El otoño de la civilización (y la ruptura de la cadena de suministros)

Craso

ERA DE LA ESCASEZ

El otoño de la civilización (y la ruptura de la cadena de suministros)

Hemos pasado el verano de la historia, en el que todo iba cada vez a más y mejor, en el que la abundancia material fue la norma

Antonio Turiel / Juan Bordera 17/09/2021

Históricamente, en nuestras latitudes, el otoño era un tiempo de recogimiento. De frenar el ritmo trepidante del verano. De prepararse para el inevitable y crudo invierno. Pero eso era antes. En la actualidad hemos logrado difuminar las estaciones. Gracias a nuestro ingenio, hemos creado un desarrollo tecnológico que nos permite –a los privilegiados– habitar ambientes cálidos en inviernos fríos y viceversa. Las frutas y verduras ya nos llegan en todas las estaciones y de cualquier parte del mundo en cualquier momento, gracias a la complejidad de nuestro sistema. En uno de los grandes –quizá aparentes– avances de nuestra civilización, en cierta manera, hemos disciplinado a la fuerza de los ciclos naturales.

Sin embargo –habrá quien le encuentre un reverso poético a esto–, para lograr someter a los ciclos, hemos usado tal cantidad de combustibles fósiles que ya no solo los tiempos están cambiando. Las estaciones también. Nuestra pírrica victoria solo ha sido temporal. Temporal, como los que estamos desatando. No solo hemos diluido los ciclos, digamos, de puertas para dentro, sino que estamos creando un nuevo estado climático caótico que nos va a sorprender con fenómenos meteorológicos cada vez más abruptos, inesperados, potentes y frecuentes. Es la consecuencia de haber pretendido dominar los ciclos, sin antes comprenderlos.

A la cadena de suministros le está pasando algo que parece que tampoco comprendemos bien. Al principio fueron los microchips. No se producían los suficientes. Las fábricas de coches empezaron a parar algunos días para acomodar su producción. Después, la escasez de chips afectó a la PlayStation 5. Si quieres una nueva, tienes que encargarla y esperar unos meses.

Luego empezaron a escasear –y a aumentar de precio– muchos materiales de construcción: acero laminado, aluminio, cobre, cemento…hasta madera. También faltan ya algunos pigmentos, resinas epoxi y varios tipos de plásticos. La lista de materias primas que está escaseando es cada vez más larga, y eso empieza a afectar a las materias elaboradas a partir de las materias primas. Faltan recambios para algunos coches, o para bicicletas. Hay ordenadores e impresoras que discretamente han desaparecido del catálogo.

Pero el problema no se acaba en lo más anecdótico: ocurre que algunos alimentos comienzan también a escasear. Que este año la cosecha de trigo en Rusia será mala y el precio del trigo está aumentando. Que falta acero y aluminio para las latas, que los costes de los contenedores, de los transportes marítimos, se han multiplicado por diez o por veinte. Que falta de todo.

Pero eso no es todo, ojalá. De repente el precio de la electricidad también se ha disparado, y las familias y empresas lo sufren. Rápidamente los medios de distracción y los tertulianos han puesto el grito en el cielo, atacando al Gobierno o a las eléctricas, pero –aunque hay responsabilidades compartidas y el pulso del oligopolio a un ejecutivo blando pero que no controlan del todo es evidente–, poco a poco se empieza a escuchar cuál es la causa principal de la subida de la luz: falta gas natural. Y no falta solo en España: falta en toda Europa. Argelia, antaño suministrador fiable de gas a España, ahora solo nos envía menos de la mitad que hace unos años, y las energéticas han buscado gas en otros países. Obviamente, pagándolo a un precio mucho más caro. Incluso hemos llegado al punto en el cual compañías productoras de fertilizante están paralizando ya algunas de sus plantas en España y Reino Unido debido al creciente precio del gas. Habrá que vigilar bien esto: tras aquella “revolución verde” en la agricultura, que más bien fue negra, color crudo, la cadena alimentaria es absolutamente petrodependiente.

El mundo se ha vuelto loco. Después de la convulsión de la covid, cuando se esperaba la recuperación económica, todo parece irse al garete, así, por las buenas. Sin previo aviso.

¿Sin previo aviso?

En realidad, sí que hubo aviso. Y no uno: muchos. Y no solo recientes, sino algunos que vienen resonando desde hace décadas. Nada de lo que pasa es casual ni del todo inesperado. Se sabía que acabaría pasando. Se sabía, pero no se quería actuar, porque eso implicaba cambiarlo casi todo. Tantas cosas, que cada gobernante y cada consejero delegado decidió cerrar los ojos y esperar a que el problema se solucionase solo o lo solucionase otro. Tal vez llegara un milagro tecnológico, pensaron. Pero no vino otro que lo solucionase ni se resolvió solo. Y el milagro no llega.

Hace 16 años, en 2005, la producción de petróleo crudo tocó su máximo. Es lo que se conoce como cenit del petróleo convencional, el peak oil del petróleo más versátil y fácil de extraer. Desde entonces, se han introducido un montón de (malos) sucedáneos del petróleo para compensar el estancamiento y posterior caída de la cantidad de petróleo bueno que se producía cada año; así, se empezaron a producir biocombustibles obtenidos a través de cultivos, se extrajeron alquitranes en Canadá y Venezuela para combinarlos químicamente con gas natural y obtener algo vagamente parecido al petróleo. Por último, se impulsó la locura/burbuja del fracking en los EE.UU. Había que intentar rebañar las gotas dispersas de hidrocarburos degradados que se encuentran en algunas rocas. Todo prácticamente en vano. Estos sucedáneos, los petróleos no convencionales, son demasiado caros de extraer y tratar, y encima no son tan buenos. Algunos no valen ni para producir diésel.

Las compañías petroleras intentaron seguir en el negocio, pero tras años de pérdidas enormes a pesar de que el petróleo se vendía caro, en 2014 decidieron comenzar a arrojar la toalla. No merecía la pena seguir luchando. Desde 2014, las petroleras han reducido un 60% su inversión en la búsqueda y puesta en explotación de nuevos yacimientos. Ese frenazo tan rápido garantizaba que la producción de petróleo comenzaría a caer en breve, y así ha sido: desde diciembre de 2018 la producción va cayendo, problema que ha agravado en 2020 la covid. Ojo, importante: agravado. No provocado.

Como hemos dicho, este proceso de caída de la producción de petróleo es conocido desde hace décadas, se ha avisado de él con frecuencia. Y ya está pasando, con el carbón, el uranio y, en menor medida, con el gas natural. Hemos topado con los límites de muchos de los recursos naturales esenciales. Tal y como se avisó ya en 1972. Hemos entrado en el siglo de los límites. Durante décadas, geólogos, ingenieros de minas y científicos de diversos ramos habían advertido sobre la inevitable crisis energética y de materiales que causaría el peak oil. Y no se ha hecho nada. Se ha esperado a que la escasez comenzara a ser notoria.

Falta diésel desde 2015, y por ello, la extracción de minerales y el transporte marítimo se encarecen. Todas las carencias que se van desencadenando se retroalimentan y hacen el problema cada vez más grave: si hay menos plástico y menos cobre faltan cables, y entonces faltan máquinas, que disminuyen la producción de tantas otras materias primas y elaboradas. Si se extrae y transporta menos hierro por la falta de diésel y el encarecimiento de los portes marítimos, se fabrican menos contenedores y eso hace que los precios del transporte por mar se disparen aún más. El efecto mariposa de la complejidad, dentro de la propia cadena de suministros.

Europa se enfrenta a una crisis de suministro de gas natural en los próximos meses. Motivo: sus dos principales proveedores (Rusia y Argelia) llegaron a su máximo de producción, su peak gas, y su producción ya cae en este momento. Esto encarece la electricidad, pero también la fabricación de cemento, los fertilizantes y un largo etcétera. Las ramificaciones de la escasez de petróleo y de gas se extienden por todo el tejido industrial y productivo del mundo. Tanto el mundo empresarial como el político asisten aparentemente perplejos, no saben cómo reaccionar. Bueno, algunos en realidad sí saben: la compañía Maersk –el principal operador mundial de transporte marítimo de mercancías- ha multiplicado por 10 sus beneficios en el primer semestre.

La propia Agencia Internacional de la Energía, el organismo de referencia en su sector, aún no ha anunciado las conclusiones principales de su informe anual cuando falta un mes para su publicación: ni siquiera se han atrevido a abrir la compra previa –que en julio habitualmente ya estaba disponible–, seguramente porque no saben cómo tiene que continuar la historia para resultar creíble. Todo ello entremezclado además con el enorme reto climático que tantos sustos ha dado ya este verano: olas de calor por todas partes que llevan el termómetro a valores inéditos, incendios que arrasan casi países enteros, DANAS, inundaciones sin precedentes y trombas de agua en medio mundo. Por supuesto también en España. Hasta tornados estamos viendo en algunas zonas del interior de nuestro país. E incluso hemos asistido a un pequeño terremoto dentro del IPCC.

Volviendo a la cruda cuestión de la energía: no se puede resolver la crisis energética y de materias primas con más inversión. El problema es estructural. Los yacimientos han tocado máximos y decrecen inevitablemente. Cada vez costará más obtener petróleo, gas u otras materias primas.

Y como las materias primas ya escasean, no podremos implementar todos esos masivos parques de energías renovables que se proyectan en todas partes al mismo tiempo –presionando más la cadena de suministros–, y que requieren de ese neodimio, plata, disprosio y otros tantos materiales cada vez más buscados. Además, el abaratamiento de muchos de esos paneles o aerogeneradores (que tienen una vida útil determinada de unas pocas décadas y luego han de ser sustituidos) ha sido posible gracias a la globalización y a las economías de escala. Cuestionable, como mínimo, que se puedan mantener a medio plazo.

Deberíamos dejar de hablar de macroproyectos y tecnofábulas fantasiosas, y centrarnos en cosas más simples e imprescindibles. Garanticemos el suministro de alimentos, garanticemos el agua limpia, aseguremos las necesidades locales, relocalicemos el trabajo, trabajemos con materiales de proximidad y montemos los sistemas locales y resilientes que necesitamos, tanto de producción de energía como de todo lo demás. Dejemos de encandilarnos con las eternas promesas tecnológicas incumplidas y salvemos lo salvable. Adaptémonos a lo que ha de venir igualmente.

Repensemos el modelo Just In Time, ese modelo basado en la aceleración perpetua y evitar almacenar para ahorrar costes. Asumamos que solo fue posible mientras sobraba de todo. Que nos ha dado problemas durante la pandemia –ahora sabemos bien que las cosas no siempre llegan justo a tiempo– y que su influencia en la escasez creciente también es notoria. Al fin y al cabo, qué era el otoño sino el momento de almacenar para afrontar el duro invierno.

Hemos pasado el verano de nuestra civilización, en el que todo iba cada vez a más y mejor, en el que la abundancia material fue la norma. Como la cigarra de la fábula, no hemos aprovechado la bonanza del verano para hacer acopio para los malos tiempos. Ahora se acerca el otoño de la civilización.

El otoño siempre fue una especie de ruptura natural en la cadena de suministros. De repente, pasado el cénit energético del verano, se llegaba a un punto en el que se empezaba a tener menos, y había que adaptarse para afrontar el invierno. Aún tenemos tiempo para hacer preparativos, para tomar medidas adecuadas con determinación, para evitar lo peor. Pero no podemos esperar más, porque de hecho ya llegamos tarde. Estos preparativos tardíos de otoño no serán tan efectivos como habrían podido serlo en pleno verano.

El otoño de la civilización no es ni más ni menos que nuestro inexorable regreso –en principio lento– a vivir dentro de unos ciclos que nunca debimos dar por vencidos. En tiempos que cada vez serán menos complejos, pero más difíciles, vamos a tener menos energía para aclimatarnos a un invierno profundo que puede durar décadas, incluso siglos. Y ni la primavera ni el siguiente verano aparentemente invencible están asegurados. Habrá que ganárselos. Benedetti, a su manera, también lo vio venir: aprovechemos el otoño / antes de que el invierno nos escombre […] aprovechemos el otoño / antes de que el futuro se congele / y no haya sitio para la belleza /porque el futuro se nos vuelve escarcha.

Fuente: https://www.ctxt.es/es/20210901/Firmas/37191/#.YUSpDb-w-Ik.twitter


Pues eso, que se acabó lo que se daba. Fue bonito mientras duró. Ahora toca doblar el lomo y tragar mierda. El aumento del precio de la luz, el desabastecimiento de chips, los multimillonarios comprando búnkers, la pandemia, los grandes incendios, el circo del Capitolio en enero, el golpe de Estado en Bolivia, el retorno de los taliban al gobierno de Afganistán... Todo está interrelacionado.

Mi recomendación: no tengáis hijos.

8
SwarkO1

Vaya wall of text depresivo, ni me lo he leido ni me lo leeré. Por curiosidad, eres capaz de disfrutar de algo en esta vida? cada mensaje tuyo que leo tiene un aire derrotista que no es ni medio normal.

A peticion de #105

37 3 respuestas
B

A mi me va bien Craso, todo ok.

11
Craso

#2 Sí disfruto de algunas cosas, pero la mayoría dejarán de existir en pocas décadas.

Y el artículo no es depresivo, es un aviso para lo que viene. Da igual que nos tapemos los ojos, ya lo tenemos encima.

3 respuestas
B

Estas tu que me leo todo eso

2
Gantz

#2 Piensa que es un niño de 30 años en casa de padres, virgen, sin amigos, sin apego emocional, sin una vida construida fuera de los cuatro muros en los que lleva toda la vida, con resentimiento brutal hacia las mujeres por su propia inacción, no sabe lo que es la vida, y claro, esto para él es un refugio, una construcción mental por la cual ninguno de nosotros vamos a poder disfrutar de esa vida que él no tiene por el "cambio climático".

Eso o un troll de puta madre, que ojalá, si no, que vida más triste.

48 1 respuesta
SwarkO1

#4 Pero que mas te da que vayan a dejar de existir en algunas decadas si lo mismo no estas vivo cuando eso suceda o tus gustos habrán cambiado, céntrate mas en el presente y el futuro cercano, serás mas feliz

#6 Yo no sé si será un troll o es todo verdad, pero leyéndole me da la sensación de que es alguien encerrado en un negativismo brutal incapaz de disfrutar de nada

1 respuesta
xemi

Entonces, ¿pa lo que me queda en el convento me cago dentro no? Coca y putas a tope, que quedan dos dias.

3
B

Vaya, otro texto sobre la pesadumbre y al culpa de existir.

Gracias, es lo que necesitaba.

Ni dos líneas he podido

22 1 respuesta
jeke

Post misántropo del mes de Craso.

Sigan.

Kernel0Panic

Que sí, que te merece la pena seguir viviendo de tus padres porque fuera hay mujeres y el futuro es malo y da miedo, ya lo hemos entendido.

1
Gantz

#7 Sólo hay que catarle en algún post que hable sobre mújeres o vivienda.

Colgajo

Te digo lo mismo que en el otro post @Craso , apúntate al gym, se te ve un tío leído, por qué no vas a por el pack completo? Además, imagina el poder como arma arrojadiza de tu colección de libros en manos de un powerlifter rodeado de saqueadores del páramo.

1 1 respuesta
Pelunarez

¿Otra vez, Craso? ¿Otra vez?

No vi nunca nadie tan empeñado en convertirse en meme.

4
Ozonoo4

Me he criado desde los '90 con apocalipsis y fin de mundo cada pocos meses. Uno mas no me va a asustar.

7
Sakeo23

#13 Menudo cabroncete el Craso, seguro que luego se ríe de todos y está del copón viviendo la Alpha life

3
carbonara

Son solo unos años de transición, pero es mejor así, toca apechugar y apretar los dientes. Tranquilo, los títulos volverán, forza Barsa!

1
Ilikerain

Joder, que pesado y reiterativo eres.

sephirox

#9 La ecoloturra que te hará dejar de follar.

Leoshito

A mi me va mejor que nunca desde el covid, así que... tú me dirás.

Y encima en noviembre follo.

2 respuestas
Nerviosillo

Y la gente le metía mierda y llamaba pesado a Emotional xD

#20

Y encima en noviembre follo.

Craso acaba de añadirte a su lista de ignorados

7
Craso

Todos vuestros comentarios evaden el artículo. Muy graciosos vuestros chistes, pero la realidad sigue siendo la misma.

1 2 respuestas
ferhache

Alguno de aquí niega todo el tema de la cadena de suministros/ problema energético o solo es tirar mierda al bueno de Craso?

7 2 respuestas
B

#23 lo segundo.

Nadie se ha leído el artículo, pues está firmado por el tal turiel, que es otro turrar and comander

12
Nerviosillo

#23 Es lo segundo.
Leo el título, veo el avatar, leo después dos líneas, y voy corriendo corriendo a postear abajo antes de que me quiten los mejores chistes.

Sakeo23

#22 Cuando quieras te invito a ir de supervivencia por la montaña, aprender sobre medicina y disparar con armas.

Algunos sabemos que el fin esta cerca pero no estamos todo el día recreandonos en lo malo y aprendemos para cuando esto pete

B

no me lo he leido entero pero los problemas en la cadena de suministros se recuperaran
toyota que promovia bastante el just in time tiene buffers de componentes dificil de conseguir, ajustaran mejor los buffers y a campeonar

1 respuesta
Craso

#27 Quizá a corto plazo, pero a medio plazo simplemente no habrá materias primas.

B

CTRL + F. Maximo = 3 aciertos

la producción de petróleo crudo tocó su máximo

llegaron a su máximo de producción

Los yacimientos han tocado máximos

Es la misma puta mierda de siempre de Craso. Que esta deseando que la vida se vaya a la mierda para que su vida pase a ser estandar.

13
legendcr7

#4 Bueno, te presento a esa maravilla llamada capitalismo que ha hecho que pasemos de necesitar quemar medio bosque para calentar una casa a algo 100.000 veces menos costoso y más eficiente y que lo seguirá haciendo con absolutamente todas nuestras necesidades. No te preocupes por la escasez porque siempre aparecen mejores alternativas, más baratas y eficientes.

Un saludo y buen foro.

3 respuestas

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