Obtuve una buena nota en mi acceso a la escala básica. Es cierto que mi apellido ( lo omito por precaución) me abre puertas pues mi tío fue durante quince años la mano derecha del comisario en Barcelona.
Empecé filología clásica pero la abandoné por Criminalística. Mis hermanos mayores pertenecen al cuerpo y cansado de escuchar sus constantes menosprecios me propuse desbancarlos. Ese ha sido mi único propósito.
En poco tiempo obtuve un físico sobresaliente y estudié doce horas diarias. Fue bastante sencillo, no lo oculto, entrar en el cuerpo.
El tema es que nada más tomar la plaza comencé a padecer una fortísima ansiedad y estoy tomando Lírica. Hay mañanas en las que me he tenido que hacer cortes en los muslos para aplacar la cabeza.
Voy al grano.
Me avisan de que estoy bajo la tutela del detective Rosales y que he de reunirme con él inmediatamente. No lleva uniforme y conduce un Monovolumen Picasso. Tiene una barriga escandalosa y la nariz a estallar de varices, enciende un cigarro con el que apaga y lo he visto escupir por la ventana, sin haber bajado el cristal primero. Huele fatal.
Me subo al coche y me dice: hola conejo, estás cagadisimo de miedo cabrón sube, vamos a dar una vuelta por los arrabales.
Empieza a darme la chapa, que si tiene cincuenta y cinco años, tres divorcios y cuatro hijos. Que estudió filosofía y se doctoró con honores con una tesis sobre San Agustin y su presencia en la literatura rusa.
Se para en un bareto y todo el mundo le conoce, yo voy con el uniforme ( por cierto que me ha dicho que mañana venga de paisano) y se enrosca dos cafes y tres whiskys. A las once de la mañana. Me fijo que no lleva arma reglamentaria y me contesta que la pistola no hace al policía. Me quedo de lado, todo el rato, mientras Rosales critica al gobierno y cuenta chistes a los parroquianos.
Entran dos moros, con un aspecto tal que es de manual detenerlos en el acto, y le dan un abrazo a Rosales, le entregan un sobre y marchan, Rosales se lo mete en la roída americana.
Ya en el coche me dice: ¿Cómo olvidar esos ochos siglos de reconquista, a caso habrá alguien tan ciego como para reconocer que España es árabe hasta la médula? Hay que saber vivir con la realidad, señoritingo. Y me ha dado una cachetada, no fuerte, pero si como para desear matarlo.
Nos metemos en una barriada gitana y empiezo a sentir que Rosales no es un policía sino un vendedor de vaya uno carajo a saber qué, o un relaciones públicas vitalista, pero todo el mundo se para a saludarlo, le tocan la pita, las viejas gitanas le tiran besos y los gitanos talegarios asienten con la cabeza.
Se para en una plaza dónde se sientan los viejos con sus bastones y yo me quedo en el coche, todo el mundo me mira, noto las ganas de reírse, me siento rehén de rosales.
Entonces le besa la mano a uno de los viejos, le besa en sello de oro y el viejo se pone de pie, tiene la mirada llena de rabia, se levanta como un rayo y va a levantar el brazo, a descargar una bofetada sobre Rosales, yo me enervo, palpo el arma, pero entonces el viejo se detiene se sienta y le da una palmada en el hombro a Rosales. Me siento nervioso por saber que narices habrá pasado, no he oído nada.
¿Cómo negar el aporte que los gitanos hacen ante una sociedad que se derrumba, una sociedad de treintones solteros que trabajan en trabajos de mierda para criar un perro, esos singles, o esos novios eternos que temen a la paternidad, los churumbeles, tener cien y un churumbeles forja el carácter, los gitanos son la defensa contra la agenda 2030.....entiendes conejo.
Estoy a nada de llamar a mi tio, para que me de las señas de este Rosales, o lo metan en un agujero, porque vamos, es un atentado con patas, una vergüenza para el cuerpo....
Arranca el coche y me dice: conejo, mi única habilidad en la vida ha sido leer a las personas y mentir, mentir cuando creen que digo la verdad. A qué coño piensas que voy a estudiar yo filosofia, eh conejo, si se leer de milagro, pero una cosa te digo, a la gente la veo desnuda y tu tienes el cuero cagado de miedo, y de policia lo que mi polla de grande....¿Qué es ser un policía eh conejo?
Le digo que no me falta al respeto y le respondo que un policía es un representante del orden, que sirve al gobierno y al ciudadano, dando seguridad y trayendo el orden.
empieza a reirse, tanto que para el coche.
Saca una petaca y le larga un trago. Me mira y dice, no conejo. El poder, el poder es terrible.
No existe la armonía, no existe el orden. Solo el poder.
Yo soy un contrabandista del poder.
Entiende eso, o bajate del coche.
Vuelve a arrancar y me dice: has oido hablar de los búlgaros, los que pasaron por la guerra? le digo que sí y me dice:
pues vamos a comer con ellos.
