Los tipos de tonto

En Albeta (Zaragoza) existió un tonto que no lo era tanto. Arrancó en una noche todas las matas de calabaza de su pueblo, menos las del campo de su madre. Su aclaración fue ?¡Mia que rediós!: pa que mi madre venda más caras sus calabazas?.

Persona necia e incapaz.

Nada que ver con los capirotes o papirotes, con los que se designaba a las capuchas. Los capirotes eran también capones. El tonto de capirote era así llamado porque se dejaba pegar y encima se reía. Estos tontos podían ser reales o fingidos, sobretodo en aquellos pueblos en los que faltaba un tonto oficial.

Tonto del pijo; Tonto (d)el haba; Tonto (d)el pito; Tonto del carajo; Tonto (de) los huevos; Tonto de los cojones; Tonto (de) la chorra; Tonto (de) la punta (d)el nabo. Despectivos que a menosprecio unen insulto a la persona de quien se predica o dice: El vocablo alusivo al pene funciona como término de comparación, residiendo lo ofensivo de todo ello en lo irreverente y poco convencional del término mismo. Por otra parte, sensu stricto, son sinónimos de la polla tonta. En partes de Murcia y Almería, capullo.

No entender más que el tonto de los pasteles es tanto como entender sólo lo que a uno le conviene. Uno de tantos tontos que saca partido de su tontez.

Existió en Pastrana, provincia de Guadalajara, mediado del XVI. No tiene nada que ver con los asuntos políticos habidos en aquella ciudad, protagonizados por la princesa de Éboli y el famoso pastelero local. Al bobo en cuestión lo enviaron a recoger pasteles para ver si servía de demandadero de monjas. Volvió con las manos vacías, le preguntaron, y contestó que se los había comido todos, porque era tonto. Sabía usar la fama que tenía en su propio provecho.

Variante del tonto del haba, ya que el sustantivo bolo es metáfora formal con sexualización del sentido, consecuencia conceptual de la frase con el bolo colgando, descriptiva del haragán lerdo y ocioso.

Es tonto de implantación y raigambre popular, junto al de Coria, Abundio y Perico de los Palotes.

El del bote se hizo famoso en Madrid a mediados del XIX: pedía en la puerta de San Antonio del Prado utilizando un bote para las limosnas, menester en el que estaba cuando un toro escapado de la plaza de la calle Alcalá se paró ante él; el tonto no se inmutó, y el toro tras olfatearlo y dar un bufido siguió Prado abajo. Un testigo ocular aseguró que el tonto le había pedido limosna al toro. La noticia saltó a todos los periódicos.

Sujeto que siendo tonto por naturaleza tiene además la desgracia de ser patoso. Es forma extrema de la imbecilidad y la tontería. Como su hermano menor, el tonto del culo, es sujeto especializado en dar el coñazo con ocurrencias y salidas de pata de banco.

Tonto del culo; persona a quien la curiosidad malsana del simplón pierde y desconcierta. Quevedo lo emplea así en Gracias y desgracias del ojo del culo, dirigidas a doña Juana Mucha, montón de carne, mujer gorda por arrobas; escribiolas Juan Lanas, el del camisón cagado.

Su sitio es en medio, como el del sol; su
tacto es blando; tiene un solo ojo por
lo cual algunos le han querido llamar
tuerto, y si bien miramos, por esto debe
ser alabado.

Anónimamente fue escrito después por alguien, quejándose de su mala fortuna, diciendo haber sido mirado por ojo moreno, y que como consecuencia quedó cagado.

Quien resbala lentamente hacia esa condición. Si no es tonto aún, poco le falta.

En puntos de Toledo y de Teruel llaman así al tontaina. El término se remonta a las letanías: Quirie eleison, que en griego significa ?Señor, ten piedad?, jacultoria que se diría en presencia del cretino, pidiendo a Dios que se compadeciera de él, pero también de la criatura que ha de sufrirlo. No encontramos otra explicación para tan sorprendente insulto.

Variedad del capigorrista que con buenos modales y fingiendo simpleza se mete en las casas y rápidamente aprende el camino hasta la cocina. Es el tonto fingido, pues pide de casa en casa para los mártires o las almas benditas y se cuela en la despensa, donde hace estragos.

Pichote o Pichoto, de quien se dijo que era más tonto que un hilo de uvas, es tonto de filiación andaluza. Persona cuyo cerebro deja que desear en cuanto a su funcionamiento; negado para entender cosa de alguna dificultad.

No se sabe que haya existido históricamente el tonto Pichote, siendo lo más probable que tenga que ver con un aumentativo de picha, mezcla de tonto (de) la picha.

Poco atrevido, sin viveza ni reflejos, que anda siempre metiendo la pata y dando la nota, con lo que acarrea desgracias e inconvenientes para sí y para quienes le rodean (Esto me ha recordado a la película El Maquinista). Se alude al pájaro pipí, fácilmente cazado por su monótono ?pi-pi?, que emite incluso ante el peligro, cuando debería dejar de piar :palm: .

Decimos de alguien muy necio, para tratar de calibrar su grado de tontuna, que es más tonto que quien asó la manteca.

El célebre cocinero Montiño, allá por 1880, era también un guasón, porque incluyó en su libro de recetas tan estrambótica receta en son de broma, pero algunos se la tomaron en serio y la siguieron al pie de la letra, ante el asombro de Montiño, que se llevaba las manos a la cabeza.

Existió en ese pueblo salmantino: de hecho es la protagonista del dicho ?atar a los perros con longanizas?. Eso hizo ella a principios del XIX.

Historia: Cierta obrera que trabajaba en la factoría de embutidos tuvo la ocurrencia, por no tener soga a mano, de atar a su perrilla con una ristra de longanizas. Entró en aquel momento su hijo a darle algún recado y en viendo la singular atadura del can divulgó por el pueblo la especie de de que en la choricería de Constantino Rico había tal abundancia de todo que se permitían atar a los perros con longanizas. Lógicamente, el perro se comió las longanizas y escapó, quedando en evidencia el grado de inteligencia de la operaria. Véase tonto.