Exprésate: rincón donde tú escribes

Kayx

Me quedo con #236 y #317.

#236, soy tu fan xD En serio, me pareces sincera y sentimental. Cito el primero por citar alguno, y porque concretamente de ese texto tengo una duda, aunque se podría aplicar a todos, la verdad: ¿hablas de ti? Va en tercera persona, pero es ese tipo de lectura que te suena como si el autor hablara de sí mismo. Si hablas de ti y además en tercera persona, lo hace más triste en cierto modo.

#317 Sencillo, triste y romántico. Me gusta. Yo también sueño con algo así.

1 2 respuestas
lovebuzzz

#361 Muchísimas gracias, a lo otro te contesto en un mp!

2 comentarios moderados
Kayx

Como no sé muy bien qué poner dejo por aquí mis poemas pastelosos (sí, ya me lo digo yo, pero si queréis decirlo podéis xD):

Sofía, dulce Sofía,
poseedora única de mis lamentos
cuando mi boca sólo reza el regreso de tu aliento.
Mi amada, querida Sofía,
sutil y grácil con tu inocente vestido
de seda blanca y rosas dalias;
con tu tenue sonrisa de duende y olvido,
con tu suave cristal de mirada.
El astro sol envidia tus hebras doradas,
el laberinto de curiosos caminos
sobre la rigidez de mi memoria helada.

Mis labios hablan de amor,
y los tuyos, de suspiros;
tu mirada añora rebeldía y valor,
y la mía, sólo tus susurros.
Es ahora tu piel fruto prohibido,
el anhelo perdido
de mis ávidos ojos.
Pero los tuyos...oh, tus ojos,
tus ojos son ámbar soleado, versos solos.
Puntas afiladas clavadas en mi mente,
el soneto vacío siempre presente
bajo el consuelo de mis inertes dedos.

¿Cómo olvidarte?
Imposible, los sentimientos me abruman,
el corazón me arde.
¿Cómo me olvidó?
Tal vez fui frío, y a los brazos de otro se rindió.
Pero Sofía, cuánto te extraño,
aun fueras hermosa ave enjaulada
y mis cadenas te volvieran malvada
con este arrepentido hombre.

1
Kayx

.

2
CarlosML27

Quince minutos hacia la perdición.

Capítulo 1

Ella se disponía a ir con Paul, su amigo de toda la vida. Le gustaba un poco, pero él no quería nada con ella, se lo dejó bien claro hace 2 años. La muchacha, Helen, es muy guapa, pero por unos motivos u otros nunca llegó a tener novio en sus 17 años de vida. Quizás todavía era pronto para ella, quién sabe. O quizás lo quería más de lo que ella pensaba. Se peleó con su padre para salir ese día, ya que el día anterior salió hasta tarde y no le dejaban salir. Pero tenía que ir, no podía perder la oportunidad. Iba a declararse.

Su padre, John McKenzie, era un famoso médico, era famoso en toda Inglaterra. Especialista en operaciones de corazón, siempre acertó en numerosas y difíciles operaciones, las cuales parecían casi de milagro. Por el contrario, su madre, Kelly McKenzie, era una gran matemática, además de una gran especialista en problemas logísticos. Trabajaba en una empresa de la cual Helen no llegó a escuchar mucho, pero tuvo que dejar el trabajo tras los despidos que dejó la gran crisis que azotaba al país. Ella le había enseñado mucho a Helen desde pequeña. Helen fue una estudiante media, pero las matemáticas eran tonterías para ella. Sacó matrículas de honor en todos los cursos del colegio. Se notaba que era lo suyo, lo que le habían enseñado.

Helen se disponía a salir de su casa. Vivía en Formby, exactamente al lado de Liverpool. Bonita ciudad, no estaba mal. La plaza se encontraba a unos quince minutos andando. Todo iba bien. Gira la cabeza hacia atrás y ve a tres amigas suyas a las que saluda. Loren, Chelsea y Yasmin, las cuales fueron sus mejores amigas tiempo atrás, pero debido a que tuvieron que separarse de instituto perdieron mucho el contacto. Habló unos cinco minutos con ellas y se fue del lugar. Cruzó unas cuantas de calles y paró en un cruce. No había mucha gente, puesto que era una calle poco transitada. De repente una furgoneta pasó por allí, y se detuvo a escasos 10 metros de Helen. Le sonaba esa furgoneta, no sabía de qué. Intentó cruzar más rápido de la cuenta, pero era tarde. Un tipo de, aproximadamente, 1’80m se le cruzó con una pistola en las manos. Llevaba una máscara y una peluca, por lo que no pudo averiguar nada sobre su personalidad. Solo se pudo dar cuenta de un detalle. Llevaba un guante roto y una pequeña raja con algo de sangre. Era muy tarde para eso, los detalles no importaban ahora. Le indicó con la pistola que subiera a la furgoneta. Le sentaron entre él y el conductor, también con máscara y peluca y ataron a la muchacha. Acto seguido, ataron y amordazaron a la indefensa muchacha. Sentía que ahí se acababa su vida. Aunque quién sabe, quizás su vida solo acababa de empezar…

ZurdoK

Dejad de moderaaaaaar!!!!!!! ERA UN POEMA SACADO DE MI CORAZÓN!!! NO ES JUSTO!
AÑOS estuve creándolo. AÑOS.
El título de este thread es fraudulento, más que el de "La historia interminable". ¿"Exprésate"? NO. MENTIRA. Debería llamarse "Escribe tochos o no escribas nada" AGHAGHAGHAGH y encima moderais al pobre Gadafamor, que no ha hecho nada malo.
PUEBLO, REBELAOS!

1 respuesta
urrako

#368 No voy a entrar a discutir el cariz de tus últimas aportaciones a este hilo. Ya avisé, y reitero ahora, que no se va a permitir que se utilice el thread para soltar memeces. Siento que no lo comprendas. En cualquier caso si quieres podemos hablarlo por privado.

1 1 respuesta
charlesmarri

Urrako, el perroflauta nazi.

1
G

#369 a riesgo de ser castigado, ¿cómo una persona con inquietudes filosóficas puede ser tan legalista? Moderas esas memeces y dejas en esta misma página cosas "serias" que dan ganas de exterminar a la raza humana. No deberías ser tan estricto, a fin de cuesta esto es una página gamer, y el hombre inteligente sabe ver la belleza en los lugares más insólitos.

ZurdoK

Enrique, la triste y solitaria urraca

15/06/2010
Hoy me siento solo. Dado que nací aproximadamente hace 15 minutos y mis padres me han abandonado por feo, me auguro una vida triste y solitaria.

24/06/2010
Me he aburrido como una ostra estos últimos días que no he escrito nada en el diario, porque no tenía nada que escribir. Me ha parecido apropiado escribir que no tenia nada que escribir.

12/07/2010
Hoy he hecho mi primer amigo. Es el cuerpo inerte de un paracaidista que se ha quedado enganchado en una rama de mi árbol. Le he puesto Amigo de nombre. Me ha parecido adecuado, ya que es mi primer amigo.

13/07/2010
Me aburro incluso más que antes, y eso que tengo a Amigo conmigo. Entre que no contesta y empieza a oler mal, me arrepiento de haberme hecho su amigo. Voy a arrancarle los ojos.

Mala idea.

08/08/2010
He encontrado una nueva fuente de alimentos en el cuerpo en descomposición de Amigo.

20/09/2010
He decidido empezar mi propia religión. Consiste en no tener amigos y ser triste y solitario. Tenemos un dios al que llamo Urraco. Como urraca, pero en macho y empezando en mayúscula.

04/12/2010
Mi religión no da mucho resultado. La principal razón puede que sea que no tengo amigos y nadie vive cerca de mi árbol. Voy a darle un mes más de prueba, y luego veré qué hago.

31/12/2010
Me como una lombriz del tamaño de un puño.

04/01/2011
Ni un seguidor en mi religión. A tomar por culo.

15/06/2011
Hoy es mi cumpleaños. Hace un año ya que empecé el diario, y ni una cosa interesante me ha pasado. Empiezo a estar muy preocupado por lo que va a ser de mí.

30/05/2032
He visto un avión.

35/04/2060
He empezado a pensar en descansar. Creo que algo no va bien en mi cerebro.

68/84/0
Mi sombra me sigue. Vaya guarra.

000/000/0000/000/000
13:45
Pip pup piiip piup.
13:46
Hecho de menos a Amigo.

58/78/Mazorca
Me he ido a otro árbol. Año nuevo árbol nuevo. Sigue sin pasar nada de nada.

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ZurdoK

Esto es injusto

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charlesmarri

Quiero creer que te están troleando, Zurdok, nada más.

Dejando de lado "textos" de dos líneas hablando del sobaco de no sé quién, que ahí estabas troleando tú, estos dos últimos textos a mí sí me parecen que deberían estar visibles en este post y pido a la moderación que futuros textos así no sea ajusticiados en la plaza del pueblo.

3 1 respuesta
ZurdoK

#375 Con lo de los sobacos no pretendía trolear, la verdad. Son cosas que se me ocurren de repente, y este es el único sito donde puedo expresarme (o eso creía j3j3). Era eso o twittearlo.
Y las dos ultimas eran pequeños relatos. Puede que parezcan memeces o lo que sea, pero las escribo para el disfrute de la gente que se pase por aqui... No se, no veo bien tanta moderación

3
urrako

Este thread no está para discutir los criterios de la moderación. No sé cómo decirlo, cualquiera diría que en el foro de Libros y cómics la comprensión lectora brilla por su ausencia xD

A Paw no se le moderó y eso que su estilo es cuanto menos poco ortodoxo (y a Edefakiel tampoco y lo suyo ya roza lo escatológico). Quizás a ti Zurdok te esté pasando como en el cuento de Pedro y el lobo y ya no sabemos si estás vacilando o escribes así. Claro que la provocación manifiesta no ayuda a creer en tu inocencia por lo que dejaría el tema pasar.

En fin, no pretendía dar explicaciones pero ahi están. Lamento si no os complacen a todos pero es nuestro criterio.

No habrá más avisos. Cualquier cosa por mp si queréis.

1 respuesta
G

Una fabula.

En un remoto pueblo alejado de todo vivía un viejo monje que no por ello sabio y su engreído nieto que, sólo el nonagenario lo sabía, no era su nieto sino un niño abandonado.
Este senil anciano instruyó a su apadrinado en los caminos de la filosofía, de la sabiduría, de la meditación. Quería formar de él un hombre libre, un hombre que no renunciase a nada, que no mirase nombres y apariencias, que no aceptase formas típicas y costumbres de hombres, quería la pureza para él.
Pero el niño cada día contrariaba sus deseos. Allí donde su abuelo le decía: observa esa paloma, inquiere en el por qué, intuye su esencia, alégrate en su insignificancia y asombrate en su trascendencia; y demás cosas, el insolente muchacho sólo veía reglas, escribía horarios y trataba de doblegar el cosmos con su espontanea burocracia.

Se levantaba muy de mañana y visitaba a las palomas, contabilizaba a sus pichones, la cantidad de alimentos ingeridos, el tiempo empleado en cada función y según se ajustara o no a sus parámetros procedía a censurar abiertamente a la paloma. Cada día se volvía más estricto y aumentaba el número de cosas que quería someter a su control ceñudo.
Una noche el anciano bebió mucho sake porque estaba entristecido. Y tuvo una visión. Quizá fuera fruto de la bebida pero soñó que el Demonio Kriter-Io se sustanciaba en la habitación y se mofaba de él, le hacia ver que su nieto era un hombre de verdad y que no había conseguido su propósito con el zagal. El modo de entender la realidad, de su nieto, se intensificó y un día acudió al solemne juicio donde el jovenzuelo juzgaba a una paloma por haber incumplido su normativa de vuelo y de ocupación de arboles. La pena era la muerte.

Abrumado por su completo fracaso el anciano se dio al sake. Cada día que pasaba, y los malgastaba bebiendo, el joven iba creciendo y se notaba en su cara que lo reprobaba y que pronto su abuelo tendría que responder ante Su ley, ante la ley del joven. La noche en la que más desesperado estaba se personificó un demonio de aspecto afable que se hacía llamar Liver-Tá. Éste le dijo al abuelo que tuviese paciencia que pronto todo se arreglaría y que sus esfuerzos serían premiados.
Algún tiempo después paso por allí una jovencita muy hermosa que había extraviado el camino. El jovenzuelo quedó instantáneamente fulminado por su presencia, por su belleza y todo en su angosto mundo quedó trastocado. La hermosa doncella se acercó y le susurró unas palabras al oído que resquebrajaron el corazón del muchacho. Éste, enamorado como estaba, la invitó a entrar en la casa del anciano pues quería retenerla toda la vida a su vera.

Cuando la pareja de jóvenes entraron en el interior del lugar hubo algo en la mirada del joven que la hizo temer a ella. El muchacho se había dado cuenta de su error. De la fatalidad de su equivocación.
El anciano, muy afligido, se aproximó hasta la joven con una katana y la decapitó.
Pues aquella casa no era otra cosa que un templo sagrado que tenía tres normas dictadas por el emperador en el dintel de la entrada. No podían adentrarse en el santuario ni extranjeros, ni criminales, ni mujeres.
La infracción de aquellas normas llevaba por pena la muerte.

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1 comentario moderado
ZurdoK

#379 Has descrito mis intenciones con palabras que jamás habría imaginado.

nohaylitros

Pongo lo más reciente que escrito, pensado para ser una historia larga y estructurada, pero que de momento solo se muestra como un primer capitulo de algo que quiero que llegue a algún sitio, pero no se a que sitio llegara, aún... Criticas constructivas son siempre bien recibidas!

Los ojos del Miedo

1.
Las pesadillas refulgían en estallidos constantes en la cabeza de Dean, pareciéndose por momentos a un estado febril avanzado que amartillaba su cabeza con imágenes de lugares oscuros, estériles y hostiles; desprovistos de vida. Casi eran ideogramas crípticos indescifrables, pero se mostraban con la nitidez de quien ve algo que su mente racional le dice que no está ahí, que no es posible, y el resto de sus sentidos le contradice en una batalla confusa pero definitiva. Unas migrañas habrían sido una descripción aproximada burda y vulgar, casi un chiste de mal gusto, de la presión unánime y constante de su cabeza durante aquellos sueños. Se podría asemejar a tener una galaxia entera apoyada sobre sus sienes.

Hasta donde el recordaba (o al menos, hasta donde sus primeros recuerdos vividos se amontonaban revoloteando en su cabeza y le daban un punto de partida aproximado de cuando su mente racional empezó a funcionar) esas pesadillas le habían asaltado siempre, noche tras noche. Él sabía con certeza, pero con más despreocupación que inquietud, que cuando el sol caía y la luna ordenaba a su sequito de estrellas que extendiesen su manto helado de miles de estrellas, puntitos insignificantes en una marea eterna y perfecta, sobre el cielo nocturno, el comenzaría a soñar. Soñar con esas horribles pesadillas. Eso ya no le alteraba de una manera visible, pero inconscientemente le tenía un pavor irracional a dormir. Era como un empleado de casino que tras años y años allí, había dejado de escuchar el titubeante y agudo sonido de las máquinas tragaperras y los improperios y en ocasiones, sollozos incontrolados de jugadores que perdían su alma y dinero apostándosela al diablo en una última mano que parecía triunfadora y esclarecedora en esa mesa de black Jack, o en aquella de póker, o en esa otra de baccarat; el juego era indiferente. La escena se repetía de la misma manera siempre. Pero el diablo siempre iba un paso por delante de ellos. Se había acostumbrado a las reticentes pesadillas como supuso que se acabaría acostumbrando al sonido de las maquinas, los sollozos y la imagen de gente a la que no le quedaba ya nada más que su propia vergüenza, de llegar a trabajar en un casino.

Eran recurrentes y punzantes, un auténtico peso con tintes de horror que desmontaría hasta la mente del hombre más duro de la tierra, lo haría enloquecer sin marcha atrás, pero él, para su temprana edad, convivía con ellas sin que le afectasen hasta tal punto. Le perturbaban, sí, pero las sobrellevaba de una manera férrea y neutral, intentando que no afectasen a su vida cotidiana. Una monótona vida que en ocasiones, de una manera asquerosamente divertida, pensaba que solo tenía un punto de cierto humor negro cósmico cuando esas pesadillas le sacaban de una rutina casi más infernal que las pesadillas en sí mismas. A veces incluso había llegado a pensar, con no cierta reticencia y sutil repugnancia por la idea misma, que vivía más cuando soñaba que cuando no lo hacía.

Aunque cada noche las pesadillas eran una marea gelatinosa cambiante, que en ocasiones le llevaba de un mundo desierto a otro con vida, pero decadente y muerto (una decadencia impropia, pensaba, de algo que siguió latiendo y aferrándose por no fallecer. Eran los últimos estertores de aquel paisaje). En ocasiones tenia algunos sueños recurrentes. Uno de los que más se le repetían era cuando se encontraba en medio de la nada absoluta, rodeado de un negro más oscuro que la propia oscuridad que llenaba todo sin fallo alguno, un escenario que no iluminarían ni mil soles dispuestos de la manera correcta para no dejar la oportunidad de que ninguna sombra pudiera existir. Y el solo corría, corría y corría delante de algo que solo en una ocasión tuvo valor, o la decisión racional de tomar el control del sueño en ese momento y girarse a ver qué era lo que le perseguía, casi con la curiosidad de un niño al ir la primera vez al zoo y ver todos aquellos animales representando un espectáculo que él creía era solo para sus ojos, y con el pavor profundo e irrefutable que ese mismo niño sentía cuando se le hablaba del coco, o el hombre del saco, y su mente volaba rápida a imaginar aquellas grotescas figuras, inundándolo seguidamente de un flagrante miedo irracional.

Sin saber explicar por qué, siempre que había soñado con aquella persecución delirante y sin fin, el sabia certeramente que su perseguidor en realidad no quería atraparle (Dean sabía que nunca se alejaba ni acercaba de él, solo le seguía, adaptándose a su ritmo para mantener una distancia constante), pues si eso fuese lo que quería, lo podría haber hecho en cualquier momento. Aquella cosa solo quería hacerlo correr y correr inundándolo de pánico hasta que acabase extenuado y al borde del desmayo, o de la misma muerte por cansancio. Solo en un sueño, solo una vez, dejo de correr y paro.

Cuando lo hizo, invirtió lo que le pareció un eterno segundo en percatarse de su propio cansancio, de sus jadeos casi sordos pero potentes, del temblor incontrolado de sus piernas y de cómo el pecho le subía y bajaba a un ritmo frenético como los pistones de un motor a pleno rendimiento. Supo que estaba en su límite físico, y aquel descanso que le apalizaba el cuerpo le desgastaba más que seguir corriendo, como cuando ese mismo motor se enfría y necesita otra vez cierto movimiento para recuperar su ritmo nuevamente, pero no le importo. Su mente estaba en otro plano, disociada de su cuerpo a punto de desmoronarse sobre aquel negro absoluto, aunando las fuerzas que le quedasen del último resquicio de el mismo para grabarse a fuego la idea de que esta vez no correría más, daría la vuelta y se enfrentaría a su cazador, que él pensaba que ahora sería cazado.

Antes siquiera de acabar de reunir fuerzas y empezar a pensar en aquello, una voz fría y ajena, pero imponente y firme, sin tono ni expresividad alguna dijo:

-Gírate, mírame como nunca has mirado a nada ni nadie en tu vida, desecho humano. Date la vuelta y mírame.

Se le helo la sangre y le flaquearon las fuerzas más aún si cabía. Le invadió una colosal sensación irracional. Por un instante incluso se enfadó ferozmente con el mismo por no haberse dado la vuelta un momento antes, solo lo justo para demostrarse que había sido su iniciativa, y no la de la voz, el hecho de girarse y confrontarlo. Un segundo antes, pensó para poder decirse a sí mismo “Si, ha salido de mí, no has sido tu quien me ha dicho que lo hiciese basura espectral, no, he sido yo solito”. Eso, pensó, en su fuero interior le habría dado una ráfaga de vigor que le habría hecho sentirse un hombre de verdad, sin miedo ni duda. Pero había sido lento, y era la voz la que le ordenaba e impulsaba que se girase y no su propio coraje y determinación como él quería que hubiese sido. Sin más ideas en que pensar, ni más tiempo en el que pararse a esperar, hizo el ademan de girarse hacia su derecha para dar media vuelta y descubrió que no le quedaban fuerzas ni para eso. En el mismo momento, también noto como algo sin posibilidad de ser descifrado le empujaba el hombro izquierdo para acabar el giro hasta quedar de volteado completamente, encarando a su perseguidor. Aquel empujón le dolió, le dolió hasta lo más profundo de su alma, pero no le quedaban ganas ni de quejarse.

Y cuando al fin giro completamente, quedando de espaldas hacia el sentido de su interminable carrera, levanto ligeramente la vista y solo pudo ver lo que describiría como unos ojos de tamaño y color imposibles. De proporciones colosales y dantescas, que parecían querer comerse incluso a aquel negro que llenaba todo. Ojos de un color que, en una aproximación vaga y casi patética (dentro de lo que podía considerarse remotamente acertado en una descripción que no era posible con palabras… al menos de este mundo) oscilaban entre un ocre burlón como el que desprende un revolver arcaico al ser disparado en un lugar que no dejase escapar esa luz y un carmín vivo que hacía sentir vergüenza a cualquier otro rojo que pudiera existir, avergonzando a la propia sangre. Solo unos ojos, de mirada tiránica y llenos de misticismo peligroso y cólera inhumana. Unos ojos que no miraban a nada, pero se sentía que podían verlo todo. Unos ojos como sabía que nunca había visto ni volvería a ver, eran los ojos de…
La misma voz fría, neutra y turbadora de antes se pronunció:

-Y ahora, despojo, cae sin fin.

Y en ese momento, lo que el sentía como suelo (intuía que lo era, pero no había ni suelo ni techo ni paredes, solo un negro imponente que lo manchaba todo) se desvaneció, y la mayor sensación de vértigo que se podría haber cruzado por la cabeza de alguna persona lo engullo. Era una sensación que mareaba más que mil viajes seguidos en la atracción que más vueltas diese en el mundo, el ver como el negro se alejaba y el iba cayendo sobre otro negro más absoluto, mas presencial, más tangible, pero igual de indiferente y aterrador. Un negro que se lo estaba comiendo a bocados de dentro a fuera en la vertiginosa y fugad caída. Y eso ojos en el techo del abismo que ahora si lo miraban a él, y que sin necesidad de mostrar una boca para dar fe del acto, se podían ver que estaba burlesca y despiadadamente riéndose de él y la situación. Una risa que sí que pudo llegar a oír y que no manaba de ningún lugar concreto. Y en lo que a Dean le parecieron 10 vidas sin pausa de caída (realmente, apenas llegaba a los 10 segundos) pudo sentir como el cuerpo se le contraía sobre sí mismo, como si en su estómago, una gravedad demoledora estuviese atrayéndolo hacia sí hasta reducirlo a un amasijo de piel, huesos y carne irreconocible hasta para el mejor forense del planeta. La cabeza le iba a estallar, el cuerpo se le descomponía en fulgurantes oleadas de calor, frio y dolor y la mente se le perdía en un vacío incompleto del que no podía salir.

Vio como se le derrumbaban todos los sentidos, y el ultimo que le quedo, el tacto, fue suficiente para notar lo que si pudiera describir de manera gráfica sería un arpón para cazar animales marinos de incontables toneladas que le atravesaba justo entre los dos ojos en diagonal hasta la parte baja de su nuca.

Ese pinchazo solemne y mudo empequeñeció el resto de sensaciones.

Y en ese último instante, la cabeza se le consumió en un fuego que no desprendía calor, pero quemaba de igual manera que lo hiciese. Ardía como mil demonios.

Despertó.

1
Niusuce

Gracias a #361, que me ha dado ánimos xD.

El único poema del que estoy orgulloso, +18
3 2 respuestas
unha

Es increíble este lugar, leeros un regalo.

2
Kayx

#382 Qué pena que los poetas se vean como algo más bien antiguo y poco eficiente a la hora de intentar enamorar a alguien. Porque si eso no es sentimiento, no sé qué lo es. Pura pasión en ocho simples versos.

Si tienes alguno más de amor que de pasión (que en realidad suelen ir de la mano, pero ya me entiendes) también estaría bien leerlo. Me parece que sientes mucho las cosas, y de forma diferente a los demás. Diferente de especial. Sería interesante leerlo, sí.

Kayx

Pues yo, gracias a #382, me voy a atrever a escribir un texto, como un mini relato, de hace tiempo ya:

"¿Quién era ella? Una fugaz sombra que se cruza con mi mirada para enamorarme, la señal de algo que comienza a palpitar en este tímido corazón.
Era hermosa...hermosa, con su cabello de color miel y sus ojos aguamarina. Hermosa, con su sonrisa de estrellas y su profunda mirada, en la que quisiera yo perderme y jamás encontrarme.

Una mirada, una simple pero cómplice mirada, bastó para desatar todos los sentimientos que no había podido sofocar nunca. Y entonces esos curiosos y repentinos destellos de la vida quisieron que el viento trajera tu risa, y que al fin nuestros suspiros se unieran en un encuentro sin aliento, ese momento en el que el tiempo se para y sólo puedes mirarla, ese momento tenue y a la vez intenso.

El caprichoso destino y supongo mis desafortunadas peripecias hicieron que tú te marcharas, emigraras a otro corazón, dejando grabada tu imagen en mis ojos llorosos, que ahora te ven donde quiera que vayan.

Pero yo nunca podré olvidar las olas de tu mirada, la sal de tu piel, la espuma de tu boca. Nunca olvidaré tu cuerpo, tus curvas de piel suave y rosada, y el cálido aroma de tu cabello, ondeando al son de la traviesa brisa que se pierde entre la rutina.

¿Dónde estará? Aún puedo olerla en el aire, muy cerca, puedo discernir su figura en el horizonte, sonriendo, y puedo atisbar un trazo del dibujo de su mirada en el océano... ¿por qué? ¿Por qué no consigo completar el lienzo de tu rostro?

Anhelo el brillo de su media sonrisa, sueño con renovadas caricias, espero el momento en el que volver a amarnos mutuamente. Pero nada de eso llega. ¿Seré un loco por soñar con una vaga ilusión que más parece un espejismo? No lo sé. Sólo sé que la necesito. Sólo sé que la quiero."

3
s3niK

Hoy mamá va probar con la pistola. Ayer no tuvo valor para defenderse con la vieja sartén, noté como la agarraba con fuerza, pero terminó dejándola de nuevo en el fuego. Ahora le tiemblan las manos sosteniendo un viejo revólver. Está pensando qué pasará si no se atreve a disparar, y mi padre descubre que la pistola del abuelo no está en su sitio.
Acabo de oír la puerta.
Mi madre dispara.
Aunque puedo oírla llorar, me consuela el calor que sus manos desprenden mientras acaricia su ombligo.

2
1 comentario moderado
nohaylitros

Casi nadie sabía ya contar el tiempo que llevaban en guerra pero todos tenían la convicción de que había sido demasiado y suficiente. El tiempo, mermado en significado y peso ya no era referencia ni tenía un valor tangible. Era una unidad más caída en el lecho de balas y cadáveres en el que se había convertido la ciudad.

No era una guerra de artificios y pirotecnia, ni ejércitos desproporcionados en cuantía. La batalla se decidía apretando gatillos y no cómodos botones rojos que activasen potentes armas nucleares. Aquella había sido desde un principio una contienda más íntima y personal, más cercana y silenciosa, pero igual de fría y dura que cualquier otra guerra más. Se libraba en las calles, en las sombras y en el fuero interior de cada uno de los que luchaba. La sangre era igual cuando caían en solitario que en compañía; de un rojo palpitante que tintaba el ambiente con un intenso hedor espeso a soledad, pena y decadencia. Una ensalada de ingredientes con dolorosas y tristes connotaciones.

Sentado y apoyado contra la pared cerca de la ventana del quinto piso de un edificio situado en una callejuela cerca de la avenida principal, el cochambroso edificio se quejaba en lo hondo de su estructura en intermitentes crujidos y retortijones de acero, madera y muerte, pidiendo en estertores inanimados que lo echasen abajo si no caía por su propio peso y sufrimiento.

Desde allí podía verse la calle principal desolada. Pintada en fachadas y suelos de manchas granates de sangre seca que reclamaba aun el cuerpo en el que había fluido. Cadáveres en múltiples posturas inertes, casquillos de balas de diversos calibres y armas cargando con recuerdo de la vida despojada de las personas que habían hecho caer terminaban de configurar la muda escena. Sabia poco de “Ellos” (Así los llamaban desde que había comenzado todo) contra los que luchaba, apenas que llevaban un casco que recordaba a la imagen de un humano ridículamente desfigurado en sus facciones.
Se despertó de la ligera ensoñación en la que estaba al escuchar los leves crujidos de las pisadas en la calle. Extendió el brazo izquierdo para palpar el rifle que reposaba contra la pared, cargado de rabia y hambriento de vidas, lo agarro, y lo aposto en el marco de la ventana, ciñendo el ojo a la mirilla mientras notaba crecer el aguzo de los sentidos y la concentración que caracterizaba los momentos previos a los disparos que él sabía que no iban a fallar.

Era uno de Ellos. Caminaba solo por el centro de la callejuela, mirando el panorama indiferentemente. La máscara que le cubría el rostro no mostraba expresión, pero él pensó que sería perfecta para recoger una bala en su interior. Le puso ligera presión al gatillo, contuvo la respiración, y cuadró la retícula de la mirilla de su rifle en el centro del cráneo del caminante solitario. Un poco más de presión en el dedo índice, y el gatillo impero a la bala que saliese buscando su objetivo.

La bala cumplió triunfante su misión.

Corto el aire con un silbido agudo, acompaño el disparo de un fogonazo etéreo y amenazador y entro con contundencia por una de las sienes hasta salirle por la otra, sin esfuerzo ni culpabilidad. Las balas no entendían de remordimientos. Una nubecilla de sangre y masa cerebral pinto el aire detrás de la bala y el cuerpo cayó desplomado desprovisto de sustento. El eco del disparo reboto un par de veces, se atenuó, y murió entre los muros de aquella calle. El silencio retorno para comérselo todo.

Y así había sido su guerra, intima, silenciosa, aleatoria y privada. Guardada con recelo entre su instintiva y metódica manera de ser. Saco el cuchillo que llevaba colgado del lado derecho del cinto que le pendía de su cadera e hizo una muesca en la pared a un lado de la ventana.
Al final, cada vida sesgada se reducía a una muesca más en cualquier pared de cualquier edificio.

Otra muesca más…

2
Kayx

#387 Respeta la libertad de la gente. De ti también se podría hablar mal y no te gustaría. No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti. Bien moderado que estás.

1 respuesta
G

#389 Perdona Aristóteles, sois libres de confeccionar lo que querías y de entregaros los unos a los otros collares de felicidad floral, pero yo que también soy libre considero que te hace falta leer mucho más, solo eso, animo valiente!

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