Hola, voy a contar una historia para que reflexionéis sobre ella y no caigáis en los mismos fallos que su protagonista.
V. Sepo era un muchacho corriente salvo por algunas excepciones. Había tenido una infancia difícil, tenia 8 hermanos que le trataban cual esclavo en la antigua Roma. Sus padres le abandonaron desde pequeño y se dedicaron a viajar en coche por todo el mundo. Solo regresaban a casa para limpiar el coche y dar envidia a los vecinos que por allí pasaban, hasta tal punto de que estos llegaron a conspirar contra ellos y un día atacaron su flamante coche por medio de unos perros con la vejiga floja. La bronca que se monto quedara grabada para siempre en la memoria de los habitantes del barrio. Para más inri la comida favorita de nuestro personaje era el chorizo de pavo. Sin este manjar su vida no tenia sentido, y la escasez de este producto en el mercado hacia mella en su estado anímico.
El caso es que Sepo ante tal panorama decidió jugar al rol online, concretamente a un juego satánico. Estuvo años destrozándose la vida, se quedo totalmente pálido, se le marcaron las venas de los brazos exageradamente y de vez en cuando perdía la conciencia, sobre todo al abrir la nevera. Esto ocurrió hasta que por fuerza mayor se vio obligado a estudiar una carrera, y eligió una ingeniera. Las horas de estudio que esta requería, además de tener internet de baja velocidad, le hicieron dejar el juego y ver la realidad de otra forma. Comenzó a ir al gimnasio, a estudiar y a tomar el sol. Además encontró en su tío, un mafioso ruso, la figura paterna que nunca tuvo.
Todo le iba bien, pero un año suspendió cálculo debido a que no tenía apuntes. No había problema, se lo pidió a un apuesto compañero de clase que gentilmente se ofreció a dárselos e incluso llevárselos el mismo a casa. El problema es que no concretaron la hora del encuentro. Por lo que pasaron los días y el compañero no lograba localizar a Sepo, no respondía al teléfono ni al messenger. Al final este desistió de intentar llamarle y se fue de vacaciones, dejando a Sepo sin apuntes. Llego septiembre y Sepo suspendió Cálculo y las demás que le habían quedado arrastrado por la depresión que la falta de apuntes le había producido.
Así pues Sepo volvió a engancharse al juego. Dejo los estudios y empezó a consumirse lentamente. Tuvo que dedicarse a la prostitución para subsistir hasta que toda la energía negativa que acumulaba acabo por atraer un rayo en una tormenta, que lo dejo frito en el momento. Desde entonces en su pueblo de Pontevedra, donde solía cazar cangrejos, hay una placa en su memoria y el 20 de julio, fecha en que no fijo la cita que le habría salvado la vida, los habitantes dejan en ella apuntes de calculo para que no cometa los errores del pasado allá donde este.
