Bitter Lake (2015)

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Bitter Lake es el último trabajo de Adam Curtis, a mí entender uno de los documentalistas más potentes del siglo XXI, si bien poco difundido, menos en España, donde para hacernos una idea del perfil igual habría que nombrar a Michael Moore. Curtis resulta bastante más serio, y a diferencia de Moore no da respuestas fáciles. Tampoco las preguntas son fáciles.

Ayer pasó lo que pasó en Túnez. El tema del -mal llamado- yihadismo vuelve a las portadas. Bitter Lake también va de eso. Es la historia del complejo tablero de oriente medio durante los últimos 70 años, y creo que merece mucho la pena; dos horas que le hacen a uno plantearse muchos interrogantes.

El documental entero está subido en vimeo, en inglés. No he conseguido encontrarlo con subtítulos en español. Es pronto todavía. En cualquier caso me parece que sin tener tampoco un nivel muy alto se puede pillar casi todo.

(Tocho-review)

Hay momentos elocuentes, por ejemplo cuando tras la invasión estadounidense en Afganistán se busca desde Occidente improvisar una democracia en el país, lo cual implica conseguir que determinadas áreas de la vida social y cultural se modernicen. Y ahí aparece una experta en arte mostrando el Fountain de Duchamp a unas jóvenes del país. Las caras son de ‘wtf’, el típico wtf que exhibe cualquier grupo colonizado.

Tampoco es gratuito recordar de dónde viene el opio (fuente de problemas durante décadas). Hay que ir hasta la provincia de Helmand en Afganistán, y regresar a los años sesenta, cuando otro intento de modernización impulsado por EEUU dio lugar a la irrigación de áreas que no lo estaban y, en consecuencia, a grandes y nuevos cultivos de opio. Esto desde luego no es motivo para culpar a EEUU de nada, pero sí refleja las consecuencias no intencionadas de según qué modernizaciones, y en ese sentido Afganistán es un caso fatídico.

Luego es más necesario que nunca poner la mirada sobre Arabia Saudí y la doctrina que allí predomina: el wahabismo. Más de cincuenta años de petrodólares han servido a Arabia (de largo uno de los países más putrefactos del mundo) para difundir el wahabismo, en un intento de colonización religiosa que ha llegado a Pakistán, a Indonesia e incluso a Europa. Es esa doctrina ultraconservadora y hostil del islamismo la que hizo de caldo de cultivo en Afganistán para el serguimiento de los talibanes, en el mundo occidental con el terrorismo, y en Siria/Irak actualmente con el ISIS, un veneno que Arabia Saudí ha esparcido y al que Europa y EEUU, dependientes del crudo, no han sabido ni han querido dar respuesta. Tampoco se suele hablar de wahabismo en los debates públicos; a lo sumo de ‘yihadismo’ y muy generalmente de ‘islamismo’, generando una confusión bastante perjudicial para entender lo que está ocurriendo.

Curtis se refiere especialmente a la óptica desde la que solemos mirar Oriente medio, que es la del bien y el mal, los ángeles contra los demonios, y en medio las víctimas. Eran esos esquemas los que soportaban el discurso de los líderes occidentales en Afganistán (2001), en Irak (2003) y dentro de poco en Siria/Irak a propósito del ISIS. Los que matan cristianos y homosexuales y arrasan los restos de la historia, esas gentes vestidas de negro se nos aparecen, más que nunca, como demonios, chiflados: el mal en sí mismo. Es el bien contra el mal una vez más. Yo mismo soy partidario de la acción militar, en tanto me parece urgente detener los crímenes contra la humanidad que se vienen cometiendo durante los últimos meses. Pero no se me olvida que la situación allí es compleja, que no hay buenos ni malos, sino en todo caso los vestigios de la Guerra fría en Oriente medio, más la voluntad de Arabia Saudí, más las injerencias de EEUU, más toda la mierda que han traído consigo figuras como Sadam o Assad. En definitiva, un mapa muy complejo al que no hemos empezado a hacer frente. Bitter Lake es un primer escalón.

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