Bueno, pues estaba yo viendo qué me llevaba al estómago después de comer (ese ciclo vicioso) y lo he visto ahí. Me ha extrañado porque apenas conocía de su existencia, supongo que alguien lo trajo a casa en uno de esos magníficos packs y se agazapó oculto entre las barreras de verduras y arroz cocido (patatas fritas y pechuga empanada). Lo cojo, lo observo y me digo pero qué coño.
Sí señores, existe una delicia cercana al paladar de Afrodita, una explosión de sabor que se une a un torrente de sensaciones tan sumamente amplia que uno sólo puede cerrar los ojos y dejarse llevar. Es cremoso, tiene un punto suave que se subraya en un aceite fino, como si estuviéramos a orillas de una playa con el sol tapado por un par de nubes, la brisa fresca golpeándote en la cara y uno abierto al lado, helado y cristalizando su jugo.
Hablo de él, del mejor sabor que recuerdo haber probado en siglos: el yogur de coco es, sin duda, el yogur.
Muy muy cercano al sabor de macedonia, un gran olvidado.
¿Cuál será tu verso sabor?