LVG: Un error histórico

kraqen

Ya se que llevamos unos tres threads sobre el mismo tema, pero creo que el artículo que no tiene nada de VOX o PSOE puede discutirse por separado en vez de quedar sepultado en memes de Abascal (aunque posiblemente acabe igual):

El 22 de diciembre de 2004 se produjo la última votación de la Ley Orgánica 1/2004 sobre Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. En esa ocasión se hallaban presentes 325 de 350 diputados. El resultado de la votación fue unánime. Todos los diputados presentes, todos los grupos, todos los partidos de la cámara dijeron que sí, que esa ley era correcta y necesaria. Todos se auparon en una sincera ola de indignación moral por la estadística anual de asesinatos de mujeres a manos de hombres. No de cualesquier hombres, sino de los que habían sido o eran sus maridos o sus parejas.

Sin embargo, con parte de esa ley se cometió un error histórico que hay que corregir.

Aunque los que estudian esta materia llevan décadas discutiendo sin ponerse de acuerdo, cada vez parece más difícil sostener, con datos, que exista una causa concreta, identificable, de la violencia contra las mujeres en el ámbito familiar. De hecho, esta forma concreta de violencia —y otras, de mujeres contra hombres o contra otras mujeres, de hombres entre sí, de personas unidas por vínculos familiares, pero no sentimentales o sexuales, etc.— son fenómenos complejos, en los que confluyen, se compensan y se acumulan muchos factores, y una aproximación inteligente nos exige una descripción detallada de sus elementos, de sus detonantes y un diagnóstico sobre sus causas últimas, antes de siquiera plantearnos si existe una solución y, de existir, de empezar a calcular sus costes. La expresión «tolerancia cero» es admisible como desiderátum, pero para saber si su corolario, «ni una más», es posible como objetivo, en un sentido práctico, debemos conocer cuánto nos va a costar, en términos económicos y humanos, qué debemos pagar a cambio. Esto solo parece frío si tenemos una visión inocente de la existencia. Es lo mismo que consideramos cuando nos preguntamos por medidas para alejar la muerte natural o accidental, para eliminar el crimen en general, acabar con la enfermedad, la ignorancia, la deficiente alimentación, la desigualdad, o para limar las aristas que surgen con la vejez, por enumerar algunos males a los que querríamos poner remedio.

En todo caso, el error histórico que da título a este artículo no es el de definir este mal concreto que nos ocupa como una consecuencia de estructuras heteropatriarcales de origen social, cultural, que podrían removerse con una decidida acción del Estado. Yo creo que esta explicación es simplista, seguramente equivocada —en lo que se refiere a su exclusivo o predominante origen cultural, y en lo relativo a su acierto como descripción actual en los países más avanzados socialmente—, pero esto tampoco importaría tanto si no se hubiese convertido en un dogma y si las posiciones no hubiesen alcanzado el grado actual de crispación y animosidad. Es decir, si se admitiese la discusión leal y racional de sus postulados y de las consecuencias de las políticas implantadas. Sin embargo, esa explicación se ha vuelto dogmática precisamente porque elude la puesta en cuestión de sus paradigmas, que se han vuelto intocables, sin importar hechos, métodos o mediciones. Solo hay una explicación válida y el que la matiza o la discute, siquiera parcialmente, es un neomachista. Es decir, el discurso ha desembocado en magia o religión: no solo contiene una explicación de por qué existe la violencia contra las mujeres —o las diferencias salariales o las disparidades sociales—, sino que incluye un sistema de seguridad, que desactiva cualquier discusión crítica por el simple procedimiento de etiquetar al discrepante como un ejemplo más del mal que hay que eliminar.

La historia, sin embargo, demuestra que las deficientes descripciones de la realidad no suelen durar, y que cuanto más rígidos son sus postulados y más se utiliza la coacción para sostenerlas, más fácil es que se produzca finalmente un rechazo total, incluso en aquello que pudieran tener de valiosas o acertadas. Lo exacerbado y dogmático es veleidoso, y la memoria de sus defensores frágil. Lo que en un momento fue mayoritario por moda, puede dejar de serlo por la misma razón. En mi opinión, este fenómeno pendular se empieza a manifestar con fuerza. Sin embargo, aún estamos a tiempo de aminorar las consecuencias de un cambio poco meditado. Para lograrlo debemos dar una serie de pasos.

En primer lugar, hay que modificar las normas penales que han desigualado a hombres y mujeres, castigando conductas iguales con penas diferentes. Las desafortunadas y erróneas decisiones —a mi juicio— que adoptó el Tribunal Constitucional sobre estos preceptos se refieren a su constitucionalidad, no a su oportunidad. Yo sostengo que no son constitucionales y que el tribunal se equivocó, sobre todo porque la justificación de la desigualdad es —pese al encubrimiento que se contiene en la jurisprudencia constitucional— un ejemplo manifiesto del derecho penal de autor, al atribuir a un grupo de personas, los hombres, un reproche añadido cuando perpetran delitos exteriormente idénticos a los de otros ciudadanos, que son castigados más levemente por ser mujeres. Estoy simplificando, ya sé que hay diversas posibilidades en cuanto a actores y víctimas y no quiero detenerme demasiado en esto, que daría para un artículo aún más largo que este. No quiero detenerme porque, en todo caso, y al margen de su constitucionalidad, la solución adoptada fue un disparate. El derecho penal es una forma de agresión autorizada contra los derechos y libertades. Se admite porque nos protege a todos de las conductas que más nos repugnan y dañan, pero, por esa misma razón, es un instrumento inadecuado para las políticas activas. La propia política criminal debe caracterizarse siempre por la prudencia y la humildad. Las prisiones, las multas, las prohibiciones graves son respuestas defensivas, que deben promover el bien de forma refleja, porque suponen siempre la existencia de alguien que sufre consecuencias personales y reputacionales. Toleramos esta agresión autorizada si no la percibimos como algo arbitrario: la pena ha de ser como la muerte, alcanzar al rico o al pobre, al rey y al plebeyo. No hay nada más disolvente para su eficacia que la sensación de arbitrariedad, de que la misma conducta no recibe la misma respuesta.

Además, al introducir la desigualdad en el ámbito penal disfrazada de artificio sobre el desvalor de esquemas colectivos milenarios que se decía reproducían los autores de los delitos, se abrió una brecha muy peligrosa. Si los crímenes siguen produciéndose, pero no se puede discutir la explicación última ni el remedio, la única solución para la disminución de las cifras es la huida hacia delante. Hemos visto como se han efectuado propuestas aberrantes que pretenden relajar la presunción de inocencia, incluso invirtiendo la carga de la prueba. De ahí la insistencia en convertir a todas las denunciantes en miembros de un colectivo uniforme. Todas dicen la verdad, todas somos hermanas, no hay intereses personales, sino una especie de nación de víctimas. Cada vez que se agrede a una se agrede a todas. Esta negación de la realidad —tan obvia y adulta como que cada mujer es un ciudadano único con sus propios intereses— basada en una descripción grupal que encierra una desigualdad asimétrica (las mujeres son víctimas en potencia y los hombres criminales en potencia, por lo que a ellas les une un factor valioso moralmente y a nosotros nos une un factor moralmente despreciable) también tiene los pies de barro. Tras las movilizaciones, los linchamientos y los cambios legislativos, muchas mujeres terminarán votando a partidos que quieren derogar «todo esto», porque, sorpréndanse, tienen padres, hermanos, maridos, parejas varones, hijos y, además, saben por su experiencia cotidiana que hay mujeres que hacen daño, que denuncian en falso, y que intentan beneficiarse cuando se las coloca en una situación de poder. Sí, eso que se supone sabemos todos, pero que negamos cuando el discurso identitario nos carcome el cerebro o nos convierte en activistas. Exactamente el mismo discurso del que cree que todo español blanco es su aliado frente al africano negro o magrebí, a pesar de que la experiencia le debiera haber enseñado que esa generalización es, no solo ofensiva, sino estúpida. Esto explica además esa insistencia en el argumento de la cifra oficial de denuncias falsas en materia de violencia doméstica, que nadie con dos dedos de frente cree que refleje la realidad.

Esta misma dinámica es la que explica la creencia en que los jueces son un obstáculo por su falta de fe. La perspectiva de género como materia obligatoria para los jueces atenta también contra otra institución civilizada. Escogemos a expertos en derecho, a los que dotamos de dignidad e independencia, para que apliquen la ley, con la asistencia de otros operadores jurídicos y de expertos en otras materias. No tengo mayor problema en que alguien intente introducir en el debate concreto en un juzgado la perspectiva de género como explicación de lo sucedido, por medio de un experto en esa materia. Pero, en tal caso, yo, como abogado, también podré proponer a un perito que discuta sus postulados y que intente, en resumidas cuentas, convencer al juez de que son débiles o contrarios a la experiencia y los datos, en particular, en el caso concreto. Esto sucede constantemente. Sin embargo, esto, que es razonable, se ha sustituido por la imposición de un discurso único que ha de aplicar el juez directa y necesariamente y que además es tendencial: al igual que este artículo es machista desde esa misma perspectiva, se nos dice que decisiones polémicas —para los que promueven esta «solución»— dejarán de producirse si los jueces piensan correctamente.

Sabemos que los jueces pueden equivocarse, ser unos inútiles, ser vagos o descuidados, ser unos corruptos. Por eso el sistema introduce controles, que también generan error. De nuevo, eliminar esas disfunciones por completo es enormemente difícil considerando los recursos disponibles, e intentamos adoptar soluciones inteligentes y moderadas para minimizarlos. Algunas medidas introducidas (tratamiento especializado, protocolos concretos) pretenden automatizar la respuesta del Estado, limitando la discrecionalidad de policía, fiscales y jueces, y esto puede ser bueno y adecuado, siempre que quepa la discusión sobre su eficacia y su coste (no solo el económico). Lo que, en mi opinión, es inadmisible es que se afecte al núcleo de lo que entendemos por sociedad civilizada: igualdad ante la ley y presunción de inocencia.

Reformar la ley penal para reintroducir la igualdad enviaría un mensaje de moderación y racionalidad. Como suprimir la agravante de género y mantener la referida al sexo u orientación sexual —aunque no soy partidario de este tipo de agravantes, comprendo las razones de los que las defienden y no me parecen aberrantes—. Porque actuar por razones de sexo, orientación sexual o raza permite en abstracto incluir a aquel que agrede a un hombre o a un blanco o a un heterosexual por serlo. La ventaja de la norma abstracta igualitaria es que admite el caso inusual. La inmensa mayoría de condenas por delitos en el ámbito familiar o doméstico se continuarán produciendo en supuestos en los que el hombre agrede a una mujer. La inmensa mayoría de condenados serán hombres. Y si se alega y se demuestra que la agresión se produjo en consideración específica al sexo de la víctima —por ejemplo, por considerar que le pertenece por ser mujer— es admisible que la pena se agrave, pero sin partir de un desvalor abstracto y general que ha de afectarnos a todos los hombres —y solo a nosotros— como herederos de una especie de pecado original que se transmite de padres a hijos.

Hablaba de lo que creo que hay que hacer. Hay algo más. El discurso dogmático y casi unánime que llevó a la aprobación de esa ley en 2004 recuerda en gran medida al discurso puritano que llevó a la prohibición de las drogas —de algunas, claro—. En ellos late la idea de la pendiente resbaladiza. El consumo de marihuana lleva a una espiral de drogadicción que se inicia con el joven fumando un canuto y termina con él, pocos años más tarde, caído en las redes de la cocaína o la heroína, y el crimen. La tolerancia cero se relaciona también con esto. Si no se produce ni una mala voz, ni un insulto, ni una amenaza leve, ni una agresión, por pequeña que sea, evitaremos los asesinatos. El asesinato es, se razona, el producto inevitable alimentado por el humus del machismo cotidiano. Como leíamos hace poco, extrapolando esta manera de razonar, el violador y asesino no lo es, se le ha educado así. A él y a todos. Estamos en presencia del viejo discurso ultramoralista que cree que la juventud se corrompe si escucha cierta música, si se deja llevar por conductas promiscuas, si lee cierta literatura, si ve cine violento o si juega a matar con un ordenador. Sin embargo, esto es y ha sido siempre falso, y estos discursos moralistas contienen una pulsión liberticida y homogeneizadora: como me molesta el melenudo, el gordo, el grosero, el diferente, lo convierto en vector del mal, para asustarnos con el depredador que viene.

Este discurso moralizante también es estúpido aplicado a la violencia familiar. La familia —incluyo aquí la familia potencial— genera una malla de relaciones personales y patrimoniales complicadísima, repleta de beneficios, pero también de intereses contrapuestos y cargas. Esa malla de intereses, en los supuestos de crisis, se convierte en un caldo de cultivo perfecto para las conductas inmorales y antisociales. De hecho, en mi opinión, y al margen de que la gente, en esos casos, carezca de imaginación a la hora de hacer lo que no debe —también a la hora de agredirse y de hacerse la vida imposible—, reproduciendo una y otra vez la misma porquería, resulta inteligente deshacer esa malla con gran velocidad, reduciéndola al mínimo inevitable.

Es decir, el Estado debería invertir recursos en acelerar y facilitar respuestas en casos de crisis familiar para eliminar ese fango tan peligroso, en vez de aplicar una ley seca. Para empezar, deberíamos incentivar el uso de remedios, incluso preventivos, como la terapia familiar, que eviten que esas crisis vayan a más, cuando sea posible. Deberíamos favorecer la separación de bienes, estableciéndola con carácter supletorio, como ya sucede en algunas zonas de España. En todo proceso de ruptura familiar, se debería facilitar el reparto de los patrimonios existentes (incluida la vivienda familiar), evitando las limitaciones que impiden que puedan hacerse efectivos y fácilmente disponibles (como los derechos de uso o la eliminación de garantías reales). Se debería, en todo proceso en el que, por haber hijos, se establezcan regímenes sobre custodia, visitas y pago de alimentos, nombrar a un mediador profesional —pagado por los afectados, si lo utilizan, o por el Estado en caso de justicia gratuita— al que puedan acudir los padres para plantear conflictos cotidianos. Una persona con autoridad para sugerir soluciones, que no pudieran eludirse sin un coste procesal, evitando la intervención judicial salvo en casos extremos (y siempre con el informe del mediador). Se debería castigar intensamente la utilización espuria de los hijos en los procesos de ruptura familiar, igual que se ha vuelto imprescindible la valoración, a la hora de atribuir la custodia, de conductas que se producen en presencia de los hijos y que con seguridad les afectan negativamente, como agresiones, amenazas y vejaciones. También debería tener consecuencias, no solo penales, la instrumentalización de los procesos penales y de los protocolos en esta materia para obtener beneficios en procesos matrimoniales. Aunque solo sea para evitar la sensación de impunidad.

Y, por supuesto, deberíamos facilitar la recolección de datos, su sistematización y su estudio a largo plazo. Todo diagnóstico y toda respuesta debería considerarse provisional, a resultas del análisis de sus consecuencias. Sin estigmatizar al discrepante. Al fin y al cabo, se supone que, pese a todo el ruido, todos estamos de acuerdo en que la violencia familiar es una lacra y en que debemos hacer lo razonable para que cada vez resulte menos frecuente.

Verán que no he hablado de la eliminación de toda la legislación en la materia. Ni de la supresión de ayudas o recursos. Tampoco creo que sea preciso renunciar a los protocolos actuales, aunque deberían ser sometidos a escrutinio y afinados. No comulgo con que exista una dictadura de género o que aquellos que reivindiquen este discurso sean nazis encubiertos, aunque muchos me incluirán en la bolsa de los que sí lo creen solo por escribir esto. Creo que se han cometido excesos, que, de buena fe, hemos abierto puertas que hemos de cerrar y que hay que parar, echar marcha atrás en algunos aspectos, pensar un poco más en qué debemos hacer y rebajar el tono de la discusión. Es seguramente la mejor manera de evitar que se imponga un discurso dogmático especular que termine blanqueando a los culpables y victimizando a las víctimas. Hemos mejorado. Muchas conductas socialmente toleradas antes, hoy son repudiadas. Construyamos sobre aquello en lo que estamos de acuerdo.

Fuente: https://tsevanrabtan.wordpress.com/2019/01/03/un-error-historico/

La verdad es que va siendo hora ya de tener un debate serio sobre la actuación de la última década y media en materia de VioGen. VOX y similares seguirán creciendo mientras no se haga una autocrítica y reflexión seria con datos reales, se salga de la trinchera del 0,0005% y se empiece a ver la efectividad real de las medidas actuales con el coste que conllevan.

Porque al final lo que va a llegar en respuesta puede ser mucho peor.

Aunque bueno, pedir a la clase política que debata seriamente sobre algo en pleno 2019 es tener demasiada fe.

HeXaN

Creo que necesitamos más hilos al respecto que hay pocos este año.

ChaRliFuM

Si esto va a ser un hilo serio dentro de un rato desarrollo un poco mi opinión como jurista sobre este tema.

2 respuestas
Baltar

Al igual que #3 prepararé desarrollo serio del tema

DrakaN

Otro hilo para los fans de ostiar a la mujer sin repercusiones legales? ok

4 respuestas
3D2Y

#5

actionchip

#5 Otro hilo donde vienes a soltar gilipolleces? ok

Francisquito

Me gustaría leer por una vez un hilo serio sobre esto, sin propaganda política.

eondev

Quedo atento al hilo, me ha sorprendido por que no había caído en las similitudes con las leyes en contra del alcohol o las drogas. Muy bien señalado el dogmatismo y el razonamiento lógico de si opinas distinto sobre el tema en cuestión pasas a ser un machista y por tanto un enemigo con opinión invalidada.

No puedo aportar nada, pero me quedo a leer las respuestas y reflexionar. Una cosa que hablé con un amigo que hasta hace nada él me tenía situado en el eje de "ofendidito" y machirulo y yo a él en el de "aliade" es que si tienes un tono jocoso, burlesco o agresivo sobre el tema harás que la gente tire de prejuicios y sude de leer el mensaje; es difícil no tener un tono así cuando estás cansado de intentar razonar contra una pared y te mueve un motivo emocional y personal muy fuerte (pues he sufrido de escarnio y justicia social por culpa de una ex despechada con necesidad de ser el centro de atención).

Mola cuando lees a alguien con las ideas tan ordenadas y tan bien expresadas.

sPoiLeR

El karma de esta ley es que el creador se llevo una denuncia falsa de regalo xd

cabron

Este párrafo define muy bien el principal problema que hay en España

el error histórico que da título a este artículo no es el de definir este mal concreto que nos ocupa como una consecuencia de estructuras heteropatriarcales de origen social, cultural, que podrían removerse con una decidida acción del Estado. Yo creo que esta explicación es simplista, seguramente equivocada —en lo que se refiere a su exclusivo o predominante origen cultural, y en lo relativo a su acierto como descripción actual en los países más avanzados socialmente—, pero esto tampoco importaría tanto si no se hubiese convertido en un dogma y si las posiciones no hubiesen alcanzado el grado actual de crispación y animosidad. Es decir, si se admitiese la discusión leal y racional de sus postulados y de las consecuencias de las políticas implantadas. Sin embargo, esa explicación se ha vuelto dogmática precisamente porque elude la puesta en cuestión de sus paradigmas, que se han vuelto intocables, sin importar hechos, métodos o mediciones. Solo hay una explicación válida y el que la matiza o la discute, siquiera parcialmente, es un neomachista.

Se deja crecer el problema, y solo se intenta hacer algo cuando ya ha estallado, pero para entonces ya es una situación muy difícil de gestionar, parecido por ejemplo a lo que pasa con Cataluña. ¿por qué? Por que los políticos de este país no buscan el beneficio del país ni de los ciudadanos, buscan el suyo propio, y eso les lleva a gobernar con soluciones cortoplacistas, algo que les pueda beneficiar ahora mismo, y las consecuencias que tengan sus acciones, ya se las comerá otro, que para entonces ellos ya tendrán su buena vida bien asegurada.

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Knelo

Me mantengo expectante a buenos argumentos.

pinhoman

Yo la verdad es que veo a gente con miedo de Vox... pero dejando de lado que son un partido conservador claramente influenciado por la iglesia (la lacra de España), no entiendo porque se tiene que "marginar" a este partido. Y parece mentira que no se den cuenta que cuanto más digan los medios y los periolistos de turno lo malos malísimos que son los de Vox, no van a dejar de subir.

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privet

#11 Hostia, se lo ha leído
xD

B

Parad ya cansinos.

JackDaniels

Yo hay una cosa que desconozco, y es si en nuestro entorno (Occidente) existen otras leyes que aplican penas diferentes por un mismo hecho en función de sexo, religión, raza de la persona afectada....

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Ragest

El problema de todo lo que rodea el feminismo, como bien señala el articulo, es que es un movimiento que no se basa en datos ni estadisticas ni realidades objetivas, sino en una serie de conceptos que rara vez son capaces de definir (o no quieren, por que asi estan cubiertos de todo)

Por ejemplo, si no recuero mal, la justificacion del TC era que esta ley era perfectamente constitucional HASTA que se hubiera alcanzado la igualdad real entre hombres y mujeres (o algo asi, lo lei hace tiempo)

Pero que es esa igualdad real? Ahi esta el problema. Como podemos llegar a un concepto el cual desconocemos por completo?

Se refieren a una igualdad en cuanto a su fuerza? Pero eso es algo que viene impuesto de la naturaleza. Los hombres tienden a ser mas fuertes que las mujeres. Como podemos superar algo que viene en nuestro adn? Tambien se podria llevar a los extremos. Quiere decir que la igualdad real sea una situacion en la que tanto hombre como mujer sean igual de debiles? Eso seria muy peligroso, porque por mucho que memeemos sobre ello existen las personas que no quieren o no pueden entender las normas eticas y morales de la sociedad, por lo que al final los delincuentes serian los que saldrian ganando.
Y al contrario? Llegar a un punto donde los dos fueran igual de fuertes? Entonces las agresiones aumentarian, porque uno de los principales motivos de estas son esa sensacion de superioridad fisica respecto al agredido.
Porque decir, una vez mas un concepto abstracto imposible de definir, que se las maltrata o se las mata por ser mujer es algo que queda bastante cojo. Como que por ser mujer? Entonces como explicamos las agresiones hombre-hombre, mujer-hombre y mujer-mujer? O es que estas, producidas asi mismo en ambitos familiares, son diferentes porque la victima es una mujer cuya pareja es un hombre? Y cual es la razon de esa diferenciacion?

Por lo tanto es, como tambien dice el articulo, una pura huida hacia adelante, donde tanto los partidos que se sienten comodos arengando estos discursos, como las personas que viven de ello (que las hay y ganan bastantes) empiezan a sumar varios conceptos indefinidos mas para justificar el centro de todo, que es esa desigualdad que buscamos eliminar, pero que no sabemos ni como hacerlo ni cuando estaremos en ese punto.

Y esto es lo que provoca el pendulo. Por que en vez de frenar, decir "oye vamos a discutir sobre todo esto, que creo que algo no esta encajando bien" se utilizan los dogmas y el escarnio publico contra el que en vez de sentimientos busca hechos contrastados y comprobables. Por lo que si te empeñas en señalar enemigos para proteger tus propios (y egoistas) intereses al final vas a acabar creandolos y si tu unica defensa es el poner etiquetas estas van a acabar perdiendo todo su valor y aunando tanto a las personas que simplemente estan hasta los cojones de la situacion como a los que planean abusar de ello. Por lo que en vez de solucionar problemas, estas creando muchos mas

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Tintintopete

Había leído LVP y he de decir que al entrar me he sentido decepcionado.

KirK

Vaya! Un articulo razonado que expone echos y realidades sin caer en populismos. Si la clase política tuviera un nivel de discurso como la persona que ha redactado este texto creo se desmontaban facil algunos dogmas del feminismo radical.

BShP

Uno de los grandes motivos de que el feminismo actual esté generando tanto rechazo es que ellas mismas rechazan hablar con los que no estamos de acuerdo al 100% con el dogma.

No quieren debatir nada y si lo hacen es ignorándote, poniéndose a la defensiva y menospreciando tu opinión. Llega un punto que directamente no hablan contigo sobre esto. By

Esto me pasa con muchas amigas feministas y no ven que eso mismo lo que genera no es que yo abrace su postura, si no todo lo contrario.

Con un debate abierto y escuchando todas las opiniones se podría llegar a algo, pero en este país es difícil.

A

Discrepar de esta ley o del simple hecho de que la sociedad no es heteropatriarcal ni de que hay una violencia concreta contra las mujeres esta al mismo nivel de no tragarse el "Cambio climático" todo va en el mismo pack de neofascista.

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kraqen

#21 Hombre, creo que la efectividad en el tema que más domina los telidiarios, especialmente tras las últimas reformas, no es que haya sido muy grande:

(Este gráfico es de hace unas semanas, la cifra final de de 2018 ha aumentado en 3)

Desde 2004 hemos conseguido... Estar cerca de donde estabamos antes de los 2000. Mientras los homicidios han ido descendiendo de una manera mucho más clara:

Pero esto es como el cambio climático, no se puede discutir nada. Todos los sacrificios en derechos valen para esta 'espectacular' mejora.

#3 No se si vas a hablar como profesional también, pero tener algo de visión sobre algún abogado que ronde los juzgados de Violencia sobre la Mujer estaría bien.

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SikorZ

Y comienzan los juegos del hambre

Kaziqeh

#5 Te faltó un #NosEstánMatando, pero te quedó guay la verdad.

B

#5 menudo exprimidor de bilis estás hecho xd Cuidado que esto es un campo de ofendiditos

Sust0

Hablaba de lo que creo que hay que hacer. Hay algo más. El discurso dogmático y casi unánime que llevó a la aprobación de esa ley en 2004 recuerda en gran medida al discurso puritano que llevó a la prohibición de las drogas —de algunas, claro—. En ellos late la idea de la pendiente resbaladiza. El consumo de marihuana lleva a una espiral de drogadicción que se inicia con el joven fumando un canuto y termina con él, pocos años más tarde, caído en las redes de la cocaína o la heroína, y el crimen. La tolerancia cero se relaciona también con esto. Si no se produce ni una mala voz, ni un insulto, ni una amenaza leve, ni una agresión, por pequeña que sea, evitaremos los asesinatos. El asesinato es, se razona, el producto inevitable alimentado por el humus del machismo cotidiano. Como leíamos hace poco, extrapolando esta manera de razonar, el violador y asesino no lo es, se le ha educado así. A él y a todos. Estamos en presencia del viejo discurso ultramoralista que cree que la juventud se corrompe si escucha cierta música, si se deja llevar por conductas promiscuas, si lee cierta literatura, si ve cine violento o si juega a matar con un ordenador. Sin embargo, esto es y ha sido siempre falso, y estos discursos moralistas contienen una pulsión liberticida y homogeneizadora: como me molesta el melenudo, el gordo, el grosero, el diferente, lo convierto en vector del mal, para asustarnos con el depredador que viene.

Este párrafo es exquisito.

Fireternal

Una pregunta. En otros países como está la ley en este tipo de situaciones? Existe un livg o equivalente o se engloba todo en violencia intrafamiliar?

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Belerum

#27 En Suecia la cosa está incluso peor que aqui. De hecho creo que fue de allí de donde se importó lo de "solo si es si". Alli por lo poco que escuche, sino ha cambiado, ser hombre es llevar un grillete y una bola de hierro enganchado al pie.

ChaRliFuM

Bueno, pues allá van mis reflexiones, ahora bien, tened en cuenta que esto es más complejo de lo que parece y explicarlo todo en un post me llevaría días escribiendo y ese tampoco es el plan, así que intentaré sintetizar todo lo que pueda. Vayamos por partes:

Uno de los grandes problemas, y también uno de los principales motivos por los que esta ley ve la luz es el número de mujeres que cada año mueren a manos de sus maridos, parejas, ex-parejas, etc. Cuando se aprueba una ley de esta envergadura y con una dotación presupuestaria tan importante, lo mínimo que esperas es obtener algún tipo de resultado plausible, pues bien... ¿Ha tenido esta ley alguna incidencia significativa en el número de víctimas? La respuesta, como ya adelantaba #22 es NO. Ahora bien... cuando una ley no funciona lo que deberían de plantearse los poderes públicos es: ¿Por qué no funciona? Pero en vez de hacerse esta simple pregunta lo que hacen es irracionalizar el discurso y negarse a abrir un debate serio y objetivo con el fin de averiguar porqué esta legislación no funciona.

A mi modo de ver creo que hay un problema de fondo enorme... asumir que todo acto de violencia por parte de un marido, novio, pareja o lo que sea, es un acto de violencia de género, es un error enorme. La propia exposición de motivos de la Ley define la violencia de género como "Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión". Esto se ve bastante bien con un simple ejemplo: supongamos que tienes un vecino senegalés que al que prestaste dinero y que ahora se niega a devolvértelo, vas a su casa a reprocharle su actitud, la conversación se caldea y le propinas un puñetazo en la cara, ahora hazte esta simple pregunta: ¿le has pegado porque es negro o porque te debía dinero? ¿tiene sentido que el juez te aplique la circunstancia agravante del artículo 22.4 del CP que se refiere a cometer el delito por motivos racistas? Del mismo modo que es un error presuponer que cualquier agresión a una persona de color es por motivos racistas, lo es también presumir que toda agresión de un marido, novio o pareja o ex pareja es violencia de género pues no siempre el comportamiento violento está motivado por el hecho de que el agresor considera a la mujer un sujeto carente de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión. Esto puede parecer una chorrada o algo baladí pero tiene una importancia enorme pues nos impide aislar verdaderamente los motivos reales por los cuales ocurren este tipo de comportamientos.

Por otro lado hay que decir que esta ley introduce una quiebra del principio de igualdad, al introducir la asimetría de penas en nuestro Código Penal, también implanta ciertos cambios a nivel procesal y judicial, que en muchos casos suponen la indefensión del imputado o cambios que implican llevar hasta las últimas consecuencias el principio de libre valoración de la prueba por parte del juez. ¿Qué sentido tiene poner en compromiso ciertos derechos y garantías procesales si la ley no es efectiva para alcanzar el fin que se propone? Volvamos a explicarlo con un simple ejemplo que alude al componente racial: En España los datos indican que los ciudadanos extranjeros delinquen en mayor proporción que los ciudadanos españoles, ¿Tiene sentido introducir reformas penales que castiguen más severamente a los extranjeros que a los españoles? Evidentemente no, pero no solo eso... Supongamos que se demuestra que esos cambios no han tenido ningún efecto en los índices de delincuencia de los extranjeros... ¿Sigue teniendo sentido mantener algo que es manifiestamente injusto?

Pues bien... todo esto no solo es injusto sino que además genera efectos contraproducentes, la sensación de impotencia y frustración que genera en una persona que está siendo acusada injustamente de violencia de género puede llevarle, en un momento dado, a adoptar comportamientos irracionales que desencadenen en actos de violencia, con esto no estoy justificando la violencia pero hay que asumir que este tipo de comportamientos existen y es otro punto más a tener en cuenta.

Otro dato que indica que esta ley es un fracaso es el hecho de que la inmensa mayoría de víctimas ni tan siquiera había denunciado previamente haber sufrido algún episodio de violencia de género, de media, entre el 70 y el 85% de las víctimas no había denunciado anteriormente a su agresor... Esto nos revela una realidad desoladora, quienes realmente sufren este tipo de agresiones ni tan siquiera denuncian, pero de nuevo volvemos al punto de inicio, los poderes públicos y los agentes políticos se niegan a abrir un debate sobre porqué no funciona esta ley.

Ahora hagámonos unas preguntas de porqué genera tanta controversia esta ley:

¿Es cierto que se instrumentaliza la violencia de género para obtener a cambio otro tipo de beneficios (custodias de hijos, sentencias de divorcio favorables, etc)? Bajo mi experiencia no creo que sea algo generalizado ni mucho menos pero sí que es algo que se ve con cierta frecuencia y ahora viene lo más grave... muchas veces la motivación para denunciar a su marido, pareja o ex no viene de la mujer presuntamente maltratada sino de gente del entorno, familiares o amigos cercanos, en algunos casos hasta abogados o representantes de asociaciones... Lo cual es repugnante a más no poder.

¿Realmente solo hay un 0,0000000001% de denuncias falsas o es cierto que hay muchísimas más? No, no hay un 0,00000000001% de denuncias falsas pero tampoco hay tantísimas como ciertos personajes dicen... dar una cifra exacta es muy complicado. No obstante, hay que decir que los jueces y fiscales deberían de ser bastante más diligentes y deducir testimonio más a menudo... yo he llegado a ver un caso en el que una señora denunció a su marido porque presuntamente le había dado una paliza propinándole patadas en las espalda, vientre y cabeza cuando estaba tirada en el suelo... pues bien... el señor en cuestión estaba operado de una lesión de cadera desde hacía años a consecuencia de la cual llevaba una prótesis que a palabras textuales del forense: "era físicamente imposible que pudiera sostenerse con un solo pie y ni mucho menos poder dar una patada". Evidentemente el caso terminó con una sentencia absolutoria pero el juez debería de haber deducido testimonio y el fiscal debería de haber perseguido de oficio a esa señora por un delito de denuncia falsa... pero la realidad es que esto no se suele hacer casi nunca... salvo casos tan sumamente flagrantes como denunciar varias veces que en los últimos 5 meses su ex marido había incumplido la orden de alejamiento y que la había intentado agredir... ahora bien... resulta que su ex marido llevaba muerto casi un año... De ahí que salgan que las cifras de denuncias falsas solo son del 0,00000000001%. No obstante y para ser justos tampoco es cierto que todos los procedimientos que terminan con la absolución del imputado éste sea inocente, lo que ocurre es que por falta de pruebas o por otras circunstancias se termina absolviendo a alguien que realmente ha maltratado a su mujer.

¿Hay que derogar la ley de violencia de género y ya está? No, pero sí que hay que redefinir sus fines y sus objetivos y adaptar los medios. Creo que es fundamental responder a la pregunta de porqué la mayoría de las víctimas ni tan siquiera han denunciado antes, pues suele ser habitual que hayan venido sufriendo violencia desde hace mucho tiempo. Además se puede intervenir incluso antes de que se produzca la primera agresión, cuando en una pareja surgen problemas de convivencia o se producen disputas por temas económicos, familiares, etc, se debería de poder dar soluciones antes de que ello degenere en un episodio violento. Se puede trabajar también en el ámbito de la prevención y también en el de la protección, por ejemplo, es absurdo que a día de hoy para que a un agresor se le pueda poner una pulsera o brazalete de seguimiento tenga que haberse producido anteriormente el quebrantamiento de una orden de alejamiento, es absurdo que en los presupuestos haya dinero para asociaciones feministas que se dedican a dar charlas sobre machismo pero no haya un puto euro para renovar los dispositivos de localización que están obsoletos y que fallan más que una escopeta de feria... De nuevo volvemos a encontrarnos con la imposibilidad de abrir un debate sobre la racionalización de los recursos que se invierten en estos temas...

¿Es realista plantearse como objetivo el #niunamas u ocurrencias similares? Evidentemente no... Los recursos y el dinero públicos deben invertirse con cabeza y si atendemos exclusivamente a los datos, es 10, 50, 100 o hasta 1000 veces más probable que una mujer muera en un accidente de tráfico, en un accidente laboral, se suicide o sufra un cáncer a que su pareja la mate... Los sentimientos colectivos a veces son muy peligrosos... infundir irracionalmente o sobredimiensionar un miedo no creo que sea ninguna solución... Las mujeres de hoy en día tienen más miedo a volver solas a casa o a sufrir una agresión machista que a morir en el coche cuando regresan a su hogar el fin de semana porque quien conduce el coche se ha tomado unas copas de más...

En fin... es un problema bastante complejo, el cual no solo se ha magnificado hasta límites absurdos sino que además se han adoptado medidas legislativas carentes de justificación, que lesionan otros derechos y libertades y que además no sirven para los fines para los que fueron concebidas. Lo más triste de todo es que el panorama político actual se niega a cuestionar este dogma y abordar el problema de la violencia de género desde una perspectiva más realista que ayude a quien realmente sufre este problema.

6 respuestas
B

Es un muy buen texto el de Rabtan. Y me han gustado mucho tus reflexiones también, #29 .

Todo este asunto del feminismo, como ya he dicho en alguna otra ocasión, lleva ya unos años mostrando todos los indicios de una espiral del silencio. La gente solo se atreve (atrevía) a rebatir el dogma detrás de una cuenta anónima o semianónima porque el estigma en la calle es enorme. Ciudadanos intentó ir fuerte con esto hace un par de años, le llovieron palos por todas partes, reculó, y ahora su imagen y sus principios están absolutamente comprometidos. Y es lógico y adecuado que así sea.

Cuando digo espiral del silencio de alguna manera creo que estoy haciendo referencia a la cara oculta de la corrección política, pero al final hablo de lo mismo. El problema es que ahora se le ha otorgado a Vox el papel del niño que grita: "¡El emperador va desnudo!". Y ese papel lo ha conseguido desde su desafío a todo lo demás, "porque dice las cosas como son". "Estos no son como los otros políticos". "Se preocupan por la gente de verdad". ¿Estamos hablando de Podemos en 2015/2016 o de Vox?

Recomiendo muchísimo este fragmento de un panel donde interviene Steven Pinker, especialmente, si se quiere acortar aun más, a partir del 6:30. Se le pueden poner subtítulos traducidos al castellano.

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