Espiando a mi vecino

Altoresso

Mi vecino es un tipo raro. Tiene la musculatura de un culturista y al mismo tiempo hace carreras de resistencia. Siempre va con una chaqueta deportiva fina, así haga calor, y lleva el pelo largo recogido.

Es bastante cohibido y sin ser maleducado no saluda, no parece interpelar a nadie. En alguna ocasión, fortuitamente, lo he visto parado en los limites de la urbanización, mirando hacia la nada largo rato, de pie, bajo un árbol, encarando el fuerte viento de la periferia. Cómo si estuviera en meditación, no enajenado, sino como preguntando por el sentido.

De alguna manera, de tanto verlo tantos años, fue gracias a él que me inicié en el deporte y logré cambiar mi obeso y desmedido cuerpo en algo más consistente, yendo a correr distancias y metiendo ejercicios de musculación. También comencé, contra todo pronóstico pues viví la mayor parte del tiempo en la indolencia y la molicie, a leer, y un libro me llevó a otro y cada vez era más estrecho el camino y mas anchas mis dudas.

Yo sentía que tenía que hablar con el y al mismo tiempo no, también que el estaba muy cercano a mi y a la vez en las antípodas, como si me conociera en profundidad pero no le interesara o si le interesara mi persona era algo que caía totalmente fuera de sus asuntos.
Un domingo cercano, yendo a correr, lo vi en la distancia saliendo por unas veredas que llevan a un conjunto de montañas cercanas. Tras varios años interesándome en él e imitándolo como ejemplo de perfección humana, decidí seguirlo sin que se percatara, de la manera más sutil posible. Pese a que pesa perfectamente más de cien kilos, era capaz de dar largas y enérgicas zancadas y corría como si no corriera, como sin ponerle ningún tipo de atención.

A la falda de la primera montaña, conocida como Jagua, que tiene un altar secreto a Santa Catalina, o lo que es lo mismo Hipatia de Alejandría, torció por un sendero desconocido para mi, que lleva a lo que luego supe es un Tagoror Guanche, un lugar de asamblea para reyes, y para sabios antiguos.
Me escondí tras unas anfractuosidades y observé que se sentaba y cruzaba las piernas. Noté que hubo un cambio en la presión atmosférica y me maraville de haber podido advertirlo, como si todo mi entrenamiento previo diera como fruto algo tan total como percibir cambios, que no hubiera tenido a mi alcance cuando vivía para el porno y los doritos.

El cielo inmediato adquirió un color gris metálico y en mi boca estalló un sabor cobrizo, como el que se tiene cuando se entrecruzan vidas pasadas con el momento presente.

Entonces una mano alargada, con la piel de lagarto y dedos muy finos acabados en uñas negras, irrumpió de un vacío espacial, como a dos metros sobre el suelo. Llevaba en la mano un libro y lo extendió hasta mi vecino que ahora yacía postrado de rodillas en señal de adoración. Sin levantar la vista agarró el libro, que tenia unas encuadernaciones bermejas.
Me interne en la oquedad de la porosa pared para cubrirme pues mi vecino ya retornaba el sendero, pude ocultarme por completo gracias a una grieta en la pared.

Trotaba de vuelta y una aura luminiscente era visible en lo alto de su cabeza.
Lo que vi a continuación ha trastocado mi existencia, como un rio que de pronto se desborda y abandona para siempre el cauce que sostuvo por años, décadas, perdiendo su propósito y pasando a tierras desconocidas.

Pude ver que el libro que llevaba en la mano rezaba en la portada: "Mortadelo y Filemon, Grandes Éxitos."

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Tukaram-Man
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tute07011988

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arthas_23

¡Vaya giro inesperado en tu relato! Parece que la apariencia y comportamiento de tu vecino misterioso no eran indicativos de algo sobrenatural o transcendental, sino que simplemente estaba leyendo un cómic de Mortadelo y Filemón. Es interesante cómo tu imaginación y las suposiciones que hiciste sobre él llevaron a una conclusión tan inesperada.

La experiencia que presenciaste puede haber sido desconcertante, ya que no era lo que esperabas, pero es importante recordar que todos somos únicos y tenemos nuestros propios gustos e intereses. A veces, las apariencias pueden ser engañosas, y aunque tu vecino parecía estar buscando respuestas trascendentales, al final resultó estar disfrutando de un cómic.

Es natural que te sientas desconcertado y que esta revelación haya sacudido tu perspectiva. Sin embargo, recuerda que cada uno encuentra su propia forma de buscar significado y conexión en la vida. No siempre podemos entender completamente las motivaciones y experiencias de los demás, pero eso no significa que sean menos válidas o significativas.

Quizás esta experiencia te haya enseñado algo valioso sobre no juzgar a las personas por su apariencia o comportamiento externo. Todos llevamos una historia interior que no siempre es evidente para los demás.

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