La galaxia. Es un tema espinoso. Hablar de Dios ahora, un bochorno.
Tenemos a un tipo que trabaja libremente. Hace sus encargos, tiene una barriguita fofa, pero también unos brazos capaces y cuando su cabeza logra sortear su propio drama, o quizá a través de su trauma, la agudeza lo respalda.
Ahora mismo se encuentra bregando contra el sindicato de mineros de Wolferina de Magna Segunda. Una colonia fertil y completamente volatil. Los colonos, generalmente, gente sin mucha formación y mucha desesperación, llevan a su prole y a una mujer angustiada a vivir a unos barracones de telanio, a un lugar en el que el sol se pasea gimiente cada cuatro siclos.
Las provisiones son terriblemente sucedaneos de provisión y los pocos mineros que logran entender el exiguo superavit que generan, ( no, no el que generan, que lo hacen, el que se les otorga una vez descontados los intereses de los mandamases) se aferran con las uñas a una roca en mitad de una catarata de plomo, para no caer en la adicción de la fremita.
oh, la fremita, se parece mucho a estar a buenas con Dios pero cada paso que se da se logra en la boca del diablo. ¿De dónde nace esta narración maniquea?
Malditas inercias.
Pero nuestro tipo, Spencer, está tan evolucionado que sus elecciones se suceden en unas escalas psicologicas que nada tienen que ver con la supervivencia del estado, ni de la moral, ni del sentimiento. Niegan a la madre.
Son deudoras de la Sospecha. La Sospecha como germén de la creación y del caos.
Spencer Robledo tiene un encargo, se trata de poner en firme una miniscula incomodidad, ¿Está la wolferina siendo utilizada para situaciones que están fuera de la regulación?
Claro, ¿quién puede secundar este encargo sino los principales proveedores de la Rolferina, una aleación infinitesimal del mismo carbono, capaz de catalizar las reacciones energicas más demandas por el Imperio y su Emperador?
Cuando hemos de achicar el espacio, ordenar a las coordenas que se dobleguen al antojo, esquivar los azares del destino y llegar sin derroteos al destino, usamos la Rolferina.
Digamos, digamos que....
Spencer Robledo tiene una tableta de k-17. Éste numen es capaz de fundir las paredes dimensionales, con suerte para siempre y la reencarnación se queda estática y la cadena se detiene, una secuencia tan poderosa que detiene la evolución y por ende, intercepta el tiempo en su propio elemento.
Por suerte, una poderosa concatenación de enzimas logra que Spener se tome la superdroga como remedio para las resacas del metil-alcohol-hiperdionomico.
Abandona su camastro en la litera, siguiendo los fogueos de su tapadera y se adentra en la reunión de los mineros con mejor tasa de extracción.
La reunión quiere seguir unos fundamentos masonicos que nada tienen que ver con la terrible mendicidad de sus intrigantes.
- Si logramos escamotear un décimo de Wolferina cada diez mentecs, la máquina imperial no podrá delatarnos....
- Eso significa que dentro de setecientos años nuestros tara elevado a 3 nietos verán un frutgo exiguo......-
- Vale la pena intentarlo.
- Largos propositos para gentes que mastican polen de achicoria.... - dijo Spencer Robledo.
La turba del sindicato lo miro.
continuará...........