que cada vez que llega la Semana Santa se ponga a llover.
Es un placer indescriptible el que siento al ver que mientras hace dos días lucía espléndido un sol casi veraniego, vuelven a cumplirse los pronósticos más pesimistas y tendremos otra Semana Santa más mojada que las sábanas de Bob Esponja.
Está claro que si Dios existe es un cabrón con pintas. ¡Rescepto! .
Aprovecho la ocasión para agradecer, mayormente a la comunidad andaluza, sus lágrimas y llantos, sin los cuales la Semana Santa sería tan aburrida como una Navidad sin villancicos.
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