo que la gente se negara a servir a la guardia Nacional en pos de la defensa de Paris, sabiendo que iban a venir a acabar con la comuna y a matar a los disidentes. Eso es lo que me cuesta entender, con la amenaza tan cerca... Negarse me parece absurdo y más si hasta hace NADA la gente lo hizo.

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Don_Verde

#10 Es que no creo que los parisinos comuneros pensasen de que iban a ser reprimidos a sangre y fuego...tenían el antecedente de la revolución francesa y cuando la capital del país se levanta y se alza contra el gobierno, pensarían que iba a suceder como sucedió en el siglo anterior y se extendería por el resto del país como la pólvora. Para su desgracia, Thiers no era Luis XVI, era mucho mejor dirigente y tenía conocimientos de los antecedentes y actuó rápidamente para evitar que se repitiese.

Cuando los comuneros fueron conscientes de su soledad y de la inevitabilidad del fracaso de su alzamiento, ya era demasiado tarde y las tropas republicanas ya estaban en París ocupando barrio a barrio toda la ciudad. En ese caos que hubiese una desorganización en la defensa, me parece del todo lógico y normal, fuera de ideologías y análisis políticos. Es mi opinión, de todas formas, la realidad salvo que se invente la máquina del tiempo...la tenemos jodido de saber a ciencia cierta :P

1 año después
Darax

Fueron demasiado ingenuos si creyeron que no iban a ir con todo a por ellos.

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Don_Verde

#12 En general, especialmente en el siglo XIX y XX pre-Segunda Guerra Mundial, las revoluciones y alzamientos se hacían por desesperación e insostenibilidad de los mecanismos de represión del estado. Claro que sabía que probablemente el gobierno francés intentaría destrozarlos, pero era algo que debían intentar.

Afortunadamente, su legado sobrevivió a sus enemigos y asesinos :)

casimedia

Si queréis hacer una comuna. En Badajoz hay sitio de sobra. Será por hectáreas sin poblar ...

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Don_Verde

#14 París es más bonito. Sobretodo sin parisinos.

Pero vamos, si eso te puedes leer el artículo o buscar algo sobre ello, verás que resulta más interesante que las granjas de piojos de los hippies en mitad de un páramo.

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