SOCIAL es LAICOS al revés - Piezas sobre ciencia política, filosofía, comunicación, etc

B

#418 "siempre y cuando existan órganos de gestión común que apuesten por la solidaridad y el bien común."

¿Qué sería esto?

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Fox-ES

#421 No creo que @Don_Verde apoye la cuestión pero en ''Sobre las cooperativas'' del camarada Vladimir Ilich Ullianov estable el planteamiento de democracia cooperativa descentralizada fundamentada en Soviets (centrales sindicales) como coordinadores que faciliten e incentiven la solidaridad y hermandad obrera entre las regiones.

Una pena que en la URSS la vía Troska del centralismo burocrático se hizo dominante y para la caída de esta Moscú acaparaba cerca del 90% de la riqueza de la Unión. Y eso es lo que alguno pide para España.

sephirox

Sobre el mito andalucista musulmán y Blas Infante "padre de la patria" al que Errejón lanzó loas ayer:

Al final del artículo recoge una entrevista de 1931 al personaje. Muy esclarecedor.

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Misantropia

Los medios de comunicación como sostén del poder

Bien: puede parecer redundante insistir que los medios de comunicación son en última instancia empresas, y recuperar datos como que Mediaset, Atresmedia y PRISA controlan el 58% del mercado, el 60% de la audiencia y el 87% de la publicidad (Elorduy 2017). No lo es: aún hay gente que cree que La Sexta es un medio de izquierdas, no una empresa cuyo nicho de mercado es el público de izquierdas. Y esta concepción de los medios de comunicación como empresas es fundamental para entender la forma en la que filtran y matizan la información que difunden.

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B

La Universidad de Yale tiene mil lecciones subidas a Youtube que son interesantísimas. Os pongo una de Ian Shapiro

Lecture 1: Introduction to Power and Politics in Today’s World

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sephirox

Me he encontrado con un artículo de 1992 de Francisco Umbral, que asusta por la clarividencia con la que describe una situación que entonces no creo que se viese mucho, pero que ahora se ha materializado de manera nítida.

El tío del tweet se ha equivocado en la fecha. Es enero de 1992:

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Misantropia

Por si os apetece leer un poco :kissing_heart:

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sephirox

#427 Se excusa de que las Trece Colonias en el XVII no eran agresivas como lo fueron posteriormente, cuando es una buena tontería. Sobre todo si tenemos en cuenta que uno de los motivos que tienen en el XVIII para la rebelión es que el rey Jorge no les deja expandirse más allá de los Apalaches xdd. Claro que no eran más agresivos, porque no podían: primero por los franceses, hasta que abandonan el continente; después por la prohibición de expandirse.

El Imperio Español no aniquiló a los indígenas, sobre todo si tenemos en cuenta que no es hasta el siglo XIX cuando empieza a llegar inmigración española en masa a ese continente. Kamen tiene por ahí una relación estupenda sobre la evolución de la inmigración al continente americano. Es materialmente imposible que 4 panolis mataran a millones de personas; no, los mato una cosa que se llama "unión microbiana del mundo", que facilitó la toma del poder por los españoles, sumado a las guerras intestinas entre los diferentes indígenas y el aprovechamiento de las administraciones de las dos grandes civilizaciones conquistadas.

Como estoy contestando por tweet, veo que en el siguiente trata algo de lo que yo digo sobre el XIX, y dice, efectivamente, que no se sabe qué hubiese hecho España de haber seguido creciendo y no haber caído en retroceso. Tiene que caer en esta estupidez, evidentemente, para defender su postura de sinvergüenza. ¿Por qué digo esto? Fácil, porque la España de los Austria no es la de los Borbones, donde ya hay un cambio en el modelo administrativo, pero tampoco es la España de 1812, donde la Constitución de Cádiz convierte en ciudadanos a los "españoles de los dos hermisferios".

«Son ciudadanos aquellos españoles que por ambas líneas traen su origen de los dominios españoles de ambos hemisferios, y están avecindados en cualquier pueblo de los mismos dominios» Artículo 18.

Creo que es bastante evidente por dónde iba la evolución política de España de no haber perdido las colonias. Esto, claro, no se podía permitir.

Yo soy el primero que no quiere caer en la llamada "Leyenda Rosa", pero aquí no se da la falacia del falso dilema, en tanto que no estamos eligiendo entre "rosa" o "negra", ya que esta citada "Leyenda Rosa" como discurso no opera en absoluto ni nunca lo ha hecho. Lo que la historiografía está haciendo ahora es limpiar la propaganda que el Imperio Católico sufrió de manera plurisecular, lo cual parece, no sé por qué, que duela.

Sea como fuere, la historia española en América fue la que fue, la del mestizaje; la historia inglesa, por otro lado, fue la que fue: la depredación más absoluta y el genocidio más grande que ha conocido la historia. No solo eso, es que no se barrió solo a tribus que no habían conformado naciones políticas (rechazando el falso argumento de la etnicidad), es que EEUU en su expansión hacia el Oeste barre a unas cuantas que tenían proclamadas hasta constituciones, en lo que llamado Trail of Tears, entre 1831 y 1839.

Cito a la doctora Carmen de la Guardia Herrero (Historia de EEUU):

Por el Acta de Remoción India de 1830, más de 16.000 cherokees fueron trasladados a un territorio más allá del Misisipi. Unos 4.000 murieron en lo que denominaron “el Sendero de las Lágrimas”. A lo largo de la década de los treinta, otras tres de las Cinco Naciones Civilizadas –los choctaw, chickasaw y los creek– fueron también deportados hacia el Oeste. En 1843, la quinta nación, la de los seminolas, que, liderada por Osceola, resistió a los intentos de deportación, fue casi exterminada. [...] Sus tierras con una extensión superior a cuarenta millones y medio de hectáreas situadas en la frontera oriental del Misisipi, quedaron libres, para ser ocupadas por ávidos colonos europeos. A cambio sólo recibieron y con limitaciones dieciséis millones de hectáreas de una tierra que por supuesto estaba ocupada también por indígenas y colonos de origen europeo que no iban a aceptar con facilidad la llegada de los nuevos ocupantes.

No hay que blanquear a EEUU y a Inglaterra para intentar tirar por tierra la historia de España.

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nomechordas

#428 Siempre me he preguntado cómo cuadra o se justifican las revoluciones liberales del s.XIX cuando hasta 1880 (1837 en la península creo recordar) la esclavitud fue legal en Las Españas. Supongo que se podrá tirar del hilo de que no eran ciudadanos, pero me parece hacer trampas al solitario, siguiendo por ahí una autocracia es isonómica si se parte de que el único ciudadano es el gobernante.

No sé si sabrás de alguna referencia que trate ese tema y como cuadra con la visión liberal de la nación política.

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sephirox

#429 Básicamente, has acertado, en esta época toda juatificaciój se basa en quién y quién no es ciudadano, que era algo obtenido de manera censitaria a través de la obtención de los derechos políticos completos. Uno es hombre, otro ciudadano, y otros nada de ello (esta idea para España no vale, pero para Argentina con las campañas del desierto y tal...).

Ahora bien, habría que ver la efectividad de la esclavitud en esa época en España, porque hacia 1813, si no recuerdo mal, se abole el tráfico internacional de esclavos, así que...

Anoto: En 1807 es Inglaterra quien lo abole y creo que en 1813 o 18 EEUU lo reconoce. España es en los años 30, pero no había esclavos desde el siglo XVIII.

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nomechordas

#430 De acuerdo a lo que he leído sobre el tema principalmente afectaba a Las Antillas, especialmente Cuba, que es el último sitio en prohibirse en 1880. Pero siguiendo con las mencionadas constituciones Cuba era tan España como Badajoz.

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sephirox

#431 Tienes razón, no había pensado en Cuba (me había cegado en la Península). Pero sí, al final la justificación viene en base al que es sujeto de derecho. Por eso cosas como los derechos naturales y demás (por cierto, de raíz española conectada a la conquista), son pura metafísica.

PD: La constitución del 76 no trata a Cuba como parte de España como sí pasaba en la del 12, por eso nos encontramos con la situación que se dio. Era ya colonialismo depredador.

J
#428sephirox:

plurisecular, lo cual parece, no sé por qué, que duela.

Duele porque, al parecer, cierto sector de la izquierda de este país necesita culpar a sus propios antepasados, señalarlos como lo antiguo y medieval para crear la imagen de la España "nueva", la que debe alcanzarse, como si lo que hubiésemos tenido en aquellos siglos sólo fuese sangre, opresión, esclavitud y saqueo. Ni siquiera parece "vergüenza", sino más bien desprecio por aquellas dificultosas hazañas y, peor aún, desprecio por lo que aportó España al derecho de gentes. Derecho de gentes que después fue totalmente olvidado por franceses e ingleses a la hora de colonizar territorios. No vende eso de que España fuese pionera en otorgar derechos y libertades a poblaciones conquistadas por ocupación, porque entonces estaríamos "lavando la cara" de genocidas. Que no se conozcan en España las "Leyes Nuevas" a la hora de hablar de la conquista nos da una idea de hasta qué punto nosotros mismos nos hemos contado mal la historia hasta nuestros días.

Eso sí, preguntarse por qué América Latina tiene un sinfín de tribus indígenas en la actualidad mientras en EEUU viven en reservas y quedan cuatro gatos, para otro día.

Pareciera que los españoles hemos ido a aprender historia de los libros de holandeses, italianos, alemanes y luteranos que tanto nos despreciaban por aquella época en lugar de acudir a Francisco de Vitoria.

En una "España europea" actual parece que sólo cabe aceptar la versión europea antigua, a pesar de que la realidad fuese bien distinta según otras muchas fuentes de mayor fidelidad que la de los libelos antiespañoles de la misma época.

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Don_Verde

Esta mañana he leído un artículo bastante interesante sobre el fenómeno del "rojipardismo", el cual creo que va a gustar por este hilo:

Los rojipardos: ¿mito o realidad?

El parasitismo ideológico de la nueva ultraderecha no es algo nuevo. Algunos intelectuales vienen actualizando la tradición del rojipardismo, que recubre adscripciones de extrema derecha, e incluso fascistas, con una retórica de izquierda

https://ctxt.es/es/20200801/Politica/33160/rojipardo-ultraderecha-vox-salvini-bolsonaro-trump-steven-forti.htm?fbclid=IwAR0DJ1DC9NqgK5IJKP_OjpRHSWNFJIiFPAXfbujGijj1p3tlBoC7yTFOvlg

A nivel personal, pienso como en el artículo, que no es algo nuevo dentro de los sectores de la ultra-derecha y viene de una larga tradición de intentar cubrir con un discurso socialista, las políticas identitarias y nacionalistas. Solo tenemos que ver, como ejemplo rápido, el caso de Falange y como robó los colores de CNT.

Pero me parece especialmente certero el punto donde divide a todos estos partidos nacional-populistas en dos ámbitos económicos: los social-identitarios y los neoliberales autoritarios. Ciertamente me parece la diferencia más reseñable dentro de la amalgama de partidos populistas de derecha de nueva ola.

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sephirox

#434 He tenido que dejar de leerlo, el tío del artículo no se entera de lo que dice. Encima no define términos.

¿A qué se refiere con patria? Si no me dice si lo entiende como sinónimo de nación étnica o como aquel territorio donde está la riqueza de la nación política que controla el estado, no sé qué responderle porque no está hablando, está rebuznando.

En cuanto a lo de "extrema derecha 2.0", bueno, porque él lo diga xd. En España esta derecha de 2.0 no tiene absolutamente nada de nuevo, el problema ha sido confundir con fascismo lo que nunca fue tal. VOX siempre ha estado: es un partido nacionalista, que sustantiva lo español en lo católico, y que ya no pretende una "democracia órganica", es decir, un tipo de gobierno integral religioso y corporativista, sino mantener el régimen liberal con menos competencias hacia el interior (aunque centralizado). Léete a Menendez Pelayo y a ver qué te dice.

El artículo es puro cinismo, estructuran una serie de ideas que califican como "nuevas de extrema derecha" que perfectamente podríamos encontrar en aquellos paíes que derrotaron a Hitler en su día: la URSS, Inglaterra o EEUU. ¿Quién no defiende sus fronteras? ¿Quién está en contra de ostentar su soberanía nacional en tanto que es la soberanía del cómputo de ciudadanos? Esto tiene la cara de confundirlo que nacionalismo, que para nada lo es.

Hasta donde he leído, no veo que cite a Puigdemont como avatar del Procés, que es la extrema derecha real. ¿Hay alguien más cerca en Europa de crear un estado de carácter étnico, cuyo nervio nacional no sea el sujeto que se convierte en ciudadano porque la ley así arma, sino aquel que es ciudadano porque su etnia así lo indica? Es decir, no sería constitución lo que justifica la nación de ciudadanos, sino la etnia la que constituye una nación histórica y perenne.

La búsqueda de la razón y del legado ilustrado, apuñalando así la ruptura posmoderna, no tiene absolutamente nada que ver con la extrema derecha reaccionaria o con el fascismo.

PD: El autor parece que es historiador, lo cual he intuido al leerlo, pero ¿dónde estaba lo raro? Claro, que está asociado a la Universidad de Barcelona. No digas más: paga la Generalidad.

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B

#434 Más que ideológico sería parasitismo simbólico o estético no? ya que estaría vacío de contenido. En este sentido, no hace mucho, Albise puso un tuit que me llamó la atención que decía algo así como nos apropiaremos de sus símbolos, etc. con lo de las pancartas de sánchez y el bella ciao.

Sobre algunos puntos de lo que dice el artículo.

En política hay que aliarse para conseguir objetivos. En este sentido, la alianza contra el globalismo neoliberal sería positiva. Además, no hay que olvidar que si se diera una alianza así en España difícilmente podría contar con VOX un partido de aspecto neoliberal. Se gasta un maniqueísmo y una indefinición importante metiendo a todo el mundo en ese cajón de sastre 2.0. Así no se puede combatir nada.

Si la izquierda es representada por podemos y psoe, no me extraña que la derecha populista recoja votos del xD angry white man.

«Hace falta una izquierda que reivindique la patria y la nación y que no sea euroyonki»
baia no nos habíamos dado cuenta

La izquierda sociológica ha dejado abandonada a la clase trabajadora en favor de identitarismos, particularismos y sentimentalismos. Que le jodan a esa izquierda degenerada.

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sephirox

#436 Desde la UB se ha impulsado un estudio del fascismo y de la ultraderecha, contrario (aunque convergente) al de la UV. Principalmente tomando el nacionalsindicalismo como referencia, al ser lo que nos afecta.

Luego, teniendo en cuenta de donde parte este hombre, podemos entender ese maniqueísmo del que hablas.

¿En qué consiste? Mientras que desde aquí se ha dicho que la fascistiszación de la ultraderecha residente en el régimen franquista se da después de surgir el partido fascista y convertirse en uno de masas y ya aliado con el resto, en la lucha por los diferentes espacios pero sin abandonar la ideología, allí han dicho que no, que la fascistiszación se da antes del Partido en toda la ultraderecha, y que es lo que posibilita al propio fascismo, dando luego un proceso de sincretismo ideológico que se materializa en el régimen fascista trataro.

Esto mismo es lo que está haciendo con sus análisis sociológico del proceso ultraderechista en Europa. Él ha cogido todo lo que tenga unos rasgos determinados y ha dicho "todo es lo mismo". Claro, todo lo que le ha interesado.

¿Cuál es el quid de la cuestión? Pues eso de lo que se defienden tanto: lo reducen todo a la "función social". La ideología no importa en absoluto, sino el hecho de que hay una meta coincidente en todos que sirve de nódulo conector. Por eso es tanto facha Armesilla, como Gustavo Bueno, como Abascal o Fusaro.

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Lexor

#435 ctxt son los que se encargaron de reirse de obreros por votar a vox

y su corte editorial es lo que ya te imaginas que es, progresismo, buenismo y tal y cual

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Don_Verde

#435 En cuanto a terminología, directamente no me meto, pues como comprenderás la diversidad de opiniones de profunda. A nivel personal, para mi la patria es una ilusión colectiva identitaria basada en distintos puntos en común de las sociedades que habitan en un territorio concreto. Poco más.

Respecto a la renovación de la "extrema derecha", es algo cierto. Si bien VOX bebe, obviamente, del nacional-catolicismo, difiere en la versión tardofranquista de este en bastante, sobretodo a nivel discursivo y económico. VOX siempre ha existido como corriente dentro del PP (Mayor Oreja o Esperanza Aguirre, por poner dos ejemplos rápidos), pero ahora es un partido independiente, lo cual lo hace un fenómeno nuevo, pues antes siempre había sido una corriente minoritaria dentro del PP.

Respecto a la defensa de las fronteras, no creo que lo haga simplemente por una cuestión de control de las migraciones y de la sociedad, es, en mi opinión, una utilización de esas problemáticas para dar fuerza y potencia a un discurso nacionalista bastante pronunciado. Y es algo compartido por esta serie de partidos a lo largo de los diferentes países. En cuanto a la soberanía nacional, obviamente ellos no proponen aumentar la soberanía de sus ciudadanos, como individuos políticos, su propuesta es un aumento de la soberanía del estado, como la estructura de control de la sociedad. Y en muchos casos, como la estructura básica en la que se cimientan los conglomerados empresariales y políticos que sostienen económicamente dichos movimientos. La soberanía nacional para ellos no es la soberanía popular, es la soberanía autocrática del gobernante y sus afines, fin.

Respecto a los nacionalistas étnicos, a mi me resultan igual de repugnante que los políticos, siento decirte. A mi la idea de nación política fruto de un acuerdo constitucional al final me resulta una especie de darle vueltas al mismo sentido, una unión de sociedades en función de idioma, etnia, cultura o cualquier otro punto difuso en común para identitarios para que la gente sienta como igual a Juanca I que el que se destroza la espalda en el campo, por ser ambos españoles.

#436 Si, es un parasitismo a nivel discursivo y simbólico, pues realmente son otra asociación de oligarcas buscando quotas de poder, como el resto del panorama político, por otra parte.

Respecto a la alianza anti-neoliberal, es algo que debería ser clave y vital dentro de los movimientos políticos de izquierda, pero no es la realidad que tenemos. Lo cierto es que no existe ningún movimiento político revolucionario, es decir, contra el régimen establecido y que proponga un cambio de paradigma importante, cerca del poder en ningún lugar de Europa. Existen abundantes mecanismos de control, más o menos sutiles, que se encargan de ello.

En mi opinión, como he relatado muchas otras veces, lo primero que necesitaría un movimiento político-social de izquierdas, lejos de socialmemócratas y demás posmodernos, es una vuelta a los orígenes fundamentales y pilares básicos de dichos movimientos sociales. Y esto es el mundo laboral. Vivimos en un mundo precarizado y con un individualismo y falta de cooperación y solidaridad entre los trabajadores muy acuciante y es un lugar que, por razones obvia, ningún movimiento de derechas va a ocupar y que los socialmemócratas y sindicatos amarillos han decidido despreciar y abandonar. Para eso en primer lugar había que analizar el mercado laboral actual y dejarse de mitologías de obreros de producción en fábricas como pilar básico de estos movimientos, pues ahora mismo son una minoría dentro del colectivo obrero.

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sephirox

#439 Había escrito un mensaje bastante tocho para contestarte y se me ha parado el móvil, borrándose. Así que no voy a darle mucho énfasis a la contestación:

#439Don_Verde:

En cuanto a terminología, directamente no me meto, pues como comprenderás la diversidad de opiniones de profunda. A nivel personal, para mi la patria es una ilusión colectiva identitaria basada en distintos puntos en común de las sociedades que habitan en un territorio concreto. Poco más.

Pero si no nos ponemos de acuerdo en qué estamos diciendo cuando hablamos, no estamos hablando sino rebuznando. Ese es el problema que ha tenido este, que sabiendo que la gente no entiende de plataformas, engloba a todos bajo el sino del nacionalismo reaccionario en base al concepto de patria.

La patria tiene una acepción materialista, como decía Bueno, es el lugar donde está la riqueza de los padres: ríos, montañas, industria, agricultura, comercios, etc. Esto es lo que defiende o debe defender el estado. Así, a diferencia de los nacionalistas, la entienden desde esa izquierda que les da miedo: la materialista.

Otra cosa es la concepción patriotera que tienen los nazbols (como aquellos de Frente Obrero) o los nacionalistas románticos, como los indepes o VOX. Un concepto totalmente ridículo, pero que a su vez difiere del fascista, donde la nación era una "unidad de destino en lo universal".

#439Don_Verde:

Respecto a la renovación de la "extrema derecha", es algo cierto. Si bien VOX bebe, obviamente, del nacional-catolicismo, difiere en la versión tardofranquista de este en bastante, sobretodo a nivel discursivo y económico. VOX siempre ha existido como corriente dentro del PP

Entonces no es nuevo, ya existía de antes. También está presente en el PNV y CiU, pero a estos no los cita. Vaya, yo puedo encontrar las raíces de esta ideología en 1870.

#439Don_Verde:

Respecto a la defensa de las fronteras, no creo que lo haga simplemente por una cuestión de control de las migraciones y de la sociedad, es, en mi opinión, una utilización de esas problemáticas para dar fuerza y potencia a un discurso nacionalista bastante pronunciado. Y es algo compartido por esta serie de partidos a lo largo de los diferentes países.

Y yo estoy de acuerdo: ahí tienes a Trump. Ahora bien, ¿agrupar en "fachas" a todo el que esté a favor de las fronteras como vía de defensa nacional? Entonces somos fachas todos, pues no creo que haya nadie que esté a favor de la no regulación de las mismas. Al usar el saco para meter a todo el mundo en lo que el llama extrema derecha, lo que está haciendo es escoger sesgadamente quién entra y quién no, independientemente de la ideología.

#439Don_Verde:

En cuanto a la soberanía nacional, obviamente ellos no proponen aumentar la soberanía de sus ciudadanos, como individuos políticos, su propuesta es un aumento de la soberanía del estado, como la estructura de control de la sociedad. Y en muchos casos, como la estructura básica en la que se cimientan los conglomerados empresariales y políticos que sostienen económicamente dichos movimientos. La soberanía nacional para ellos no es la soberanía popular, es la soberanía autocrática del gobernante y sus afines, fin.

Pero entonces tienes que definirlo, porque yo estoy de acuerdo en esto que tú dices respecto a VOX, pero quiero soberanía nacional de España frente al resto de Europa o EEUU.

#439Don_Verde:

Respecto a los nacionalistas étnicos, a mi me resultan igual de repugnante que los políticos, siento decirte. A mi la idea de nación política fruto de un acuerdo constitucional al final me resulta una especie de darle vueltas al mismo sentido, una unión de sociedades en función de idioma, etnia, cultura

Es que esto no funciona así.

No voy a desarrollarlo, pero creo que sabes cuál es mi opinión al respecto. Sobre todo vista desde el materialismo histórico.

#436Daruma:

Más que ideológico sería parasitismo simbólico o estético no? ya que estaría vacío de contenido.

Es la fascistiszación por ejemplo.

B
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B

Sigo con el proyecto de El Jacobino; esta vez con la línea editorial, obviamente, sobre un tema de actualidad. A partir de ahora enlazaré menos entrevistas o las agruparé resumiendo el contenido.

En @eljacobinoes defendemos un planteamiento abiertamente republicano, que desde luego es incompatible con la vindicación del privilegio de origen, con la maximización del principio monárquico en un conglomerado de pequeños reinos de taifas neofeduales. @GuilledValle

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B

¡Comienza la tercera temporada! Me encanta el enfoque del análisis, no puede dejar indiferente a nadie: ¿cuál es el peso de la cuestión religiosa en el proceso de demolición de España? Un recorrido por la historia de España fijando el plano religioso como horizonte de análisis de los fenómenos políticos y sociales que han ido dando forma a nuestro presente en marcha. Disfruten.

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Una izquierda jacobina para España
by Crónica Pupular • 31 agosto, 2020 •
Guillermo del Valle Alcalá||
Abogado y analista político||

Hace poco más de un mes, varios compañeros, militantes de la izquierda transformadora huérfanos de partido, nos lanzamos a la aventura, meditada y convencida, de crear un canal de youtube de debate y análisis político, El Jacobino, sin esconder la intencionalidad de hacer del mismo una herramienta de combate político e ideológico. Las coordenadas en donde queremos ubicar el proyecto no se le ocultan a nadie: son las de una izquierda materialista con una nítida vocación de transformación política, social y económica, alejada de identitarismos y posmodernidades, y claramente enfrentada al nacionalismo fragmentario que asola nuestro país.

España necesita, qué duda cabe, una alternativa nítidamente centrada en la mejora de las crecientemente depauperadas condiciones materiales de los trabajadores. A uno le resulta bastante indiferente que se tache de obrerista, como si tal cosa fuera un insulto, la propuesta. El apelativo, seguramente, va bien encaminado. Y es que, aunque diversos altavoces mediáticos y poderosos intereses lleven años anunciando, a modo de verdad revelada, la defunción del mundo del trabajo, el cuento es pura ciencia ficción.

Claro que el trabajo ha cambiado, no hace falta cursar ningún posgrado de todo a cien en el campus neoliberal de turno para saber que las fábricas de las novelas dickensianas no permanecen ahí, como sacadas de algún pasaje en blanco y negro de la Revolución Industrial. La robotización avanza y transforma realidades, pero siguen existiendo trabajadores, eso sí cada vez más pobres y con menos derechos. La revolución tecnológica confiere posibilidades, al menos teóricamente, aunque en demasiadas ocasiones se utiliza al servicio de la concentración de capital en unas pocas manos, en unas pocas empresas transnacionales cada vez más poderosas.

Esas posibilidades afectan al mundo del trabajo, y en demasiadas ocasiones lo hacen lesivamente. Pero no porque vaya de suyo, ínsita en la transformación tecnológica, la dilución del trabajo, sino porque el devenir político lleva décadas al servicio de su arrinconamiento, de la pérdida de derechos. Empezando por la desconcentración de los trabajadores, y con ello la eliminación del poder sindical en los centros de trabajo. Bajo la ilusoria apariencia de la innovación y el emprendimiento, bajo el paraguas de la economía teóricamente colaborativa, se encubre de forma bastante poco delicada la disgregación de esa fuerza de trabajo, la desaparición del poder sindical y de la negociación colectiva, e incluso la fractura de las propias relaciones laborales sustituidas por falsas relaciones mercantiles, diseñadas para desproteger al trabajador en cuanto a derechos y garantías.

Se trata de una decisión política e ideológica, reflejada en políticas laborales destinadas a abaratar el despido o a degradar la negociación colectiva, que lejos de perfilarse como una hoja de ruta acabada, sobrevuelan en el horizonte como un permanente desiderátum contra la protección inherente al derecho laboral. Son palmarias amenazas tales como la de plasmar un contrato único con indemnización (irrisoriamente) creciente… pero inicialmente fijada en los baremos de los actuales contratos temporales – contratos ampliamente suscritos en fraude de ley, por cierto, al no controlarse la causalidad de los mismos -, convirtiendo de facto a todos los trabajadores en aparentemente indefinidos y temporales todos a efectos prácticos. Igualando por abajo, en la precariedad, generalizándola y blanqueándola con una infame retórica de “coaching” y autoayuda.

Las condiciones materiales se degradan ante la combinación explosiva de un mundo del trabajo crecientemente precarizado y una vivienda cada vez más inaccesible. Los derechos sociales, teóricos principios informadores de la política social y económica, distan de ser verdaderos derechos fundamentales, ni en el plano jurídico ni en el político. Cierta izquierda y nuestra derecha, crecientemente entregada al fundamentalismo de mercado, convergen en la desastrosa solución de confiar en las mafias, que juegan con la desesperación de la gente. Ni la ocupación es solución de nada, ni la especulación inmobiliaria de fondos buitre y otras corporaciones entregadas en cuerpo y alma a la delincuencia especulativa del suelo se soluciona con el laissez faire, laissez passer del abstencionismo público.

Sorprende que nadie apunte a donde se debe: al Estado, que no debe limitarse a garantizar nominalmente directrices o principios informadores, sino que debe cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos. Ni con la salud ni con la educación ni tampoco con la vivienda se puede especular. Los parques públicos de vivienda deben blindarse y ampliarse, no desmantelarse en vergonzosas operaciones de recalificación y especulación como las vividas en tantas ciudades españolas, con empresas públicas de vivienda y suelo inoperativas y desguazadas entre corruptelas y chanchullos público-privados. El elemento clave es el suelo, la joya de la corona de las políticas especulativas. Y es ahí donde los poderes públicos tienen que intervenir, con reservas de suelo público para vivienda social, convirtiendo los supuestos derechos sociales en verdaderos derechos fundamentales.

Que hace falta una izquierda materialista en España, una izquierda enfocada en pensar de forma ambiciosa y sin prejuicios en cómo mejorar la vida de la clase trabajadora es indudable. ¿Clase? Sí, clase, porque las clases sociales existen, y en este contexto de capitalismo financiero, habitualmente denominado de casino por sus tendencias especulativas y desigualitarias, las clases sociales se han hecho más visibles que nunca. Incluso ese gran cajón de sastre de la clase media, con el que en buena medida los partidos liberales, conservadores y socialdemócratas reconocían la existencia de dicha estratificación social, se ha ido disolviendo y agrietándose, en sociedad occidentales cada vez menos cohesionadas, cada vez más desiguales, en las que la brecha entre unos pocos privilegiados y una gran mayoría de trabajadores crecientemente depauperados es notoria.

Cierto es que sigue existiendo un cinturón de seguridad, cada vez más tibio, a través de redes de protección social inherentes al Estado del Bienestar, que sin embargo algunos desprecian, siquiera discursivamente, en un palmario ejercicio de irresponsable dogmatismo. Pero ese Estado de Bienestar no es ya el propio del capitalismo socialdemócrata cimentado entre finales de la Segunda Guerra Mundial y los años ochenta del siglo veinte. Ese pacto capital-trabajo se ha resquebrajado por todos los lados: en el plano geopolítico por la caída de la URSS y el socialismo real, así como por la globalización financiera y su correlato de libre circulación de capitales, sin límites ni cortapisas; en el plano político por la hegemonía neoliberal instaurada por el binomio Thatcher-Reagan, acompañada por políticas de clara regresividad fiscal, pérdida de poder negociador de los sindicatos, demonización del sector público y arrinconamiento del Estado en sus facetas productiva, redistributiva y hasta reguladora.

La izquierda no puede ser ajena a las desigualdades sociales y económicas existentes ni puede confundir la necesaria asunción de errores pasados con el abandono de una voluntad transformadora, crítica con la realidad material existente. Y debe entender que, en un contexto como el actual, la fractura de los Estados propugnada por los tribalismos étnicos, por los nacionalismos identitarios, supone no sólo la negación del abc del marxismo – el uso espurio y bastardo de un inexistente derecho de autodeterminación para camuflar la insolidaria secesión de las regiones más ricas del país – sino también un supino ejercicio de miopía política a la hora de debilitar los instrumentos políticos de control del capital financiero.

Ese nacionalismo etno-lingüístico que señorea los proyectos de secesión en España no dejar de hacer una verdadera pinza con el capital financiero transnacional, perfectamente consciente de que si ese proceso de fragmentación culminase con éxito, las partes desgajadas serían aún más endebles en el escenario internacional, aún más dependientes y sometidas a la arbitrariedad de las grandes corporaciones transnacionales, verdaderos juguetes políticamente irrelevantes y enteramente sometidos a sus caprichos.

No es verdad que el populismo disolvente de la izquierda haya generado los problemas de ésta con el nacionalismo, su relación problemática en tanto que abiertamente complaciente, cuando no cómplice o cooperadora necesaria. Es cierto que el populismo podemita y sus escisiones más puramente peronistas han agravado esos problemas, los han acentuado mientras en paralelo desmantelaban a la izquierda, pero ciertamente los problemas con el nacionalismo, su complicidad activa venían de antes. Madrazo y el Pacto de Estella, como manifestaciones de la indignidad y el sometimiento, pero podríamos citar muchos otros. Los tripartitos catalanes, el disparate federal que de facto siempre ha sido un confederalismo comprensivo de privilegios fiscales y rémoras feudales, en las antípodas ideológicas y lógicas de la izquierda.

Por eso creemos que es hora de alzar la voz sin aspavientos ni titubeos para reclamar otra izquierda, una verdaderamente definida. No sólo en relación a la sociedad política donde despliega su proyecto, sino también en cuanto a su dimensión social. Porque ésta y la cuestión nacional no deben ser otra cosa que cara y cruz de la misma moneda. La defensa de la unidad política y la integridad territorial del Estado no debe estar basada en los malditos sentimientos del nacionalismo romántico e idealista, el que tanta destrucción y odio trajo consigo, y que asoló el siglo XX.

La nación política debe estar cimentada precisamente en el consenso de ciudadanía, no en ninguna identidad cultural como filtro de acceso a la misma. En la entronización de la primera conquista emancipatoria y revolucionaria de la izquierda: en el territorio político, nadie es más que nadie. Solo la asunción firme de este principio, el que barre cualquier vestigio estamental, hará posible la búsqueda de una sociedad plenamente igualitaria, una sociedad sin diferencias socioeconómicas y de clase. Y al revés, nadie podrá articular un proyecto socialista creíble ambicionando la privatización del territorio político, o anclados en el naufragio cantonalista que arrumbó la Primera República, o en el compadreo con unos nacionalismos racistas y reaccionarios que se levantaron contra la Segunda en un golpe de Estado fallido, antes de traicionarla, por la vertiente vasca, en la Guerra Civil, en aquel infame pacto de Santoña con el fascismo italiano.

Solo una izquierda sólidamente materialista y desacomplejadamente transformadora podrá deslegitimar el proyecto tribal y etnicista del nacionalismo. Y solo entendiendo que el nacionalismo identitario es el disolvente de la izquierda, el elemento político que la neutraliza, su kryptonita más efectiva, el que atempera todas las reivindicaciones de clase y las sepulta en su agenda nacional-identitaria que persigue la extranjerización de millones de compatriotas, la sacralización del privilegio y la desigualdad, solo entendiendo, digo, que el nacionalismo para la izquierda siempre debe estar en frente, en el lado frontalmente opuesto, tendremos visos de triunfar en un proyecto genuinamente transformador. De lo contrario, seguiremos, o seguirán sus burdos usurpadores, para ser más exactos, siendo meras comparsas, palanganeros de la burguesía neoliberal, racista e insolidaria.

No es la hora de apaciguamientos federales, de componendas irracionales para terminar de fracturar lo formalmente unido pero materialmente en trance de descoserse. Es la hora de reclamar la integridad territorial como la mejorar garantía de igualdad, de transferencias, de redistribución real y radical de la riqueza, sin conciertos, cupos o vergonzosos pactos fiscales.

Ante el tribalismo, no caben ya medias tintas ni terceras vías. Como no caben tampoco enjuagues socioliberales ante el fundamentalismo de mercado y las políticas neoliberales que han hecho saltar por los aires los mejores consensos de protección social. Contra ambas terceras vías, existe un amplio espacio de construcción política para una izquierda definida, materialista, antinacionalista, ilustrada y emparentada con la razón, frente a los devotos de la identidad y del irredentismo nacional-fragmentario.

Es la hora de la izquierda jacobina, y en El Jacobino, huelga decirlo, tienen su casa.

https://www.cronicapopular.es/2020/08/una-izquierda-jacobina-para-espana/

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Demócratas de la Ivy League y republicanos de las universidades públicas

En total, un asombroso 20% de todas las contrataciones de las campañas demócratas proviene de solo siete universidades: Harvard, Stanford, NYU, UC Berkeley, Georgetown, Columbia y Yale.

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Una visión aproximada de que es la posmodernindad

Aprovecho para recomendar el canal.

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sephirox

Artículo de La Razón Comunista: Introducción al pensamiento de Xi Jinping.

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