Ilustres españoles del s.XIX, 2: Espartero, Duque de la Victoria

sephirox

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El último de los nueve hijos del matrimonio formado por Antonio Fernández Espartero y Josefa Álvarez nació en Granátula de Calatrava, que por entonces era una pequeña población de unos tres mil habitantes dependiente de Almagro, en cuya Universidad, regida por los dominicos, estudió. De origen humilde y rural, vivió en un ambiente artesanal, pues su padre ejercía el oficio de carretero. Sus fieles milicianos nacionales, en la biografía que le dedicaron en 1844, destacaban entre sus virtudes la honradez, probidad y ciudadanía. “La patria en peligro” fue el grito de guerra ante la invasión francesa de 1808 al que Espartero, como otros muchos, respondió ingresando en las milicias y participando ya en la batalla de Ocaña. Es por entonces cuando comienza a firmar como Baldomero Espartero, olvidando su nombre de Joaquín Baldomero Fernández Álvarez. .

En 1810 ingresa en la Academia Militar de Ingenieros, recién instalada en la Isla de León (Cádiz), de donde salió al año siguiente con el grado de teniente.

Pero su verdadera escuela fueron las guerras en que participó, la de la Independencia, la de América y la Carlista.

En la guerra americana se integró en 1815 en la expedición de Morillo y tomó parte en las campañas venezolanas, lo que le marcó como ayacucho, aunque no participó en la batalla de Ayacucho, la gran victoria de Sucre, símbolo de la liquidación de los virreinatos españoles en América del Sur.

En 1826 vuelve a España, a Pamplona. Se casa en 1827 con Jacinta Sicilia (1811-1878), hija única de un rico propietario y comerciante de Logroño, donde, en 1828, se halla destinado. En enero de 1834 es nombrado comandante general de Vizcaya y el 16 de septiembre de 1836, jefe supremo del Ejército del Norte (virrey de Navarra). Por tres veces es nombrado en 1837 ministro de Guerra y una presidente del Ministerio de la Regencia, pero en ninguna de las cuatro toma posesión. Capitán general en 1838, su brillante participación en la Guerra Carlista culmina el 31 de agosto de 1839 con el denominado “Abrazo de Vergara” con Maroto, que pone fin a una guerra de siete años. La Reina le concede por ello el título de duque de la Victoria.

El frente carlista de Levante, capitaneado por Cabrera, fue también reducido, éxito por el que recibió el título de duque de Morella (I) y el Toisón de Oro (se le nombró caballero el 3 de junio de 1840 y fue investido el 28 de agosto siguiente). Ya en la Presidencia del Consejo de Ministros (del 16 de septiembre de 1840 al 20 de mayo de 1841), Espartero, que gozaba de una extraordinaria popularidad, era para muchos el “salvador de España”. Se había convertido en el adalid del liberalismo progresista. Con él comenzaba un fenómeno nuevo: el acercamiento a la política de algunos militares llamados a desempeñar papeles políticos fundamentales gracias a su prestigio, ganado en el campo de batalla.

Tras la decisión de doña María Cristina de “renunciar a la regencia del reino por interés de la nación” (12 de octubre de 1840), la solución de las Cortes fue una nueva regencia única. Realizada la votación pertinente, Espartero logró 179 votos, frente a los 103 de Agustín Argüelles. Ésta fue la Revolución de 1840, a la que los progresistas denominaron “La Gloriosa”, que llevó al poder por aclamación a Espartero.

Fernando Garrido la valoraba así: “La revolución de septiembre era para los iniciadores el vaivén oscilatorio que venía a poner en equilibrio la balanza fuertemente inclinada hacia las reales prerrogativas que se llevaban de corrida los derechos populares. Era el deseo de orden y moralidad […] Era el orgullo herido de algunos, la ambición no satisfecha en otros, para el pueblo era una revolución de su derecho y su autonomía, la reintegración del ser en la plenitud de su existencia” (F. Garrido, 1854).

Del 10 de mayo de 1841 al 30 de julio de 1843 ocupa la regencia Espartero, que la prensa y los medios políticos denominaban “el Conde-Duque”; era el verdadero “espadón” progresista y del régimen liberal, el brazo armado. Se convirtió en uno de los símbolos del intervencionismo militar en el proceso político español del siglo XIX; con él, escribe Romanones, “comienza el largo período del militarismo en España”. Vivía entonces un momento de máximo reconocimiento social, gozaba de una popularidad que él dejaba fomentar mediante retratos y estampas que ocupaban lugares de honor en las casas de muchos madrileños. Era, sin lugar a dudas, un ídolo popular.

Su fallo, sin embargo, fue presentarse como brazo armado de un grupo, pues, como explica José Luis Comellas, “la alianza entre Espartero y el partido progresista era tan convencional como la antigua alianza entre María Cristina y los moderados”. Además, una cosa era ganar la guerra y otra, bien distinta, gobernar.

Así lo vio el conde de Romanones: “Espartero, en su larga experiencia de la guerra, había adquirido cabal conocimiento de los valores militares; pero al llegar al campo de la política su ignorancia acerca de los hombres civiles era completa”.

El propio Espartero hizo, años más tarde, una valoración de su obra doliéndose de no haber podido ejercer el poder personal de forma dictatorial al estilo de César o de Napoleón: “No me ilusionaba la perspectiva de la regencia en que no pensé, hasta que doña María Cristina, con sentimiento mío y de mis compañeros de gabinete en Valencia la renunció […] yo bien presagiaba que esta magistratura en la menor edad de la reina me iba a consumir, porque bien sabía que tenía que guardar en mi conducta consideraciones a la que se sentaba en el trono que no embarazan a los dictadores […]. Ni Alejandro, ni César, ni Cronwell, ni Napoleón, fueron regentes de una Reina niña. Obraron de su cuenta como soberanos unos y como omnipotentes otros. Yo no lo podía hacer y tenía que ajustarme a un modelo dado”.

En contra de lo que cabía esperar, la gestión de Espartero hizo surgir pronto el descontento, cuando no las revueltas. También cundió el malestar en el Ejército, por la mala situación que tuvo que atravesar.

Conspiradores fueron O’Donnell, Diego de León, Concha, Prim, etc. Los pronunciamientos surgieron por doquier: Pamplona, Bilbao, Vitoria, Zaragoza, Madrid. En la capital de la nación se pretendió dar un golpe de Estado y apoderarse de la niña Reina.

Comandaba las tropas Diego de León, conde de Belascoaín. Las tropas de Espartero paralizaron la acción y las represalias fueron tremendas. El cordobés Diego de León, general de enorme prestigio, al que se conocía como “la primera lanza de la reina”, fue fusilado el 15 de octubre de 1841, tras un consejo de guerra, sin que el regente hiciera uso del indulto.

Espartero fue sintiendo día a día el enorme vacío que se forjaba a su alrededor. A la pérdida de apoyo del Ejército se unió pronto su fracaso en Cataluña —que le había alzado al poder— a causa de las medidas librecambistas. Las revueltas surgidas se acallaron con el bombardeo de la ciudad desde la ciudadela de Montjuich: casi quinientas casas fueron destruidas. Y de Reus salió un nuevo pronunciamiento, en 1843, encabezado por Prim y Lorenzo Milans del Bosch.

En Andalucía, las revueltas habían comenzado en 1842. Guichot llama la atención sobre el hecho de que fueran las provincias del mediodía las elegidas por los contrarrevolucionarios, pues es éste, dice, “el primer ejemplo en la historia de nuestras revoluciones contemporáneas, de tomar la liberal Andalucía la iniciativa en un movimiento político de carácter reaccionario en materia de libertad constitucional”.

Las elecciones de febrero de 1843 pusieron de relieve las profundas disensiones entre los progresistas y el regente, disensiones que también se hicieron sentir en el gabinete, que duró diez días, presidido por Joaquín María López, quien diseña así la situación: “[…] apenas creado ese poder empezó a desmoronarse, pasando el pueblo que había creado el ídolo, de la idolatría al entusiasmo; del entusiasmo a la adhesión; de la adhesión al respeto; del respeto a la indiferencia; de la indiferencia al odio y del odio a lanzarle a tierras extrañas donde pudiera entregarse al olvido de sus funestos errores o al melancólico recuerdo de sus glorias pasadas”.

Mediado el año 1843, la regencia esparterista vivía sus últimos días. Moderados y progresistas unidos, con el respaldo armado de Narváez, Serrano, O’Donnell y Prim, eran ya los dueños de la situación.
La Junta Revolucionaria de Málaga lanzó el 23 de mayo el grito de guerra al que se unieron primero las fuerzas progresistas andaluzas y luego el resto del país. Mientras, llegó a Valencia un grupo de generales moderados que había emigrado tras la intentona de octubre de 1841. La Junta Revolucionaria de Valencia les permitió repartirse los mandos militares de las provincias insurrectas. De este modo, fue nombrado general en jefe de las tropas de Andalucía el general Manuel de la Concha.

El ejército formado por De la Concha no tuvo tiempo de enfrentarse con el gubernamental de Van-Halen, porque la decisiva acción de los moderados desde la llegada de Narváez a Valencia terminó con el simulacro de combate de Torrejón de Ardoz, el 17 de julio, y la entrada del general Narváez en Madrid, seis días más tarde. Espartero huyó a Cádiz y se embarcó el 30 de julio de aquel 1843 en el vapor Betis. El 3 de agosto zarpaba hacia Lisboa en el barco inglés Malabar que le ofreció asilo a bordo. El 17 llegaba a Lisboa y desde allí viajó en el Prometheus, de bandera británica, hasta Portsmouth, de donde se trasladó posteriormente a Londres.


Bombardeo desde el castillo de Montjuic

Narváez, como primera medida, ordenó que Espartero fuera despojado de “todos sus títulos, grados, empleos, honores y condecoraciones”, que en 1846 le fueron devueltos. En 1849, Espartero regresó a su casa de Logroño. En El pensamiento de la Nación, que dirigía Jaime Balmes, se concretan los resultados de la Revolución de 1840 no sin ironía: “Sustituir a una regencia por otra regencia, a unos cortesanos por otros cortesanos, a unos empleados por otros empleados; los tribunos de Cádiz perdieron repentinamente su horror a los palacios y a la Corte; los hombres que más se habían señalado por sus doctrinas democráticas vistieron con orgullo la librea de la casa Real”.

Tras once años de gobierno moderado, con Narváez como brazo armado, los envites de la Revolución Francesa y europea de 1848 se traducen en España en la Revolución de 1854 en que se conjugan fuerzas diversas que demandan un cambio. Los progresistas promueven juntas revolucionarias y a la de Zaragoza acude Espartero que vive retirado en Logroño. A partir de ese momento, el mito Espartero parece renacer, sin que nadie se explique las razones, como Carlos Marx escribe en el New York Daily Tribune. El 29 de julio, los madrileños reciben con júbilo al general, aclamado por los milicianos nacionales como símbolo de la democracia y árbitro de la situación.

El gobierno Espartero-O’Donnell no tenía demasiado futuro, dada la dificultad de conjugar a progresistas y moderados, y el general manchego vio pronto que era simplemente utilizado para calmar las demandas de los progresistas, en una posición difícil de mantener entre el radicalismo de las masas y la Milicia Nacional y el moderantismo de O’Donnell, preponderante a lo largo del bienio. La situación explotó en julio de 1856 con las violentas jornadas de enfrentamiento entre O’Donnell y la Asamblea y Milicia Nacional. Espartero, cansado y desmoralizado, optó por no intervenir y volverse a Logroño, vencido y amargado, de donde no salió ya en los veinticuatro años que le quedaban de vida.


O'Donnell

Sin embargo, se le presentó una nueva ocasión de volver al protagonismo político. La Revolución de 1868 trajo consigo un Sexenio que vivió experiencias diversas de forma de gobierno, desde una regencia hasta una monarquía o una república. Las Cortes eligieron como regente al general Serrano, duque de la Torre, que nombró jefe de Gobierno al general Prim, verdadero hombre fuerte de la situación. La principal labor del nuevo jefe de Gobierno, además de mantener el orden, consistía en encontrar un rey que se adecuara a las exigencias españolas. Entre los candidatos figuraron Antonio de Orleans, duque de Montpensier, propuesto por los unionistas y por el general Serrano; los progresistas, que soñaban con la Unión Ibérica, veían en Fernando de Coburgo, rey viudo de la reina María de Portugal, la persona idónea para lograr esa unión. También se pensó como posibles candidatos en Leopoldo de Hohenzollern, casado con María Antonia de Braganza-Coburgo, hija de Fernando de Coburgo; en don Alfonso, hijo de Isabel II, que fue vetado por Prim; en el general Serrano, que no aceptó la propuesta, y en Espartero.

¿Por qué se pensó en el general Espartero? Un opúsculo escrito en 1868 se tituló precisamente Baldomero I, Rey de España. Entre abril y mayo de 1870, Prim preguntó a Espartero formalmente, a través de Pascual Madoz, “si podría contarse con la aceptación de V. A. para Rey de España”. El general respondió: “Siempre estaré dispuesto a sacrificar mi vida por la libertad y ventura de la patria; pero un deber de conciencia me obliga a manifestar respetuosamente que no me sería posible admitir tan elevado cargo, porque mis muchos años y mi poca salud no me permitirían su buen desempeño”.

No faltaron insistencias y manifestaciones en Madrid defendiendo que sólo él podía ceñir la corona porque “los que como Espartero reinan en el corazón nacional son reyes de derecho en el alto sentido moral de constitucionalismo democrático”. Pero él, con sus setenta años, prefirió el tranquilo retiro de Logroño.


General Prim

En reconocimiento a su persona el nuevo rey, Amadeo de Saboya, le concedió el título de Príncipe de Vergara con tratamiento de alteza real, título que le fue respetado por el Gobierno de la República. Y Alfonso XII, a su vuelta de las victoriosas operaciones del norte, lo visitó en Logroño. En esta visita, Espartero, desprendiéndose de su Cruz Laureada —que había recibido en 1838—, se la impuso al Rey. El llamado “Washington de España” ha dejado para nuestra historia una conocida frase, expresión por excelencia del sentido democrático: “Cúmplase la voluntad nacional”. El mejor resumen de su biografía se encuentra en la placa que le recuerda en su sencilla casa manchega de Granátula. Ésta es su leyenda: “27-11-1793. S. A. Sma. D. Baldomero Fernández- Espartero y Alvarez: Vizconde de Banderas, Conde de Luchana, Duque de la Victoria, Duque de Morelia, Grande de España; Gran Cruz: de Isabel la Católica, de San Hermenegildo, de Carlos III, de San Fernando, de la Orden del Baño, de la Torre y Espada, de la Orden de la Encina, de San Juan de Jerusalén, Toisón de Oro, Gran Cordón de la Legión de Honor. Capitán General, Ministro de la Guerra, Presidente del Gobierno, Regente del Reino, Príncipe de Vergara”. Y termina con esta frase: “Y no quiso ser rey de España (15-V-1870)”.

La leyenda marcó a este manchego como “valiente, patriota y honrado liberal”. Si ha habido un personaje popular —“general del pueblo” le denomina el conde de Romanones— en la historia española, ése ha sido Espartero. Así lo captó Carlos Marx que lo dejó escrito en 1854: “El general Espartero es popular porque procede del pueblo”. Su historia fue, según Pirala, “la más popular; ninguna se proclamó en más folletos y artículos ni produjo las manifestaciones tan numerosas como espontáneas”. Otros juicios de contemporáneos suyos no son tan positivos; Fernando de Lesseps, por ejemplo, lo retrata como ambicioso e indolente, generoso o vengativo, según las circunstancias, y recalca su condición de bravo soldado, general mediocre y lleno de vanidad.


Foto de Baldomero Espartero, Príncipe de Vergara, Duque de la Victoria

Fuente: http://www.rah.es/principe-de-vergara/


Sin duda alguna, el personaje más importante del siglo XIX español, el ayacucho Espartero, vencedor sobre el carlismo.

Recientemente, el hispanista Shubert, el cual acaba de sacar una titánica obra que narra la vida de Espartero, ha dicho de este hombre: [hoy en día] Espartero ha sido borrado de la memoria histórica española. Al tiempo que otras figuras cuyo papel en la historia del país fue mucho menos significativo permanecen vivas en el recuerdo, su nombre ha pasado de la idolatría al olvido

Yo me pregunto, ¿cómo es posible que alguien como él, único militar en la historia de España en recibir el tratamiento de Alteza Real y persona que rechazó el mismísimo trono, pueda haber sido borrada y olvidada que si no hubiese influido absolutamente nada?

Fue una persona muy liberal para los moderados, muy poco liberal para los radicales y progresista en su ideología. Fue una leyenda durante toda su vida, esperemos que a partir de aquí los que no lo conocían no lo olviden y se animen a investigar y a aprender sobre él (y sobre muchos otros que han tenido el mismo destino).

Por desgracia solo es recordado por los huevos del caballo de su estatua.

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Mirtor

Espartero, una persona clave en la Historia de este país que sí, se estudia por ahí y se le menciona, pero está muy olvidado. Debería recordársele más.

No puedo leer ahora, pero gracias por el curro.

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LMTLMT

Su caballo tenía los huevos gordos.

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jeke

Pues anda que no anduvimos a las vueltas con él en Historia de España en Bachiller. Bien es cierto que ya no se le recuerda en la actualidad normalmente

DunedainBF

Para mis vecinos bilbaínos:

Bilbao, ciudad progresista y liberal, aguantó y sufrió el asedio del carlismo liderado por Zumalacárregui ya en su primer sitio - de los múltiples que sufriría a manos del carlismo - formando unas heróicas milicias liberales que fueron capaces de pedir el auxilio real, que llegó finalmente hasta Santurce y Portugalete, desde donde las tropas liberales se dirigieron a liberar Bilbao.
En su marcha a Bilbao subiendo por la ría, se encontraron frente a frente con las tropas carlistas, que les esperaban a la altura de Luchana, donde se encontraba el puente para cruzar a la margen derecha, tropas carlistas formadas principalmente por aldeanos vascos, pero que sin contemplaciones sitiaban y bombardeaban Bilbao, dando lugar a la batalla de Luchana donde Espartero triunfó y pudo liberar nuestra ciudad.

Si alguno más es de Bilbao, sabed, que el héroe que liberó en sus dos primeros asedios nuestra ciudad y que proclamamos Conde de Luchana y Pacificador de España, ha sufrido una dósis intencionada de olvido histórico orquestada por nuestros actuales dirigentes: quitándose su estatua y el nombre a la calle que pusimos en su honor - que es la calle actualmente llamada Juan Ajuriaguerra (un dirigente del PNV que no es nadie). Y no contentos con borrar el rastro del que la ciudad de Bilbao adoró, al lider militar del carlismo Tomás de Zumalacárregui, que sin contemplaciones bombardeó y asedió nuestra ciudad, le han dado la que posiblemente sea la avenida más larga de toda la ciudad de Bilbao, con respeto a la avenida Sabino Arana.. Por Dios, por la Patria y el Rey. Y los fueros.

9 1 respuesta
sephirox

#5 Bueno, eso debería ser un pecado. Pero vamos, imagino que todo tendrá que ver con el nacionalismo regional y tal, ya sabes, intereses. Además, el carlismo está muy pegado a este hecho.

Otra cosa por la que creo que Espartero ha sufrido tanto, es por culpa de sus propios títulos. Es decir, a diferencia de personajes, por ejemplo, como Hernán Cortés que tienen mil calles con su nombre, Espartero en la mayoría de las ocasiones los tiene a modo de título, ya sea Príncipe de Vergara, Duque de la Victoria, etc.

También es conveniente señalar el tema de que para Cataluña, después del bombardeo, es un personaje molesto al que no hay que nombrar mucho para que no se enfaden.

1 1 respuesta
Nerviosillo
#6sephirox:

También es conveniente señalar el tema de que para Cataluña, después del bombardeo, es un personaje molesto al que no hay que nombrar mucho para que no se enfaden.

Básicamente esto. Las veces que he escuchado nombrar a Espartero en estos dos últimos años ha sido para el "deberíamos volver a bombardear Barcelona" y #NerverForgetNeverForgive, respectivamente de cada bando.

1 respuesta
DunedainBF

#7 El caso es que Espartero quería implementar ciertas medidas liberales (de liberalismo económico quiero decir) y las grandes revueltas de Barcelona fueron precisamente para defender el proteccionismo y evitar la entrada al mercado español de productos extranjeros y de competencia, ya que su creciente industria y riqueza se debían a que tenían el monopolio para vender en España. Y entiéndase que no es solo la España actual el mercado del que hablamos, sino la España de entonces con todos sus territorios en medio mundo a los que la industria catalana podía vender en exclusividad.

Que implicitamente te están diciendo que deben su riqueza al proteccionismo del imperio español. Lo digo porque se suele mencionar mucho ultimamente la frase esta de Espartero para el victimismo creciente y te están reconociendo de facto que la base de su riqueza y crecimiento se debía a las enormes ventajas que tenían, porque en condiciones de libre mercado, Inglaterra producía más barato y con mayor calidad tras su Revolución Industrial.

2 respuestas
Nerviosillo
#8DunedainBF:

Que implicitamente te están diciendo que deben su riqueza al proteccionismo del imperio español.

Edito mi mensaje: Mira, es un hilo muy bonito y un insulto a @sephirox que me ponga a hablar del asunto catalán así de buenas.
Pido disculpas.

1 respuesta
sephirox

#8

La biografía que acaba de sacar Shubert. En ámbito académico le están lloviendo halagos. Yo no creo que tarde mucho en comprarla, quizá esta semana. Te la recomiendo.

#9 No pasa nada, yo creo que es uno de los motivos por los que Espartero está en el ostracismo. Lo de Montjuic no lo olvidan.

Por cierto, estuve hace un par de años desde donde se bombardeó.

1
B

No conocía los orígenes del jinete cuyo caballo tiene los huevos más famosos de la historia de España.

1 respuesta
sephirox

#11 Pues es la gran figura del XIX. El cabronazo rechazó ser rey.

3 3 respuestas
B

#12 menuda bala esquivó jajajaja

5 1 respuesta
Don_Verde

#12 Gracias a eso nos legó el mejor rey de toda la historia española, Amadeo El Grande.

Fíjate tú si fue grande que viendo la pedazo de mierda que tenía entre manos (la España del XIX) se quitó rápidamente de enmedio. Otros se quedan en el sillón hasta la eternidad con tal de tragar y mejorar la bolsa de su familia y descendientes, otros con un apellido francés que si se nombra me mandan regalos desde fiscalía :)

Respecto al tema, a ver si esta noche me pongo a leer el artículo, que del personaje se poco aparte de las generalidades clásicas, cojones del caballo incluido.

2 1 respuesta
Ninja-Killer

Menos mal que no aceptó ser rey y así pudimos tener a la grandísima Isabel II para iluminar el país

NueveColas

#12 #13 Se marco un Amadeo

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MiNmbreNoCab

Espartero siempre me ha parecido un tio con mala prensa.

Sobretodo por lo de los catalanes, la mayoria de la gente no contextualiza que los catalanes ya habian vendido a españa hace escasos no se, de memoria, 30-20 años. exactamente por lo mismo, intereses de la burguesia catalana amenazados.
Y que el no estaba dispuesto a repetir el rollo que se excediese o no ya queda para cada uno, pero era un tio (en mi opinion) de los de "el fin justifica los medios".

Siempre me ha parecido un tio interesante de cojones con su exilio y todo eso.

En fin, que muy buen post #1

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sephirox

#17 Se piró a Londres, esa etapa la verdad es que la desconozco bastante. A ver si ahora que pillo la biografía me ilumina.

1 respuesta
B

#18 Gracias por traerme hasta aquí! Que llevaba una tarde de estudio bastante larga y no me había dado ni cuenta.

Como siempre otro héroe que defendió a nuestro país. Yo por suerte tuve a una profesora de historia que nos explico muy bien la pelicula de Prim Espartero y O Donnel porque es mas difícil de entender así de primeras.

Hoy parece que necesitamos un poco de liberalismo.

El liberalismo es una doctrina política que defiende la libertad individual, preconiza el Estado limitado (restringe la intervención del Estado en la vida social, económica y cultural), promueve la iniciativa privada, propugna por la igualdad ante la ley y aboga por la paz.1​

1 respuesta
sephirox

#19 En este aspecto, hay 3 tipos de liberalismo en la España del XIX, Espartero era un progresista que no un radical (que un radical vendría a ser un liberal demócrata de hoy en día). De todas formas, también hay que entender que aquí el enfrentamiento no es liberalismo/socialismo, sino liberalismo/absolutismo, este último representado en los carlistas.

Yo creo que hoy en día está probado que estas ideas han sido superadas, pero está claro que para la época en la que estaban, sobre todo en España, era un avance importante.

Es decir, Espartero fue, salvando mucho las distancias, nuestro Napoleón, en el sentido de que sancionó definitivamente la revolución liberal a partir de su regencia.

Verslayer

Interesante thread, nunca me habia molestado mucho en leer sobre Espartero, pero te felicito me ha encantado.
Quizas me compre el libro de Shubert, parece un personaje muy peculiar e interesante.

Saludos

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sephirox

Hostia, he encontrado un documental del año 83 sobre el personaje, narrado a modo de primera persona:

Se le nota mucho el olorcillo a la época.

bATUSORZ

Hace poco asistí a un congreso de criminalistica-forense, se habló de la muerte de Prim, y de como la version oficial de su muerte no se corresponde con las inspecciones realizadas en la época actual.

1 respuesta
sephirox

#14 La verdad es que es lo que tú dices, yo creo que lo que más importancia le da como personaje histórico, más allá de sus victorias contra el carlismo o la inmensa popularidad que siempre tuvo entre el pueblo, fue el rechazo a algo como el trono español, por el cual llevaban todo el puto siglo matándose unos y otros.

Creo que es una figura injustamente olvidada. Por eso cuando veo al Blas de Lezo este me da tanta rabia que se haya recuperado esta figura porque le ganó a los ingleses y a tíos del XIX que marcaron directamente el devenir de lo que hoy en día tenemos hayan sido olvidados.

LinCeX

#23 Sobre eso hablaron en cuarto milenio un día también.

2 respuestas
nomechordas

Uno de los mayores enemigos de las Españas.

2 1 respuesta
bATUSORZ

#25 Si, eran los mismos peritos.

sephirox

#26 Le dio bien a Zumalacárregui.

#25 Yo también lo vi ahí, de hecho, dicen que lo extrangularon si no recuerdo mal.

1 respuesta
Mirtor

#28 ¿A Prim? A mí me contaron en clase de Historia que se lo cargaron cuando vino con Amadeo porque era uno de sus principales apoyos, pero a saber.

1 respuesta
sephirox

#29 Eso se decía, que murió a causa de un atentado. Ahora parece que lo estrangularon.

Abriré hilo sobre él.

PD: Me he puesto a leer, y el estudio es de 2012. En 2013 la universidad se desvinculó del estudio y se hizo otro donde se desmintió. Las marcas fueron cosa de la ropa.

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