Hoy mi cuenta favorita me lleva a fantasear con la idea de vivir en Fairmont, West Virginia. En esta bella casa me pasaría el día entero preparando el asado y dando de comer a las gallinas para cuando mi marido volviera de trabajar en la gran ciudad.
Es una casa grande, difícil de limpiar. Afortunadamente, en esta época estaría hasta las cejas de anfetaminas. Cuando llega mi marido, el asado se ha quemado en el horno, las horas han pasado volando. Yo no me he dado cuenta. Él lanza un whisky contra la chimenea y amenaza con llevarme de nuevo al Dr. Schultz. Ya sabemos que el Dr. Schultz me prometió una lobotomía si esto volvía a suceder. Asiento aliviada. En el fondo, nos seguimos queriendo.