Antes de nada decir que no pretendo convertir a nadie a mi "religión" o filosofía de vida, cada uno que haga lo que quiera, como buen budista que soy.
Antes solo conocía el budismo igual que la inmensa mayoría lo conoce, como "una religión más", ahora lo considero una filosofía de vida.
Así por encima decir que Siddharta Gautama fue el fundador del budismo unos 400 años antes de Cristo, Buda jamás se consideró un Díos, ni un santo, ni un iluminado, solo un hombre iluminado que mostró sus enseñanzas para alcanzar la felicidad, por eso yo el budismo no lo considero una religión si no una filosofía de vida.
¿Eres un ángel? No -- respondió
¿Acaso un santo? No -- respondió
¿Entonces qué eres?
Respondió el Buda - Estoy despierto.
Buda Gautama
Para los que solo entréis a insultar:
Se encontraba Buda hablando sobre cuestiones espirituales a un grupo numeroso de personas, que le escuchaban atentamente tratando de aprender de su gran sabiduría.
Un hombre se le acercó y comenzó a insultarlo, descalificarlo e intentar agredirlo pero Buda se mantuvo en un estado de imperturbable serenidad y silencio. Cuando hubo terminado su acción, se retiró.
Un discípulo que se sintió indignado por los insultos que el hombre lanzó contra Buda le preguntó porqué dejó que lo maltratara y lo agrediera.
A lo que Buda respondió con segura tranquilidad: -“Si yo te regalo un caballo pero tú no lo aceptas ¿de quién es el regalo?”
El discípulo contestó: -“Si no lo acepto, sería tuyo todavía”.
Entonces Buda respondió: -"Bueno. Estas personas emplean parte de su tiempo en regalarme sus insultos, pero al igual que un regalo, yo elijo si quiero aceptarlo o no. Los insultos son como regalos: si lo recoges, lo aceptas; si no lo recoges, quien te insulta se lo queda en sus manos. No podemos culpar al que insulta de nuestra decisión de aceptar su regalo. Por esa misma razón, esos insultos son para mí como un regalo que elijo no recoger. Simplemente los dejo en los mismos labios de donde salen.”
Dicen que cuando faltaban al respeto a Buda insultándole o descalificándole, él se repetía a sí mismo mentalmente o en voz baja “No, gracias. No, gracias…”.