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EL RELICARIO
MANHATTAN 1995
Usted es el que sacó los cadáveres de la Cloaca, ¿no?
Si -respondió Snow a la defensiva, preguntándose qué habría llegado a los oidos de Donovan.
¡Valla un trabajo de locos, andar buscando fiambres!-Exclamó Donovan y se echó a reír.
<<No mucho peor que matar vietnamitas o colocar explosivos bajo la choza de un pobre desgraciado>>, pensó Snow. Sin embargo dijo:
-No sólo buscábamos cadáveres. Ese día en realidad buscábamos un alijo de heroína que un traficante había tirado desde un puente.
-¿Heroína? Menudo colocón debieron llevar los peces por allí durante un rato.
-Dudo que en la Cloaca haya habido algún pez vivo en los últimos 200 años-
-Ahí le doy la razón -dijo Donovan, preferiría hacer una seman ade preparación física antes de nadar cinco minutos en esa mierda.
Snow advirtió que Donovan miraba su fusil submarino con una sonrisa irónica.
-Mejor será que lleve un arma de verdad por si tenemos que entrar. -Donovan revolvió en el interior de una de las bolsas y extrajo un fusil ametrallador don un tubo metálico de aspecto cruel acoplado bajo el cañón-. ¿Ha disparado alguna vez un M-16?
-Los tipos de la Unidad de Respuesta Táctica nos dejaron probar algunos durante la merienda de graduación en la academia -contestó Snow.
-¿He oido bien? ¿La merienda de graduación de la academia? Y seguro que su madre le preparó una cesta de comida. -Le lanzó el fusil a Snow. Luego volvió a meter la mano en la bolsa y le entregó varios paquetes con cargadores-. Cada uno lleva 30 balas. En modo automático se vacían en dos segundos, así que apriete el gatillo con suavidad. -Le pasó otro paquete-. Ese gatillo delantero es para el XM-148, el lanzagranadas. Ahi dentro encontrará dos cargas de 40 mm, por si de pronto tiene mayores ambiciones.
-Donovan, ¿qué es un antorcha? -dijo Snow
-Es el pobre infeliz que ha de encargarse del MAI. Son unas bengalas de magnesio. Despiden una luz muy intensa. Arme una y lanzelá a una distancia prudencial. Al chocar contra el suelo producirá una intensidad de luz de medio millón de candelas, pero basta que una sola bala alcance el talego, aunque sea algo pequeño como una del 22, ¡y bumm! El antorcha. ¿Me explico?
Snow cambió de posición, procurando mantener el talego lo más lejos de su pecho posible.
- Échele un vistazo a esto -dijo-. ¿Puede creerse que algún chiflado ha estado paseándose por aquí? Y además descalzo. ¡Y era grande el hijo de puta! -susurró Donovan-. Debía calzar como mínimo un cincuenta extraancho. -Volvió a reír.
La bengala parpadeó y se extinguió, dejando la bóveda a oscuras. De pronto se oyó un ruido que fue cobrando nitidez hasta resultar obvio que era el sonido de unos disparos. En la oscuridad, Sonw oyó que Donovan se levantaaba de inmediato y pusaba el botón de la radio.
-Equipo Alfa, jefe de patrulla, ¿me oye? -susurró.
La frecuencia captó sólo una ráfaga de interferencia estática.
El suelo tembló.
-¡Esó ha sido una granada! -Exclamo Donovan-. ¿Alfa, Beta, contesten!
El suelo volvió a temblar.
-Snow, coja su arma -dijo Donovan, y Snow oyó el largo pióneo del cerrojo de un fusil bien engrasado-. Esto se está poniendo feo. Alfa, ¿me recibe?
Poniéndose la linterna en la trabilla del hombro, Donovan echó a correr, agachado y con el fusil en posición perpendicular ante el pecho.
Al cabo de unos minutos llegaron a un lugar rodeado de pilones que parecía un viejo apartadero.
-Hemos regresado al punto de reunión -anunció Rachlin del grupo Alfa. De pronto Snow oyó un zumbido en sus auriculares. Tras un tenue silbido sonó la voz de Rachlin:
-...atacan. Bengalas...
-¡Alfa! -gritó Donovan-. ¿Me recibe? Corto.
-Si -contestó Rachlin-. Nos atacan. Beta no lo había conseguido. Nosotros estamos ahora colocando sus cargas. ¡Beecham, allí!
Se oyó un zumbido y luego una tremenda explosión. Entre las interferencias llegaban solidos ininteligibles: voces, quizás alaridos, pero demasiado graves y roncos para ser humanos. A través de las paredes se percibieron de nuevo los estampidos de las armas
-Delta... -dijo Rachlin por encida del ruido-, rodeados...
-¿Rodeados? -gritó Donovan-. ¿Rodeados por quién? ¿Necesitan apoyo? Se oyeron mas disparos y un rugido atronador, de pronto la radio enmudeció.
Donovan intentó en vano ajustar la frecuencia. Miró a Snow.
-Vamos -dijo, preparandos u arma. -Aun tenemos que colocar las cargas de Gamma.
-¿Está loco? Tenemos que marcharnos de aquí ahora mismo.
-Vamos a completar la misión.
-Tenga el fusil a punto -advirtió Donovan.
Snow dobló con cautela el recodo, pero el tunel se acababa allí mismo.
-¡Dios santo! -gimió Donovan.
En un rincón crepitaba la única bengala. Las paredes estaban salpicadas de balazos. Dos formas oscuras yacían desmadejadas en el barro junto a la bengala, las mochilas y las armas despedigadas. Donovan se acercó y vió que era un homble con un traje de neopreno rasgado desde el cuello hasta la cintura, y un sanguinolento muñon dode había estado la cabeza.
-¿Quién puede haber echo esto? -dijo Donovan consternado, mirando al otro cadáver. -Colocaré las cargas aquí- explicó mientras sacaba las cargas de C-4 de la mochila-. Cubra la salida.
Alzando el cañón del fusil, Sonow volvió la espalda a Donovan y permaneció atento al recodo del túnel. De reojo vió como Donovan ajustaba el temporizador al explosivo.
-A las 23:55 dijo Donovan mientras recogía las placas identificativas de los cuellos sin cabeza.Vámonos.
Cuando comenzaron a avanzar, Snow oyó un repentino golpeteo y algo parecido a una tos. Al volverse, vio varias figuras que bajaban por la tuberia del techo y saltaban al barro junto a los soldados muertos. Snow advirtió que iban encapuchados y envueltos en capas.
-¡Vámonos! -exclamó Donovan echando a correr hacía el recodo del túnel.
Cuando doblaban el recodo Donovan resbaló y cayó, rodando en la densa oscuridad.
-¡Opongamos resistencia! -grito, alzando el fusil y encendiendo simultáneamente una bengala. Snow se volvió. Las figuras avanzaban hacia ellos, corriendo agachadasy con paso extrañamente firme. Se advertia en sus movimientos algoanimal que helaba la sangre. Un zumbido ensordezedor sonó junto a él, el lanzagrandas de Donovan. Se produjo un fogonazo y el túnel se sacudió con el estallido. El M-16 se agitó en las manos de Sonw rociando el túnel de balas. Otra figura dobló el recodo y surgió entre el humo de la granada, colocándose en la línea de tiro de Snow. Apuntó y apretó el gatillo. Se oyó otro zumbido, y la horrenda imagen desapareció entre las llamas y el humo de la segunda granada de Donovan.
Snow expulsó el cagador gastado y encajó otro. Aguardaron en posición de fuego. Los ecos se desvanecierón gradualmente. Ninguna otra figura salió del humo y las sombras.
Donovan respiró hondo.
-Volvamos al punto de encuentro -dijo.
Más adelante, a corta distancia, se hallaba Tres Puntos, y el equuipo y la salida. De pronto se chocó contra la espalda de Donovan. Miró alrededor y vió por qué se había detenido Donovan. Entonces vió frente a ellos, en el haz de la linterna, un grupo de aquellas mismas criaturas, diez, quizá doce, inmoviles en el túnel de desagüe. Con mezcla de terror y fascinación, miró atentamente. En el acto desvió la mirada.
-¡Santo cielo! -susurró-. ¿Y ahora qué hacemos?
-Abrirnos paso -respondió Donovan con serenidad, alzando el cañón de su arma.El Relicario
