Adios a los putos mosquitos, a volver a casa sudado como un cerdo y a las quemaduras de segundo grado a las 3 de la tarde. Al fin puedo sacar la bata de franela y sentarme a disfrutar de una bebida caliente mientas afuera escucho caer la de Cristo.
Que putas ganas tenia ya y que asco me da el verano de los cojones.