[Relato] El tiempo jamás llega tarde.

_dGr_

La Luna reluce menguante sobre el firmamento mientras su luz actúa, en el centro de una ciudad desconocida a ojos extranjeros, dibujando sobre el verde suelo de los jardines de un parque, las sombras de unos árboles que parecen observar todo lo que allí ocurre. Un par de parejas acarameladas disfrutan de un viaje placentero por las vías en las que el sexo en público te ata y conduce.

Un hombre de oscuro cabello y fornido porte, permanece erguido al pie de una de las farolas que ilumina el paseo principal del lugar.

-Puedes salir, nadie me ha seguido.- susurró, de reojo, a uno de los arbustos que parecía vigilarle desde hacia varios minutos. De este salió, torpemente, una silueta que caminaba sinuosa sobre aquél suelo. -Tan cuidadoso como siempre.- esgrimió entre sordas risas aquella figura que, lentamente, se acercó al hombre de mayor envergadura.

-Tu llamada así parecia requerirlo, viejo amigo.- contestó de nuevo aquel hombre alto con gabardina, girando sus talones sobre la nueva y menuda que había hecho acto de presencia. -De hecho no tengo mucho tiempo. Dudo que más de veinte minutos, si tengo tal suerte.-

Ambos empezaron a caminar para perderse lentamente entre la oscuridad y la protección que les otorgaban los grandes robles de la zona más alta del parque. - ¿Recuerdas el proyecto R.U.K ?- susurró de soslayo la pequeña figura que, tras aquellas palabras, parecía haberse dado cuenta de que le estaban observando. -Te he dicho que no me han seguido, así que deja de irritarte, ¿quieres?- replicó su compañero al verle nervioso. -Y sí, recuerdo todo lo que me hablaste sobre él... no me digas que...-

  • No te preocupes, todavía estamos a tiempo de cortarle las alas, pero te advierto de que sí, está finalizado. De hecho, antes de salir corriendo del laboratorio tuve tiempo para sacar algo de información sobre mí y nuestro encuentro.- Ambos se sentaron en uno de los bancos de madera de la zona superior del parque y prosiguieron la charla.

-¿Y que tienes?- preguntó el hombre robusto mientras observaba a su compañero con incredulidad. Este, sin perder un solo segundo, respondió tajantemente. - Tengo la información suficiente como para intentar parar todo esto, pero necesito tu ayuda. Eres la persona con la que menos contacto mantengo y será más dificil de predecir este mismo momento en un pasado inmediato, así que puede que ello nos aporte un par de minutos cruciales. - Sacó del bolsillo interior de su chaqueta un revólver que entregó a su enorme compañero, el cual accedió a cogerlo sin replica alguna. -Debes matar al Doctor Amos, y debes partir ya...-

El científico le entregó también una acreditación con la que debería poder acceder hasta el laboratorio sin ningún tipo de problemas y tras un par de indicaciones más, el hombre fornido se levantó de aquel banco y apresurado, corrió parque abajo hasta su coche.

-Suerte, Carlos- susurró entre pensamientos aquel pequeño hombre, que apoyado en el respaldo del banco, suspiró aliviado. Cerró los ojos y tras remover en su mente una vez lo ocurrido y lo que estaba por acontecer, un estruendo le sacó con furia de sus cavilaciones. Una explosión a unos cien metros de donde él ahora reposaba. -¡¡Carlos!!- Fue su amigo lo primero que le vino a la mente, y como la explosión de su coche había acabado con toda posibilidad de detener el proyecto que acabaría con todo libre albedrío sobre la faz de La Tierra.

-No te preocupes por él, ha sido algo instantáneo- replicó una figura que creció desde las sombras hasta postrarse irremediablemte a su altura. -¿Quién demonios eres?- preguntó la pequeña figura, todavía impactado por la luz del fuego que emergía de las afueras del parque.

-No voy a perder el tiempo explicándote quien soy y de que época vengo, porque tu vida se acaba aquí y ahora, pero si crees que tu viaje al mas allá será más liviano si te explico que tú amigo logró acabar con nuestro doctor la primera vez que lo intentó, créelo. Nos hicieron falta dos regresiones simultáneas para conseguir la información adecuada para que tu amiguito se haya convertido hoy en el hombre de las cenizas, y tú en la rata de laboratorio con una bala entre ceja y ceja...-

Levantó el arma que portaba en su diestra y su cañón se detuvo a la altura de la cabeza del acongojado científico. No escucho siquiera el ruido del gatillo.

A

Buen relato.

MVronsky

No me gusta tu estilo, da la impresión de ser demasiado artificial y forzado. Deberías ser más natural a la hora de escribir.

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