Y no sé si sentirme orgulloso por ello.
Desde pequeño recuerdo perfectamente cómo, a mi paso, las farolas se apagaban sospechosamente para luego, una vez me había alejado, volverse a encender. No es algo que me haya pasado casualmente, sino más a menudo de lo normal, tanto que, prácticamente todos los días, como camine por la noche, alguna farola se apaga a mi paso.
Una vez, siendo aún un crío, decidí contárselo a mis amigos y el cachondeo fue extremo. Pero más cachondeo tuve yo cuando les demostré que era cierto, y aunque querían creer que era fruto de la casualidad, la reiteratividad a la hora de apagar farolas a mi paso les hizo cambiar de opinión rápidamente. Lo peor de todo es que ahora, cuando se acuerdan, me piden que lo haga. Como si estuviera en mi mano apagar la que yo quiera ¬¬, y la verdad es que cuando me lo propongo nunca lo consigo.
Entre mis logros se encuentra el apagado de luces callejeras de todo tipo: farolas comunes, farolas con panel solar, logos iluminados sobre escaparates, farolas de dos brazos y, lo que más gracia me hace, foco de iglesia. ¿Foco de iglesia? Pues sí. Resulta que en mi pueblo hay un foco sobre una fachada que apunta hacia la torre para iluminarla, y le tendré manía, porque es la fuente de luz callejera en concreto que más veces he apagado. Testigos tengo de todo tipo.
He de añadir que no sólo me pasa paseando sino también yendo en coche. Mi "récord" se encuentra en apagar tres farolas de corrido. También que he llegado a la conclusión que la asiduidad con la que las apago depende siempre del estado de ánimo en el que me encuentre (mayor probabilidad de apagarlas cuando ando tristón, enfadado... en general, "apagado" xD). Será que es verdad que la energía negativa se irradia xD.
Pensaréis que estoy de coña tras los episodios de desapariciones de anillos y pulseras, pero no. Creo que soy un bicho raro. Mola.