Del soñador de «UNAMUNO superagente fantástico-secreto y sus acompañantes» hoy toca «Aselvijo masarías»
(AUDIO INCRUSTADO CUANDO VUELVA A CASA Y LO GRABE)
Hoy a las seis y media de la mañana me desperté de un sueño:
Todo muy desdibujado, sabor oriental, pérsico o del Peloponeso. Frente a mí un vasto, regio monasterio y con sus enormes puertas cerradas. La hiedra sobre la piedra era toda contestación. Yo queriendo entrar en un imposible, de tal guisa. Cuando me alejo, aún buscando forma, me topo con un oopart humano, quizás vestido de explorador, o quizás de ochentero de colores llameantes y neones y zapatillas al más puro Space Jam. Él estaba entrando. Él, dentro.
─La contraseña es «Aselvijo masarías» ─Me revela.
«Aselvijo masarías», voy repitiendo una y otra, y otra y otra vez en mi mente mientras me doy vuelta y camino en dirección a aquellos pórticos inconmensurables del monasterio. «Aselvijo masarías, aselvijo masarías, aselvijo masarías...».
Hoy a las seis y media de la mañana me desperté del sueño. Sin haber llegado a entrar. Pero las palabras aún estaban en mi mente.
Hablando con mi señora, Luna, me dice que busque en hebreo el significado, pero cómo buscar fonéticamente en hebreo. Además su claridad asociándolo como semítico no me convencía.
Ni corto, tampoco perezoso, tomé mi móvil y puse el lenguaje griego (uno tiene el teclado también en griego por formación, pues en física mucho se usan las letras griegas). Aprovechando el autocorrector de griego trascribí las letras fonéticamente y me dejé aconsejar por la corrección. De «ασελβιχο μασαριας» /aselvijo masarías/ a «αδελφικός μακάριας» /adelficos makarias/. ¿La primera forma, un dialecto?
Es entonces cuando, mediando al traducción de Google, busco el significado en español: «Felicidad fraternal»
«Felicidad fraternal» como contraseña para entrar en el monasterio de mi sueño.
Busco entonces en la red por la forma «Felicidad fraternal» y de un libro llamado «Historia de la sabiduría», de un tal Franz J. T. Lee, me encuentro con el siguiente párrafo:
«Sin embargo, debe advertirse que esa no es la esencia de un rey-filósofo o rey de la filosofía aristocrático, sino la del hombre filosófico patrio, del novus homo, del futuro homo faber. El ímpetu erótico y ardiente por lograr la perfección virtuosa lo hallaremos después en la búsqueda de Epicuro del hedoné humano, la felicidad fraternal, filantrópica, la eleuthería (libertad) humana total».
Y es con la efigie de Epicuro con que rubrico este comentario.
Nota: Ni idea de griego tengo, eh, pero ni idea. Ni del antiguo ni del actual.