Estoy hasta los cojones ya.
7 de junio y ya sudo en la cama, cuando hace 3 días todavía me tapaba con la manta y las sábanas. Ya llega el verano, EL CALOR, dormir destapado y que la espalda se te pegue con las sábanas y dándole la vuelta a la almohada buscando la parte más fría. Levantarte por la mañana sudado como si te hubiese bañado, con el sol entrando por la ventana y dejándote más ciego de lo que estabas cuando acabas de abrir los ojos legañosos. Y estar en la silla sentado, que la camiseta se te pegue también. Ducharte para refrescarte en vano, porque no tiene sentido que a los 10 minutos estés otra vez igual.
Y lo peor, lo que me pone de muy mala hostia, lo que me toca los cojones demasiado. LOS PUTOS MOSQUITOS.
Si no fuese suficiente estar pasando calor, sudando e intentando dormir, escuches de fondo a un mosquito, el cual no se le ve, solo se le oye. Diciendo, buah, seguro que está fuera. Pero no, lo acabas de sentir en el cuello, en el brazo, en la pierna. Me cago en sus muertos. Haces el movimiento de espantarlo con alguna sacudida de brazos pero no sirve para nada porque el cabronazo vuelve una y otra vez, en el momento que te levantas, enciendes la luz y lo intentas encontrar, no está, ha desaparecido el hijo de la grandísima puta. Intentas matarle con técnicas de la marina, con el cojín dándole a la pared, pero claro, ese mosquito es sobrenatural y se la suda todo, no se muere.
Y otra vez, un bucle. Putos chupasangre, que me chupen los huevos, joder hostia ya.
Asco de verano, arriba el invierno y la lluvia.