Sombras en el Frente: Compañía Bullfrog

"Rana Toro", un tipo de rana nativa de América del Norte que puede llegar a medir 15cm. de largo y pesar 750g., su peculiaridad es que son capaces de emitir un fuerte bramido que hace que parezcan más grandes y feroces de lo que realmente son.

La compañía Bullfrog era igual que éstos anfibios, no eran muchos ni tampoco tenían un aspecto muy fiero, pero por donde pasaban parecía que un escuadrón de tanques había arrasado el lugar, nadie podía creer que un grupo de 6 soldados había organizado tal escabechina.

No estaban muy bien vistos entre el resto de soldados y tal vez gran parte de la culpa de ello la tuviera su Sargento: Bastian McFergusson.

Bastian ascendió pronto entre las filas Británicas debido a su sangre fría, su capacidad de tomar decisiones en momentos tensos y, porque no, por sus ideologías extremistas. No hacía falta entablar una larga charla con el para darse cuenta de ello, sólo tenías que sentarte y observar como disfrutaba matando y acribillando los cuerpos inertes de los Alemanes caídos.

La compañía llegó al principio de una calle estrecha y larga, de unos 70m. de longitud y 1,5m. de ancho. Estaba protegida por altos y robustos edificios.

• Bien quietos todos - dijo mientras sacaba de su mochila un mapa arrugado - Según los informes de los servicios espías americanos, de los cuales no me fío una mierda, a unos 30m. de ésta calle hay 1 nido de MG-34 así que lo vamos a tener jodido, pero es el único camino.

<<Lo haremos de la siguiente forma, primero saldrán Foley, Abbiatti y Castleberry, tenéis que tomar una buena posición para tener a la vista la MG-34, el objetivo es abatir desde la distancia a esos cerdos, si conseguís entrar en un edificio será pan comido.

Mientras tanto nosotros nos quedaremos en la retaguardia proporcionándoos fuego de cobertura.

Está bien, ¡vamos!"

Tras oír mi nombre saliendo de la boca del sargento un escalofrío me recorre el cuerpo. Este hombre ha matado a tanta gente que su presencia me provoca un profundo temor, pero a la vez cierta seguridad.

Me incorporo preparándome para salir, a la espera de que mis compañeros Abbiatti y Castleberry estén listos.

Al ver a “Smoker” revisando su equipo, decido hacerlo yo también pensando que es una buena idea para evitar cualquier infortunio que pudiese causar un posible mal estado del material.

Tras beber un poco de agua y revisar el equipo, echo un vistazo al callejón y siento que algo no va bien. No es que mis compañeros sean malos, son los mejores, con ellos invadiría el infierno con los ojos cerrados. Pero esto es peor que el infierno.

El callejón es muy estrecho. Además suponiendo que la información que nos han dado, o nos esforzamos o esto acaba en carnicería.

-Chicos, tened cuidado que luego me toca limpiar a mi la sangre, no quiero tener que recojer trocitos de nadie.

A continuación me río, lo hago para calmarme. Ya empiezo a sentir esas palpitaciones del corazón que me indican que estamos cerca de la batalla.

En ese instante suena la radio de Resdar, me acerco a ver de que se trata...

-Esto es pan comido, 'Sarge'- digo con indiferencia, dejando mi petate en el suelo.

-Maldita sea, ya ni siquiera siento esa taquicardia de las primeras veces. Creeme, Rag, hemos hecho esto demasiadas veces. Mírame, joder, por no temblar no me tiembla ni el pulso, esto ya no es...- espeto a Ragnar Resdar, mientras armo la bayoneta a mi Enfield. Claro que no soy yo quien debe abrirse paso por este maldito callejón, y obviamente ni Foley, ni Abbiatti ni Castelberry comparten mi sensación de desasosiego.

Sin embargo, Ragnar me corta antes de acabar mi comentario, ya que, al parecer, ha detectado algo en su radio. Guardo silencio.

Harrison Felt Foley

Mientras avanzo lenta y cuidadosamente por la calle, no paro de darle vueltas a lo que acaba de suceder… ¿nos habrán oído mientras estábamos escondidos? Puede ser, pero aún así, un emplazamiento de MG-34 no es fácil de desplazar, y mucho menos con rapidez.

- Tengo que centrarme y dejar de pensar estupideces - me digo a mí mismo - los 3 soldados enemigos que divisó el sargento podrían estar parapetados tras cualquier puerta, pared o ventana, esperándonos. Y si nos han oído pueden haber pedido refuerzos.

Ando por la parte derecha de la calle, delante de mis dos compañeros, avanzando progresivamente al igual que el sargento y su equipo por el otro lado, cuidando cada detalle de la calle, cada ventana y cada puerta. Me humedezco los labios y me seco el sudor que recorre mi frente con la manga del brazo que sujeta la culata del rifle. No puedo esconder mi nerviosismo e intranquilidad, pese a mis esfuerzos.

Cuando falta poco para llegar a lo que parece la primera intersección entre nuestra calle y otra, escucho un sonido proveniente de la derecha, tras la esquina. Aviso a mis compañeros y busco un sitio donde parapetarme, cubriéndome del posible enemigo que puede asomarse.

Así pues, avanzamos pegados a ambas paredes laterales de los edificios que recorren la estrecha calle. Para mi no era una sorpresa, que los enemigos se refugiaran con la esperanza de intentar darnos caza sigilosamente.

-Ya sabía yo, que algo no va bien.-Susurro casi para mis adentros.

Me armo de valor y continuo avanzando tras Castelberry y Foley. Parecemos halcones tras una presa, no dejamos de menear la cabeza escudriñando cada rincón de aquel callejón. Instantes después, nos hallamos frente a un cruce de calles.

Foley, que encabeza la marcha de los que nos movemos por la derecha de la calle, se para y nos advierte de un posible peligro justo tras la esquina, a la derecha. Parece que ha oído algo. Inmediatamente nos hace señas para que tomemos posiciones mientras se pone a cubierto. Castelberry se agacha tras unas cajas, yo intento hacerles señas a los de enfrente para que prueben a echar un vistazo hacia la esquina, pues tienen mejor ángulo de visión. Seguidamente avanzo sigilosamente y me meto en un portal, justo detrás de Castelberry.

Desde la retaguardia trato de cubrir el avance de mis compañeros. Una vez veo que ellos están en posición, cojo mi radio en la izquierda y el rifle en la diestra.

- ¡Joder! cómo pesas puta - Le mascullo a mi radio mientras avanzo por la derecha para ponerme a la altura de mis compañeros. No es que me moleste cargar de ella, para mí es una más de los 7 fantásticos, siempre he soñado con el día de vuelta, cuando toda esta mierda termine nos iremos todos de borrachera, los 7 y mi radio.

Con suma sutileza, tras la cobertura más cercana, apoyo el equipo y me tumbo en el suelo, trato de cubrirme con los rescoldos de las piedras caidas de los edificios cercanos. No quiero hacer nada de ruido, desplazar una sola baldosa puede ser letal. Estoy enfrente del grupo, puedo ver a mis compañeros cubriendo la zona. Diviso la otra zona de la intersección, de dónde vienen los ruidos. Allí es a dónde apunto con mi Enfield.

Le guiño un ojo a Willy. Es hora de que avance.

El sonido del PanzerKampfWagen VI, más conocido como "Tiger", era cada vez más audible. Debería estar a unos 8m. de la posición de la compañía.

El Sargento hizo un gesto y el y los 2 hombres que se encontraban al lado izquierdo de la calle cruzaron rápidamente para juntarse con el resto de compañeros. Sin detener su carrera el Sargento McFergusson ordenó a sus chicos que le siguieran hasta el interior del edificio sobre el que estaban parapetados, tiraron la puerta abajo de un par de embestidas y se introdujeron en el.

El edifico contaba solo con 3 plantas, no era especialmente grande comparado con otros inmuebles de la calle, tenía aproximadamente 30m. cuadrados de superficie y se encontraba en bastante buen estado, no había peligro de derrumbamiento.

• Esos putos cerdos tienen carros de combate. Contra un Tiger poco podremos hacer sin haber trazado un plan antes, y no tenemos tiempo, sólo queda esperar a que pase de largo. Dividiros por el edifico y buscad algún indicio de presencia Nazi, yo y Roark subiremos unos cuantos pisos para tener una mejor vista del Tiger cuando pase la calle. ¡Vamos!

Y como una exhalación todos los soldados se distribuyeron por todo el edificio.

Al llegar a la planta superior el Sargento McFergusson y el especialista artificiero Roark se asomaron cuidadosamente por la ventana. Ésta vez el rugido de los motores del Tiger y el chirriar de sus orugas eran mucho más audibles, debía encontrarse a 1m. escaso, en un par de segundo mostraría su enorme estructura... 1, 2, 3, 4, 5... pasaron 10 segundos pero no vieron al dichoso tanque, lo más extraño es que el sonido se fue alejando poco a poco hasta hacerse inaudible. Definitivamente algo estaba ocurriendo.

Al cabo de unos minutos toda la compañía estaba otra vez reunida en el portal del edificio, el Sargento McFergusson y el soldado Roark estaban claramente desconcertados, pero sus compañeros no hicieron preguntas.

- Debemos seguir avanzando... no os despeguéis de mi. - dijo McFergusson cabizbajo y pensativo.

Salieron del edificio y avanzaron rápidamente, cruzaron unas cuantas calles y llegaron a su objetivo, un puente que se encontraba misteriosamente despejado, al igual que toda la ciudad... El manto de la noche calló sobre la compañía Bullfrog.

Joseph Abbiatti

Al llegar al puente creo que todos nos sorprendimos un poco al ver el escenario y la situación. Ni un alma alrededor.

Tranquilamente voy echando un vistazo intentando divisar algo, pero la noche ya ha caído y tampoco escucho nada. Así pues, con mucha calma dejo mi equipo apoyado sobre una pared y vuelvo con mis compañeros.

Smoker se regocija del miedo que según él inflingimos a los nazis, pero no creo que al Sargento le haga mucha gracia. Creo que el Sargento, al igual que todos, esperaba volar más de una cabeza hoy.

-Es como si hubieran huido todos.- Suspiro, -En fin qué le vamos a hacer si no hay nadie, ¿no le vamos a disparar a las estrellas? ¿No?.- Añado entre risas.

-Hablando en serio, es extraño que se hayan largado sin dar guerra, y no creo que les hayan ordenado abandonar el lugar pues perderían una posición de combate ventajosa.- -¿Qué opináis?- Añado mientras me acerco a mi equipo y relajadamente me siento apoyando la espalda en la pared junto a él.

Extrañado tras no ver ni 1 solo cerdo nazi en todo el pueblo, me siento junto a los chicos, aún sujetando mi springfield con las 2 manos... nunca se sabe.

• Esto no me huele nada bien... chicos... -Susurro mientras no paro de mirar a nuestro alrededor-

Bueno... definitivamente parecía que no había ni 1 alma, me apoyo sobre una pared y me quedo mirando las estrellas atónito.

Desde que he bajado del piso superior he guardado silencio. Sin embargo, y ante la mirada inquisitiva del resto de compañeros, decido romperlo.

-Os juro que lo hemos oído a escasos centímetros de nuestra posición. Joder, ya casi hasta veía al maldito panzer, lo he imaginado en mi cabeza. Estaba revisando los detonadores de las antitanques, esperando a que el Sargento diera la señal, cuando el estruendo ha empezado a decrecer y decrecer hasta difuminarse por completo. No lo entiendo.

No sé si les han mandado retirarse, o qué cojones ha pasado ahí afuera. Sinceramente, me da lo mismo. Sin embargo, lo que ya no me da deja tan indiferente es la imagen que aún se me repite de la cara de McFergusson. Nunca, os lo juro, nunca había visto esa expresión en su semblante. Y no será porque no le he visto en situaciones límites... ¿Recordáis 'Viento Forzado', cuando nos mandó eliminar a tres soldados franceses aliados, sólo porque podían desvelar al enemigo nuestra posición? ¿O en 'Niebla Vespertina', cuando nos mandó tomar el edificio contradiciendo las órdenes que venían directamente del Prime? ¿O en tantas otras ocasiones en las que ha decidido sobre la vida y la muerte de otros seres, incluso de nosotros mismos, con esa aparente despreocupación?

Pues bien, ni siquiera entonces había visto en su mirada ese vacío, esa incomprensión, y diría que hasta impotencia en sus ojos. Como si, por primera vez desde que le conozco, reconociera que no todo está bajo su control. Que algo se le escapa. Esto no me gusta un pelo-

Sean Taylor Castleberry

Increíble, era la única palabra que podía describir el palpable miedo que tenía el soldado americano, estaba claro que algo raro pasaba, pero desconocía el qué...

Tras la orden del sargento, agarro firmemente mi springfield y me parapeto tras una pared.

- Tranquilidad, somos los mejores, nada va a poder con nosotros -Susurro para mi mismo, mientras respiro profundamente para intentar no ponerme nervioso-

No quito la vista de encima del Sargento, esperando algún tipo de orden, llevaba queriendo acción desde hace ya mucho tiempo, pero joder, contra el enemigo... no contra... ¿algo?

Al ver las 5 siluetas acercándose el miedo se apodera de mí, pero consigo controlarlo y, junto con Abbiatti, mover al soldado Americano a un lugar seguro.

Una vez estamos ocultos, observo la cara del hombre mientras Abbiatti le ofrece un poco de agua y lo intenta tranquilizar. Jamás había visto tal expresión de horror en un rostro humano. Intento imaginarme que puede ser lo que la ha causado, pero un escalofrío me recorre todo el cuerpo.

Los temblores en las piernas me hacen difícil incorporarme de cara a la calle, pero cuándo lo consigo veo de nuevo las 5 siluetas. Cubierto, observo como se acercan lentamente, y espero las órdenes del sargento.

Si bien nosotros eramos los mejores, estaba claro que si 5 "tipos" habían conseguido atemorizar tanto a aliados como alemanes, por algo será, hasta nosotros debíamos asustarnos.

Me puse con mis compañeros en el escondite que nos había señalado el Sargento. Era la primera vez en todo lo que llevabamos de guerra que veía al sargento con un semblante inseguro, no tenía una muesca de miedo en su gesto, pero sus ojos temblorosos y vidriosos, delataban que ni siquiera él sabía no sólo lo que iba a pasar, sino lo que estaba ocurriendo.

Me acerco al soldado americano y le digo con la voz todo lo calmada que me permite la situación:
- Trata de tranquilizarte, ahora estás a salvo, dinos cómo sabes que no son alemanes y qué le ha ocurrido tanto a la gente de la que hablas como a tu pelotón -

Me recuesto ligeramente pero sin separarme de mi Enfield tratando de escuchar su respuesta

Los cinco hombres caminaban en dirección al puente, al poco rato se hicieron más visibles, todos vestían unas túnicas negras que les tapaba por completo, los soldados no eran capaces de ver sus manos ni su rostro, el cual ocultaba la capucha.

Se detuvieron a pocos metros de la compañía escondida, fue entonces cuando sucedió algo que ninguno de los presentes estaba preparado para presenciar...

Tres de los hombres encapuchados se separaron del resto unos pasos y comenzaron a gesticular con las manos, también murmuraban algo, pero no fueron capaces de oír el qué. Al cabo de pocos segundos la tierra comenzó a temblar, el suelo donde se encontraban los monjes se agrietó formando un extraño símbolo y de repente un estallido... cuando el humo se dispersó ya no había sólo cinco hombres, había cinco hombres y tres extrañas criaturas... seres grotescos, mitad perro mitad cabra, tenían piernas y pezuñas de cabra, pero su rostro poseía facciones caninas, además tenían el cuerpo lleno de mugre y pústulas.

Los extraños seres comenzaron a olisquear... a rastrear... ¡estaban rastreando al grupo!, fue entonces cuando emitieron un sonido gutural parecido a un gruñido y se lanzaron rápidamente hacia donde estaban escondidos.