Partida de Sucesión CKIII (Mediavida edition)

Tras la muerte de mi padre asciendo al trono, muy a mi pesar. Tras una vida de hastío como príncipe, sin un motivo para seguir adelante y pensando que moriría antes de heredar el púrpura, he sido coronado como Emperador Romano y Rey de muchos sitios en los que ni he estado, ni me interesan. A pesar de contar con abundantes riquezas, el desastroso estado administrativo del Imperio tal vez me de una razón para vivir.

Hoy me he levantado con renovadas energías. Cuando el mayordomo me puso al día de todo, sentí un vigor que no había sentido desde tiempo ha.
Pese a mi físico y mi moderación, hace 3 años que sufro malestares que ningún medico ha podido entender y por ello mi salud es pobre. Este hecho me ha motivado a estudiar el funcionamiento del cuerpo humano, con la esperanza de hallar alguna forma de mejorar mi estado de salud.

Tras mucho reflexionar, he decidido que como puedo gestionar directamente muchas mas propiedades que mis predecesores y nuestra religión nos permite poseer templos sin adoptar el sacerdocio, voy a maximizar mis ingresos y levas. Voy a ceder el castillo de la familia en sicilia para que sea gestionado por otro señor, mientras que tomaré una serie de castillos y templos del ducado de provenza, hogar de mis antepasados. Eso y las joyas de Roma y Constantinopla pasaran a ser mi heredad hasta mi muerte.
Ejecuto mis planes a pesar de disgustar a algunos parientes.

Hoy me he dado cuenta de que el Rey Anastasios de Jazira me mira bastante mal cuando coincidimos en banquetes y eventos. Tal vez debido a actos de cuando no me importaba vivir o morir debido a no tener un propósito. En cualquier caso, ahora soy Emperador y además de tener que afrontar las consecuencias de mis actos, debería intentar repararlos.

Me escama en exceso que sigan existiendo miembros de nuestra dinastía católicos y además con cierto poder. Lo peor es el orgullo con el que gobiernan y la manera en la que nos desprecian, creyéndose seguidores de la única fe verdadera. El mas poderoso de estos es el Rey Heinrich de Hungría y Polonia. Voy a usar toda mi influencia como cabeza de la dinastía para arrebatarle sus títulos y forzarle a la conversión.

Hoy he completado los planes urbanísticos de todas mis posesiones directas, aprovechando mi inmensa formación en la construcción.

El hecho de ser el Patriarca de la fe verdadera me llena de júbilo, pero la edad cada día aprieta más y me resulta complicado compaginar el Imperio con las solicitudes de redención, siempre abundantes.

Así que me dispongo a construirle un castillo a mi hijo y heredero para que desde ahí pueda gestionar todas las solicitudes de redención de nuestros abundantes fieles cuando le ceda el puesto de cabeza religiosa.

La guerra en Hungría progresa bien. Al parecer hemos capturado al heredero de Heinrich y ha cedido a nuestras demandas a cambio recuperar a su promogénito.

La situación con mi hermano, al que mi padre vio oportuno cerderle los territorios de hispania y mauritania, se está volviendo insostenible. Usando de nuevo mi influencia como cabeza de dinastía, fabrico reclamaciones en la mayoría de sus títulos y que así quede como un rey menor dentro de nuestro Imperium Romanum: nos dirigimos a la guerra.

Mi padre mantenía al falso Papa de los católicos encerrado en prisión, desconozco el motivo, pero me pregunto si ese pellejo no ha encontrado el secreto de la longevidad en la reclusión.

He intentado que el rey de Valaquia se integre en nuestro imperio de forma pacífica pero ha rechazado a todos los emisarios. Creo que es el momento de actuar.

¡¡Ahora entiendo porque padre mantenía recluso al falso Papa católico!! Tras la muerte del anterior Papa, su sucesor, Leo XI el vil sádico, vengativo e iracundo medio hombre, ha enviado sus emisarios a todos los restos de la cristiandad, con la esperanza de aglutinarlos en mision divina y robarnos el reino de Mesopotamia. Afortunadamente se que, aunque el fervor de los católicos, al sentirse perseguidos y en minoría, vuelve a arder con vigor, no existe fuerza católica, ni aún juntándolos a todos, que pueda vencernos.

Como estoy harto de que un Papa católico tenga tantas posesiones dentro de nuestros reinos y se que la cruzada ni siquiera llegará a iniciarse, mando a mis hombres a prenderlo para despojarlo de sus títulos. Desafortunadamente, escapa y me declara la guerra junto con unos cuantos vasallos relativamente fuertes.

La guerra que estamos librando no me preocupa en exceso e intento transmitir a mis gobernadores una imagen de tranquilidad, de que la vida sigue dentro del Imperio, así que decreto varios edictos que cambian las denominaciones tanto del propio imperio como de sus provincias, recuperando algunos de los nombres romanos de nuestros antepasados, así, por ejemplo, divido Hispania entre Baetica, Tarraconensis, Carthaginensis, Lusitania y Gallaecia, Croacia pasa a ser Dalmacia, Persia es ahora Parthia, etc. Y nuestro imperio recupera su nombre en latín, Imperium Romanum.

En cuanto está terminado el castillo de Niza se lo concedo a mi hijo Giovani, pues ya no soporto mas tiempo las incesantes solicitudes de absolución de pequeños barones y alcaldes. Por lo visto todos los nobles se niegan a que un simple barón, a pesar de ser mi hijo y heredero, ostente el título de cabeza religiosa, así que me veo obligado a cederle el condado de Niza antes de nombrarle Patriarca de todo el Habsburguismo.

Mientras tanto, la guerra ha alcanzado su batalla decisiva en la que el Papa y el resto de traidores creen que decantarán la guerra a su favor. Pero yo quiero dar un golpe de efecto, mandar un mensaje, no me basta con derrotarlos, quiero aniquilar por completo a su ejercito, que solo sus lideres y caballeros sobrevivan. Movilizo todas las tropas que me es posible para enfrentarme a su ejercito y los aniquilamos.

Con la guerra ya ganada y el insignificante Papa en mis mazmorras, me dispongo a despojarle de unos trocitos de su cuerpo, total, no iba a notar la diferencia. Después de esto, como sigo teniendo algunos vasallos no del todo contentos, trato de enviarles un mensaje.

Con la última conquista de uno de mis vasallos(o vasallo de mis vasallos, ni siquiera se cual es), los cartógrafos de la corte me hacen entrega del mapa de nuestros dominios y descubro con alegría y júbilo que nuestros dominios se extienden ya por todos sitios a donde llegaron nuestros antepasados y mas allá.

Aprovechando que están siendo tiempos tranquilos y que tanto en Cambridge(Britania) como en Padua(Ravena) se ha alcanzado un nivel optimo de prosperidad y conocimiento, fundo allí sendas universidades.

La fundación de universidades de los últimos meses me ha hecho darme cuenta de que muchos de mis predecesores no alcanzaron la excelencia académica en sus respectivos campos de estudio. Voy a asegurarme de que de ahora en adelante todos los miembros de nuestra dinastía puedan optar a las mejores innovaciones en enseñanza y aprendizaje.

Mi hijo Giovani ha gestionado con increíble habilidad la compra de indulgencias de los fieles, alcanzando un muy poco tiempo un tesoro mayor que el del propio Imperio. Así que procedo a concederle derechos de guerra dentro del Imperio esperando que consiga aumentar sus dominios.

Este año hemos sufrido una epidemia de viruela. Afortunadamente, gracias a mis estudios médicos, al uso de unos trapos en la boca con unas sujeciones en las orejas a las que he llamado "mascarillas" y al aislamiento de los enfermos, la cosa no ha ido a mayores y todos los enfermos se han curado.

Anoche, al asomarme a una de las ventanas de palacio, atisbé la silueta de la propia muerte mirándome desde los jardines. No es la primera vez que pasa, pero empieza a hacerse frecuente. Se que no me queda mas de un año de vida, pero creo que podré morir satisfecho tras haber conseguido mis metas como emperador. Cuando llegué al trono Imperial no creí que fuese a vivir mas de 3 o 4 años, pero recuperé el vigor de mi juventud con la búsqueda de nuevas metas y conseguí gobernar durante 22 años.

Larga vida al nuevo Emperador y Patriarca, Giovanni Von Habsburg.