Existe una realidad de la que pocos quieren hablar. Es incómoda y frustrante. Afecta a la familia, al nido donde crecieron los polluelos y se alimentaron de su madre. Es la tensión sexual en la familia. Una mancha blanca y viscosa en el mantel de la cena de Nochebuena. Una erección debajo de la mesa. Una prima que huele a colonia barata de Mercadona y va a salir en Nochevieja. Qué guapa está hoy la muy cabrona, es una choni con buenas tetas, pero tú no debes mirarla. No debes aspirar a nada. No debes tener pensamientos oscuros, prohibidos. Qué bien huele, pero coño, que jugábamos en el parque de pequeños y dormíamos en la misma cama en las vacaciones en Torremolinos.
Me contaba un amigo el otro día que la primera vez que fue consciente de que estaba cachondo fue pensando en su prima Pili. Estaba en el WC a media tarde, su madre le dijo a través de la puerta que se preparara para ir de compras con ella y con la Pili y su pene se puso duro como la cara de Paco Sanz al pedir los sms solidarios para curarse en Estados Unidos. Quedó en esa incómoda situación en la que se tiene una erección en el váter y uno tiene que apretarla con la mano hacia abajo para evitar accidentes de GRAN ENVERGADURA en el caso de que a las heces les acompañe un chorro de pis.
La prima de mi amigo tenía entonces 30 años, mientras que él acababa de cumplir 13. ¿Con qué sueñan los ciegos? ¿Cómo se imaginan el mundo? De igual forma que mi amigo, polla gorda, cachondo hasta la muerte y sin saber aún cómo aliviar aquello, se encontraba en esa situación. Todo era indeterminado. Su comportamiento cambió para con ella (todo era muy forzado) y ella se coscó y le dejó de hablar. Ella se lo pierde. Ahora él es una eminencia en los campeonatos amateur de LOL, maneja guita, va por la calle con sombrero y es tertuliano del canal de ALFAS de Movistar Plus. Ella es una simple MILF que ha empezado hace un par de meses a tomar ansiolíticos. Sus hijos han cumplido los 25 y ya no dependen de ella. Se siente vacía.
Mientras vuestra moral judeocristiana os impide haceros una paja memorable con la mujer de tu primo (peluquera que en una boda bebió demasiado y acabó en el WC de caballeros, polla en boca, bolso en suelo), las cabezas bullen en la cena de Nochebuena. Y tu tío el separado se presenta con su nueva novia, dominicana, 35 años, con cara de poder cruzar España de punta a punta poniendo en fila los centímetros de rabo que se ha comido.
Tu abuela va a misa de 8 todos los días y los domingos también a las 12. Censura que la mujer deje cocinar al marido, que lleve minifalda y que salga con las amigas, sin novio. A tu prima le echó la bronca por independizarse ella sola antes de casarse. En esta cena, tiene que hacer de tripas corazón, dado que la dominicana de tu tío se ha presentado con un vestido ajustado de la tienda de moda venezolana de su barrio. Tiene dos pechos como dos camiones cisterna, medio fuera, y tu primo de 15 años no para de mirarlos, sonrojado. Tu otro tío, que nunca se casó y es ratito, observa con recelo. Él nunca conseguirá algo así. Nunca frecuentará los bares de mala muerte donde se encuentra a las amazonas que saben a cenicero, beben, tienen cicatrices de tres cesareas y saben follar muy bien.
Si se la hubiera encontrado por la calle, hubiera hecho una película en su cabeza sobre cómo se la follaria. Pero es familia. O casi. Y no lo piensa. Se cohibe.
Mamasteis del mismo pecho que vuestro padre y vuestras hermanas maman pollas de idiotas. Rompe el corazón pensarlo, como le ocurre al padre que observa cómo su hija llega a la adolescencia y pronto será salvajemente penetrada por un tipo que la tratará como un trozo de carne.
Hubo un día en el que vuestra abuela se puso cachonda cuando vuestro abuelo se pajeó encima de ella. Y vuestra tía, la que se tira pedos de tapadillo que huelen a cadáver de cetáceo, una vez se hizo un dedo mientras se confesaba.