Cosas de casa.
Mi hermana llevaba semanas deprimida. Que los exámenes eran duros, que a sus amigas les iba demasiado la fiesta, que su novio era un celoso, yo que sé, esa clase de cosas que tiene una hermana mayor en la cabeza. Yo solo quería que cuando llegase a tener sus 24 años, no fuese todo tan triste como yo la veía a ella.
Ese día estábamos en su habitación. Había ido a pedirle los cascos para ver una peli en el portátil pero me hizo sentarme en su cama. Quería hablar y desahogarse, así que como tampoco tenía muy clara la película que quería ver, me senté a hacer tiempo mientras ella me hablaba de su vida. Mientras ella me daba el tostón yo pensaría en qué ver.
Por cómo estuvo hablando, supongo que en mí encontraba al hermano pequeño que siempre había esperado. Recién cumplidos los 19 había madurado lo suficiente y le servía de abstracción, de mejor amigo y de abogado del diablo.
-Pues no va el otro día, Silvia, mi amiga, la morena, ¿sabes quién es no? Pues el otro día coge, estábamos de fiesta con las demás y a eso de las cuatro desaparece. ¿Dónde está Silvia?¿Dónde está Silvia? Pues a las 6 y media aparece por la calle que sube del Goal gritándonos: ¡GUAPAAAAAS! ¡MACIZAAAAAS! Muy ciega. Le preguntamos que dónde había estado y resulta que es que había conocido a un tío, que había ido a mear a su casa y bueno, que se lo acabó follando en el sofá. Muy surrealista todo.
-Jajajaja, ¿Silvia? ¡Pero si es la más fea de todas! -Yo sabía que tenía razón, Silvia era bastante fea, pero solo imaginarme la facilidad que tienen las tías para follarse todo lo que se mueve hizo que me empalmase, menudas golfas-.
-Ya bueno, fea o no, parece ser que Silvia te la ha puesto dura ¿no? Jajaja, pobre...
Mierda. No me acordaba que tenía los pantalones del pijama y aquello parecía un sistema montañoso de nivel 4. ¿Sabes esa tela fina y suave de los pijamas? Dios, que se te ponga dura con ese tejido encima es como pasear por el paraíso de los tactos. Pero menudo momento para pasear, joder, noté como me invadía un calor bastante molesto por toda la cara. Supongo que me puse rojo, es lo que pasa siempre que noto ese calor.
-Jajajaja, ¡Oye! ¡No te pongas así que no pasa nada! ¡Te he visto la picha -siempre que mi hermana decía picha, no podía evitar reirme, con 24 años y ese vocabulario...- más veces que nadie! Pues no nos habremos bañado juntos cuando eras más pequeño... jajaja ¿Aunque parece que mi hermanito ha crecido en todos los aspectos eh?
Entonces, mientras decía esa frase, jugando con su voz, riéndose y mirándome con el azul claro heredado de mi madre, me la cogió por encima del pantalón y empezó a moverla. Me quedé loquísimo. Mientras, decía:
-¡Mírala! ¡Ella también se ha hecho mayor!
¿Os he hablado de la tela del pijama no? Vale, pues ahora no solo había tela. Había una mano cogiéndola con fuerza.
Cuando noté la presión de los dedos, inevitablemente entró una inyección de sangre muy potente que me recorrió todo el tronco. Cuanta más fuerza hacía y más la movía, más dura se me ponía. "Es normal" pensaréis. Joder, no, no es normal, era mi hermana. Era la mano de mi hermana, era el brazo de mi hermana, era el cuerpo de mi hermana y también su cara. Al menos era mi hermana antes de tocarme la polla.
Después de cogerla dejó de ser ella, era su culotte. Y su camiseta de dormir, sin sujetador. Su olor...
No sé si son mis 19 años o que todavía no tenía clara qué película ver, pero la empujé. Lo suficiente como para que se recostase en la cama sin que soltase la mano de la carne envuelta de tela. Fue todo como a cámara rápida y a cámara lenta. ¿Sabes el efecto ese que hay en las películas ahora, que está de moda? Sí, como 300. Pues igual.
Mientras ella se recostaba en la cama por el empujón, con una cara bastante sorpendida, yo también caía hacia ella. Cámara lenta.
Cámara rápida y ya estaba acostado encima de ella. Me tiré a su boca como un águila. En serio. Y lo más gracioso es que ella todavía no me había soltado la tela del pijama. Esa tela... uf... ¿os he hablado ya de esa tela? En fín...
El caso es que no sabía lo que iba a pasar, pero yo empecé a besarla con dulzura y ella no movía ni un músculo. Creo que la había dejado en shock. Jugaba con sus labios y ella estaba como muerta. Me la imaginé con los ojos muy abiertos y el cuerpo muy rígido mientras yo la besaba con los ojos cerrados.
Así estuve los 10 segundos más largos de mi vida, hasta que noté como la mano de mi hermana se iba soltando poco a poco de mi autoestima mientras algo, caliente y mojado, entraba en mi boca y empezaba a jugar con mi lengua. Era la lengua de mi hermana. Cámara lenta.
Me cago en la puta no sabía hasta qué punto deseaba esa lengua dentro de mi boca. Empezamos a besarnos como si hubiésemos sido amantes toda la vida. Mi hermana... esa chica triste de hace media hora con la lengua más apetitosa que había probado nunca. Joder.
Después de un rato jugando a ser treceañeros, decidí cumplir los quince, así que me empecé a bajar -sin despegar la lengua de su ser- por la comisura, luego por la barbilla, cuello, clavícula... y entonces me incorporé. Ella me estaba mirando con una sonrisa pero los dos sabíamos que ninguno iba a hablar, hablar hubiese sido lo peor que podíamos hacer. Así que le sonreí y le quité la camiseta. Cámara rápida.
En serio. Qué tetas. Cuando volvió a caer recostada en la cama, se movieron como si una onda hipnótica las hubiese poseído para hacerme perder la cabeza. Cámara lenta. Los pezones me miraban con ganas, y yo los miraba a ellos con deseo. Bajé y empecé a comerle las tetas inhumanamente, mientras ella emitía sonidos de placer. Gemía como una puta y me acariciaba el pelo suavemente, como una hermana. Y eso me ponía muy cachondo.
Sin dejar de apretarle las tetas con una de las manos, mientras mordía su carne, con la otra bajé dirección al Olimpo. Mi hermana estaba mojadísima, tenía una una zona muy suave, muy caliente, que rodeaba la parte de abajo de su culotte. Empecé a masajear esa zona con mis manos, haciendo círculos pequeños con los dedos en su clítoris y círculos pequeños con mi lengua en sus pezones. La cosa iba de círculos. Era como si estuviese remando por encima de su cuerpo.
Entonces pasó algo que me descolocó completamente. Se apartó. Me quitó de encima y me tiró a un lado. Yo me puse muy, muy, muy, muy y muchas veces muy, nervioso. Me quedé con los ojos como platos mirando el techo. No quería ni mirarla. Se había arrepentido. Joder, es mi hermana. Esto es una liada muy grande. El corazón me iba a cien mil.
¿Os he hablado de la tela del pantalón de mi pijama? Bueno, pues la boca de mi hermana no tiene comparación. No sé cómo fue, no recuerdo muy bien ese momento. Solo sé que estaba muy nervioso en esa situación y de repente noté cómo la presión de la goma del pantalón desapareció. Cámara rápida.
Miré hacia abajo y mi hermana estaba con la punta de mi polla dentro de su boca, mientras me miraba. A pesar de que tenía su boca en forma de O, noté que estaba sonriendo. No sé, supongo que notar eso será cosa de hermanos. Entonces me la empezó a chupar como nunca lo habían hecho. Con fuerza a la hora de bajar y con mucha dulzura mientras subía. Notaba toda su lengua paseando por la base de mi polla. Cámara lenta. Lo notaba todo. Yo creía que cada vez que bajaba iba a correrme dentro de su boca. Era algo sobrenatural. Había estado millones de veces en esa habitación y otras millones con mi hermana, pero nunca habría pensado que esas dos variables se juntasen en este momento tan... todo.
En ese momento me daba la sensación de que yo era una de las muñecas con las que la había visto jugar de pequeña. Al límite pero con cuidado. El caso es que de repente dejó de chupármela y sentí un escalofrío en la espalda. El aire frío se pegaba a la saliva de mi hermana y me hacía unas cosquillas muy raras. Antes de que me diese tiempo a hacer nada, mi hermana se puso de pie y se quitó el culotte. Volvió a la cama y me abrigó la polla con sus labios. Esta vez con los labios que llevaba años sin ver. Cámara muy rápida.
Una vez encima, me la volvió a coger con la mano por detrás de su espalda -esta vez sin tela- y se inclinó ligeramente hacia mí. Lo siguiente que noté fue un calor y una suavidad muy esponjosos. Muy poco a poco, iba frunciendo el ceño y abriendo la boca, cada vez más, y más, y más, hasta que soltó un gemido que no le había oído nunca -y que nunca creí que iría a oír- cuando se sentó por completo encima de mi polla. Cámara muy lenta.
Empezó a cabalgarme como si fuera la heroína de una película de cowboys. Ahora cabalgaba como una puta y me miraba con la ternura de una hermana. Las tetas volvían a estar poseídas por esas ondas hipnóticas, así que me incorporé, la abracé con fuerza y le empecé a comer las tetas como si no quedase alimento en todo el puto planeta, mientras ella seguía restregándose en mí. Notaba el calor de cada poro de su cuerpo. Notaba las pequeñas vibraciones de su vagina y hasta las palpitaciones de su clítoris. El clítoris de mi hermana.
Yo sabía que conocía mucho a mi hermana y ella a mí, pero no sé si fue por eso o por casualidad, que poco antes de decirle que me iba a correr, ella se quitó de encima, sin dejar de mirarme. Se levantó, y se puso a cuatro patas en medio de la cama. Sin decir nada. Cámara rápida. Mi hermana me estaba poniendo más cachondo de lo que yo me había puesto nunca. Me estaba enseñando su culo perfecto y ella miraba mi polla y luego a mí, esperando que fuese yo el que ahora entrase dentro de ella.
Me incorporé y me puse detrás de mi hermana, admirando ese punto de vista que nunca había tenido ojos para ver. Entonces me pasó por la cabeza algo de lo que nunca me arrepentiré. Pensé que hasta ahora ella había llevado las riendas y que por una parte era lógico, era mi hermana mayor, me sacaba 5 años, ella sabía lo que había que hacer mejor que yo. Pero por otra parte, pensé que ya era hora de que el hermanito demostrase de lo que era capaz. Así que sin pensármelo dos veces, me escupí en la polla, me la lubriqué entera con la mano y perforé su ano con un amor fraternal y un deseo primitivo.
Noté como ella se puso muy rígida cuando sintió que quería entrar en su culo a toda costa, pero lejos de quejarse, empujó su culo hacia mi, para que mi polla entrase de lleno. Las paredes estaban más prietas pero volvía a tener la misma sensación que cuando me la había cogido al principio de todo. Cuanta más presión, más dura. Cámara muy, muy lenta.
Empecé a follármela por el culo y eso que yo no lo había hecho nunca. No sé si ella lo habría hecho antes, pero parecía disfrutar como nunca. Los dos hacíamos la misma fuerza pero en contraposición. Yo quería sentirme muy dentro y ella quería sentirme muy dentro. Era una dualidad perfecta.
-Córrete dentro de mi culo.
Nadie había hablado. Nadie había dicho absolutamente nada hasta ahora. Pero esa voz no era la de mi hermana. No podía ser ella. Era una voz preciosa, muy caliente, muy excitada, diciendo una frase que no podía salir de la boca de mi hermana. Además, ¡mi hermana decía "picha"! Pero claro que era ella. Me alegraba que fuera ella.
Yo no tuve que decir nada. Fue escuchar esa frase, cogí su cintura y la impulsé muy fuerte hacia mí. Cuando su culo chocó contra mí, exploté. Solté todo mi semen dentro de su culo mientras se me nublaba la vista. Grité como si me hubiesen atravesado la garganta con un silenciador. No hubo ningún sonido. Pero ella seguía moviéndose para que yo soltase todo mi semen. Era como si me conociese de toda la vida. Al fin y al cabo era mi hermana. La cámara dejó de funcionar.
Después de 20 segundos haciendo movimientos cada vez más lentos, se apartó. Mi polla salió muy flácida de su culo. Se puso el culotte, se acurrucó, se abrazó a uno de esos peluches que tiene mi hermana, aun con 24 años, y cerró los ojos. Al rato los volvió a abrir, me miró, me sonrió y me dijo con dulzura:
-Los cascos están en el segundo cajón, buenas noches hermanito. Descansa.
