Vengo a contaros la experiencia más traumática que hemos sufrido en nuestra vida.
El sábado por la mañana a eso de las 8, escuchamos a nuestro hijo de 20 meses en la cuna, que está en nuestra habitación, hacer unos ruidos extraños como de ahogamiento. Nos levantamos corriendo, estaba boca abajo y se estaba ahogando efectivamente. Empezamos a darle palmas en la espalda para ver si con eso se le pasaba. El niño colgando como un muñeco con la mirada perdida, le caía la baba y mini espasmos, y tratando de respirar. Pensé que se trataba de una convulsión por fiebre, pero no tenía fiebre. No respondía de ninguna manera.
Pensamos que se podía haber atragantado con algo, entonces empecé a meterle los dedos en la boca intentando encontrar si tenía algo, estaba apretando la mandíbula con mucha fuerza. Empecé a apretarle debajo de las costillas esperando por si se había atragantado con algún objeto, aunque en la cuna no hay nada a su alcance, pero no tenía nada en la garganta. Desesperados, salimos de casa con lo puesto y teléfono en mano y arrancamos el coche al hospital más cercano mientras llamábamos al 112 para pedir indicaciones sobre que hacer al respecto. Yo me monte detrás con el niño mientras seguía intentando hacerle respirar como buenamente podía dadas las circunstancias, mientras el niño seguía inconsciente tratando de respirar. En el transcurso los del 112 nos comentaba que si se quedaba totalmente inconsciente y dejaba de respirar teníamos que parar en el arcén para tratar de reanimarlo....
Mientras llegábamos al hospital seguía intentando mantenerle la boca abierta, apretaba muchísimo, me mordió los dedos muchísimo, y a la vez apretando para tratar de hacerle respirar. Casi llegando al hospital empezó a sollozar, una buena señal y poco a poco comenzó a respirar con dificultad pero respirar al final y al cabo. No se si fueron un total de 30 minutos máximo, pero fueron los minutos más largos de mi vida.
Entramos a urgencias corriendo y nos atendieron rapidísimo. El niño ya estaba respirando pero aturdido y muy ido. Le pusieron sensores y tomaron la temperatura y de ahí a observación. Hicieron análisis de sangre y confirmaron que efectivamente no había recibido suficiente oxígeno durante un tiempo. Nos quedamos en observación con el hasta que hicieron el ingreso hospitalario. Nos comentaron que tenía pinta de crisis convulsvia pero había que evaluar y ver a qué se debía, sobre todo porque no había fiebre.
Durante este transcurso observamos que el niño tosía y se atragantaba con frecuencia, además de que empezaba a presentar mocos. Le tomaron muestra de mocos y las pruebas salieron positivas en COVID. Ya con este resultado, se sospechaba que lo que pasó era debido al COVID, aún así le hicieron electroencefalograma para descartar que no había habido ningún ataque epiléptico. Nos han dado hoy el alta después de todas las pruebas, positivas dentro de lo malo, pues no se trata de epilepsia, sino que todo apunta que ha sido por el covid. Nos han recetado un supositorio con Diazepam que por lo visto se administra en crisis convulivas en caso de que vuelva a pasar algo parecido...
Nos hemos quedado traumatizados, nos hemos llevado el susto de nuestra vida y de verdad que no le deseo a nadie que pase por algo parecido, es una pesadilla, la impotencia y miedo que como padres hemos sentido al pensar que nuestro hijo se nos iba en cuestión de minutos...no paramos de preguntarnos que habría pasado si no nos hubiéramos enterado?
El niño ya está bien, ahora estoy yo con COVID pero bueno, lo importante es que ya pasó. Ya de paso quería preguntar si alguno de vosotros se ha visto en alguna situación parecida o si vuestros hijos han tenido crisis convulivas que han desencadenado en que no puedan respirar o algo parecido y como habéis manejado la situación...
Hemos comprado una cámara con voz que habéis recomendado unas páginas atras para monitorizarle mientras duerme cuando no estamos en la habitación y nada, esperar que haya sido algo puntual y no vuelva a pasar nunca jamás.