Centenario de la Revolución Alemana (1918)

Don_Verde

Centenario de la Revolución alemana

Sobre ningún otro acontecimiento histórico se ha mentido tanto como sobre la Revolución alemana de 1918. En particular, hay tres leyendas que han aguantado el paso de los años y que han resultado imposibles de erradicar.

La primera de ellas se divulgó sobre todo —e incluso continúa hoy en día— entre la burguesía alemana y sencillamente consiste en la negación de la revolución. Aún se sigue oyendo a menudo que en Alemania, en 1918, no hubo una auténtica revolución. Lo más que ocurrió fue un derrumbamiento. La fragilidad momentánea de las fuerzas del orden en el instante de la derrota permitió que un amotinamiento de marineros pareciese una revolución.

La ceguera y la falsedad de todo esto pueden verse a simple vista al comparar el año 1918 con 1945. Naturalmente, en este último año sí que se produjo únicamente un derrumbamiento.

Cierto es que en 1918 un motín de marineros le proporcionó a la revolución el empujón que necesitaba; pero le proporcionó sólo eso, el empujón. Lo extraordinario fue precisamente que un mero motín de marineros durante la primera semana de noviembre de 1918 desencadenase un terremoto que sacudió toda Alemania; que hizo que se levantara todo el ejército, toda la clase obrera urbana y en Baviera además una parte de la población rural. Pero este levantamiento ya no era un simple motín, era una auténtica revolución. Ya no se trataba únicamente de un acto de insubordinación, como sucedió durante los días 29 y 30 de octubre en la Flota de Alta Mar en Schillig-Reede. Ahora se trataba del derrocamiento de la clase dirigente y de la reforma del Estado. ¿Y qué es una revolución sino exactamente esto?

Como toda revolución, ésta también derrocó el viejo orden y dio los primero pasos para instaurar uno nuevo. No sólo fue destructiva, sino también creadora: su creación fueron los consejos de trabajadores y soldados. Que no todo sucediera sin obstáculos y ordenadamente, que el nuevo orden no funcionara enseguida tan perfectamente como el derrocado, que se cometieran actos desagradables y ridículos, ¿en qué revolución hubiese sido de otra forma? Y que naturalmente la revolución pusiese de manifiesto de pronto la debilidad y los errores del viejo orden y que su victoria se debiera en parte a esta debilidad, no es más que una obviedad. En ninguna otra revolución de la Historia ha ocurrido de otro modo.

Por el contrario, debemos reconocer incluso como una hazaña de la Revolución alemana de noviembre de 1918 la autodisciplina, la bondad y la humanidad con la que se llevó a cabo, más remarcable aún si se tiene en cuenta que fue casi en todas partes la obra espontánea de las masas sin liderazgo. El verdadero héroe de esta revolución fueron las masas, el espíritu de la época ha dejado constancia de ello: no es casual que los puntos culminantes en las obras de teatro y cine alemanes de esos años muestren magníficas escenas de masas (...)

Los ríos de sangre que se vertieron durante la primera mitad de 1919 para aplastar la revolución dan fe de que ésta no fue ni una quimera ni una ilusión, sino una realidad viva y sólida.

No hay duda alguna sobre quién sofocó la revolución: la dirección del SPD, Ebert y sus hombres. Tampoco existe ninguna duda de que los líderes del SPD, para poder derrotarla, se pusieron primero a su cabeza y luego la traicionaron. En palabras del incorruptible y lúcido testigo Ernst Troeltsch, «esta revolución que los dirigentes socialdemócratas no habían hecho y que para ellos era una especie de aborto, fue adoptada para no perder su influencia sobre las masas, como si se tratase de la adopción de un niño largamente deseado».

En este punto hay que ser preciso, cada palabra resulta crucial. Es cierto que los dirigentes del SPD no habían hecho ni habían deseado la revolución. Pero Troeltsch es inexacto cuando afirma que solamente la «adoptaron». La revolución no fue únicamente «adoptada», sino que realmente fue su propio hijo, su hijo largamente esperado. La habían estado predicando y prometiendo durante cincuenta años. Aunque ahora «este hijo largamente esperado» ya no era deseado, no dejaba de ser suyo. El SPD era y siguió siendo su madre natural; y cuando lo asesinó, cometió un infanticidio.

Como cualquier infanticida, el SPD intentó excusarse ante su actuación. Y éste es el origen de la segunda gran leyenda acerca de la Revolución alemana: que no se trataba de la revolución proclamada durante los últimos cincuenta años por los socialdemócratas, sino de una revolución bolchevique, un producto de importación rusa, y que el SPD había protegido y salvado a Alemania del «caos bolchevique» (...)

Esta leyenda, inventada por los socialdemócratas, siempre ha sido apoyada, voluntaria o involuntariamente, por los comunistas, ya que otorgan todo el mérito de la revolución al KPD o a su predecesor, la Liga Espartaquista, y se vanaglorian de él, lo que los socialdemócratas utilizan para justificarse a sí mismos y para acusar a la revolución: la Revolución de noviembre de 1918 fue una revolución comunista (o «bolchevique»).

Y a pesar de que socialdemócratas y comunistas coincidan excepcionalmente en este punto, sigue siendo una falsedad. La Revolución de 1918 no fue un producto de importación rusa, fue un producto genuinamente alemán; y tampoco fue una revolución comunista, sino socialdemócrata: la misma revolución que el SPD había proclamado y exigido durante cincuenta años, para la que había preparado a sus millones de seguidores y a la que había consagrado su existencia.

Este punto resulta fácil de demostrar. La revolución no la hizo la Liga Espartaquista, un grupo con escasa capacidad organizativa y con pocos seguidores, sino millones de trabajadores y soldados socialdemócratas. El gobierno exigido por estos millones de personas —tanto en enero de 1919 como antes en noviembre de 1918— no era ni espartaquista ni comunista, sino un gobierno del partido socialdemócrata reunificado*. La constitución que anhelaban no era la de una dictadura del proletariado, sino la de una democracia proletaria: el proletariado, y no la burguesía, quería ser a partir de ahora la clase dirigente, pero quería gobernar democráticamente, no de forma dictatorial. Las clases derrocadas y sus partidos podían expresar su opinión mediante el parlamentarismo, más o menos como habían podido expresar su opinión los socialdemócratas durante el Reich guillermino.

También los métodos de la revolución eran completamente distintos a los métodos bolcheviques o leninistas, tal vez en perjuicio propio. Si observamos con atención, no eran ni siquiera marxistas, sino lassallianos: la palanca de poder decisiva que asieron trabajadores, marineros y soldados revolucionarios no fue, como hubiera correspondido a las teorías marxistas, la propiedad de los medios de producción, sino el poder estatal (...)

Y estos dirigentes, después de que la revolución les entregara el poder estatal, utilizaron dicho poder para aplastarla sangrientamente: a su propia revolución, a la revolución anhelada durante tanto tiempo y que por fin se había hecho realidad. Apuntaron los cañones y las ametralladoras hacia sus propios seguidores. Ebert también intentó desde el principio lo que el káiser había intentado inútilmente: lanzar contra los trabajadores revolucionarios al ejército que volvía del frente. Y como tampoco lo consiguió, no dudó en dar un paso más, que consistió en armar y movilizar contra sus inocentes seguidores a los adeptos más extremistas de la violenta contrarrevolución, a los enemigos de la democracia burguesa, esto es, a sus propios enemigos, a los precursores del fascismo en Alemania.

Así fueron los hechos: lo que el SPD aplastó y, si se quiere, aquello de lo que «protegió» o «salvó» a Alemania no fue una revolución comunista, sino socialdemócrata. La revolución socialdemócrata que tuvo lugar en Alemania en 1918, tal y como deseaba receloso el príncipe Max de Baden la semana anterior al 9 de noviembre, se «ahogó»; y se ahogó en su propia sangre. Pero no la ahogaron ni el príncipe ni los soberanos derrocados por ella, sino sus propios líderes, aquellos a quienes la revolución plenamente confiada había subido al poder. Fue aplastada con la violencia más extrema, más despiadada, y no mediante una lucha leal, cara a cara, sino por la espalda, a traición.

Da igual de qué parte estemos, o si lamentamos o celebramos el resultado final: se trata de un acontecimiento que asegura una inmortalidad ignominiosa a los nombres de Ebert y Noske. Dos sentencias pronunciadas en aquel entonces, marcadas por la muerte de los que las pronunciaron, siguen resonando a pesar del paso de las décadas: el veterano miembro del SPD e histórico del partido Franz Mehring dijo en enero de 1919, poco antes de morir con el corazón roto: «Ningún gobierno ha caído tan bajo»; y Gustav Landauer, antes de morir a manos —o más bien bajo las botas— de los Freikorps de Noske, escribió: «No conozco en todo el reino de la naturaleza a una criatura más repugnante que el partido socialdemócrata».

  • Durante la guerra el partido se dividió entre los que la apoyaban, el SPD, y los que se oponían, el USPD (Nota de EL AULLIDO).

Por: SEBASTIAN HAFFNER

http://grupostirner.blogspot.com/2018/11/centenario-de-la-revolucion-alemana.html


Bueno, tal día como hoy, hace 100 años, comenzaba el alzamiento de obreros y soldados en Berlín contra el gobierno de la incipiente República de Weimar. Hace 100 se cometió la mayor traición de un partido socialdemócrata de la historia, me atrevería a afirmar. Traje este artículo por que de paso desmitifica la idea de que era una revolución comunista de corte bolchevique, idea que gustaba a uno y a otro lado del telón de Acero para justificar actos. Al igual que la Revolución Rusa no fue una revolución bolchevique (hasta que acapararon todo el poder), la Revolución Alemana tampoco lo fue, siendo los Espartaquistas minoritarios y ni mucho menos la mayoría del alzamiento. Simplemente, en solidaridad, se unieron a la exigencia popular.

Personalmente, me parece un fenómeno muy influyente en todo lo que vendrá en Alemania a posteriori. El gobierno y la legitimidad del SPD se va al traste, no solo por la paz esclavizadora de los Aliados, sino por acciones como esta que hacen que pierdan la confianza del proletariado alemán. En todo esto, solo un año después un austriaco con bigote raro comienza a moverse y a aprovechar ese descontento popular tras la supresión de las revueltas a sangre y fuego. El caldo de cultivo para el crecimiento del nazismo estaba ya bien preparado.

Edit: Dejo el enlace del grupo de historia, que sino el camarada @Sephirox me purga.

https://www.mediavida.com/g/CDE

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sephirox

Así me gusta!

Esa socialdemocracia usando a los buenos freikorps para darle matarile a la revolución social que podría haber supuesto la puerta de entrada a Europa del progreso xd.

Si hay una traición dentro de la izquierda que deba ser sonada, sin duda alguna es esta. Lo que salía de Alemania no era lo que salió después de la URSS (sin desmerecerlo).

Buen hilo.

PD: @Don_Verde , leí el año pasado la biografía de Haffner. Me sorprende verlo por aquí.

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Don_Verde

#2 Pues la verdad es que no conozco demasiado sobre él, aparte de que tuvo que salir de Alemania por que su mujer era judía y que se le considera una eminencia en historia de Alemania del XIX y del XX. Básicamente, me gustó el artículo y lo traje por aquí, siempre me gusta traer un punto de vista interesante y el acontecimiento lo requería.

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sephirox

#3 Según su biografía no sale por eso xd. El era jurista, muy liberal, y se va porque lo que está sucediendo a su alrededor le asquea.

Te la recomiendo mucho, aunque sea desde un punto de vista totalmente opuesto al nuestro, es muy coherente. Es corta, porque la escribe desde Inglaterra cuando aún estan los nazis. En una tarde la lees.

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alblanesjr

Lo que ha hecho toda la vida la socialdemocracia, traicionar y demovilizar a la clase trabajadora.

Gran articulo #1

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Tritoman

La traición pura y dura, oh bendita socialdemócracia, algunos te nombran con el honor de pertenecer a ella, cuando solo son unas sucias ratas más que temen el cambio y se vuelven en contra de antiguos aliados.

Es el ejemplo perfecto,el sdp, de cuando ves que el mundo entero no puede cambiar porque te lo dicen, luego ves lo que sucede en Rusia y te entra miedo de hacer lo correcto, lo que te han dicho mil veces que no puedes o no debes hacer, pero ostia, sí que funciona, sigamos con el parlamentarismo maquillado.

Traidores a su clase y a su gente. Por cierto este mes también se celebra el día de rosa luxemburgo y karl liebhernecht (o como se escriba) en recuerdo de sus asesinatos con el apoyo de sus excolegas

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Don_Verde

#6 No por gusto mi desencanto total con podemos empezó cuando se definieron como socialdemócratas. Nadie que tenga un conocimiento de lo que ha hecho la socialdemocracia con la izquierda a nivel internacional se puede definir como tal y quedarse tan pancho. La socialdemocracia tiene sus manos bien manchadas de sangre de obreros y revolucionarios que bien ha sido tapado por sus supuestos logros y por la conveniencia de terceros.

Lo peor que el artículo lo deja bastante claro, esa revolución es lo que habían proclamado los socialdemócratas durante décadas en Alemania y cuando al fín las circunstancias y los acontecimientos les proporcionan al fín su deseo, prefieren pactar con el poder, las Freikorps y los funcionarios prusianos.

Y respecto a Rosa y Karl, básicamente fueron los cabeza de turco de todo esto, pero ni mucho menos fueron los cabecillas. Pero a todos les interesaban que quedasen como los líderes y mártires del suceso. De los marineros de Kiel, de los obreros de Berlín o de los campesinos soviéticos bávaros nadie se acordará.

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Tritoman

#7 correcto, cuando ves que un partido aglutinante del pueblo empiezan a nombrar con orgullo que son socialdemócratas...el tufo huele bastante, aunque bueno, es una pena que si tienes que decir socialista la gente directamente te asocie al PSOE xD

Es lo triste de no tener una cultura política, no sé en qué libro, creo que uno qu se llama algo va mal de tony judgt, que habla sobre la socialdemocracia en Europa y como se ve desde su país, EEUU y dice que en el momento que sacas en cualquier debate la palabra socialismo, la conversación ya cae en saco roto (años de guerra fría es lo que hacen)

Y bueno, yo tan cabezas de turco no los veo si luego vemos en lo que ha sido esa socialdemocracia para Alemania, la verdad es que me flipa bastante Alemania pre RDA durante y post RDA jaja trae más cosicas 😉😉

Necesitamos algo de luz para poder verlo todo, sobre todo en ciertos sucesos que no son tan notorios ya sea por medios o por que esa gente no tiene la capacidad de hacerse visibles

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Glumyglu

Sephirox y Don_Verde salvan off-topic con estos hilos, seguid haciéndolos que son muy interesantes :)

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Don_Verde

#8 Yo lo quiero atachar al desconocimiento de la historia. Quiero ser optimista y positivo y pensar de que nuestros autoproclamados "líderes de la izquierda" son tan imbéciles de no ser conscientes de lo que hacen. La alternativa es todavía más siniestra.

La cultura política está mancillada y pervertida por los medios de manipulación, los verdaderos amos detrás de los hilos de los pensamientos políticos de las sociedades. Los términos y definiciones se pervierten y se enfangan, mismamente tres palabras como socialismo, fascismo o democracia pueden tener una variabilidad de interpretación tan bestia que casi se oponen. Yo abogo que el futuro del movimiento revolucionario pasa por prender fuego a los barcos, asumir que el orden imperante te ha ganado la batalla de la propaganda y continuar creando nuevas realidades y conceptos. O dejarse arrastrar por el fango manipulador.

Lo de cabeza de turco lo digo por que fue así como lo vendieron, soviéticos y amigos de los Freikorps. Interesaba hacer ver a la sociedad alemana e internacional que había sido un levantamiento de corte bolchevique y organizado por estos, en vez de un alzamiento popular alemán de gente que apenas buscaban unas reformas. Matar bolchos está mejor visto que matar socialdemócratas, si ya incluso quieres apostar fuerte, di que eran anarcas y carta blanca.

Justamente me encanta ver y leer sobre estos sucesos de la historia que parece que casualmente van cayendo en el olvido, que se manipulan tan torticeramente y que pasan tan ignorados. Suele estár ahí la clave de muchos sucesos más pomposos que parecen que ocurren sin una explicación, cuando la tienen. Lo que pasa es que dicha explicación suele dejar mal a muchos, a demasiados.

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sephirox

#10 Soviéticos eran, que no bolcheviques.

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Darax

#1 "Cuando lo viejo no acaba de marcharse y lo nuevo no acaba de llegar, entre medias aparecen los montruos" A. Gramsci.

Los socialdemócratas casualmente siempre acaban siendo los mejores aliados del auge de movimientos tercerposicionistas, por el odio a lo vigente y a la desidia de los que prometían un nuevo rumbo.

Me recuerda, salvando todas las distancias, a lo que está pasando hoy día en España con el auge de Vox.

N

Tuvo un bonito final Rosa la roja coja

Don_Verde

#11 No todos, aunque si bien cierto era que había parte del movimiento que planteaba la necesidad de la organización de soviets (que no del control del partido sobre estos, principal discrepancia de Rosa con los bolcheviques). Cabe destacar por ejemplo la República Soviética de Baviera.

Lo que pretendía explicar es que este fenómeno no era por influencia directa de agentes rusos ni nada por el estilo, sino como un alzamiento estrictamente alemán buscado por el SPD y traicionado por este.

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B

Buen hilo, más usuarios como tu hacen falta que aportan contenido de calidad.

Pero por cada Don Verde tenemos a veinte Voxemitas y Cuñados con sus hilos de mierda o directamente propaganda y noticias falsas.
Tienes mi respeto.

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